Sin gluten y sin lactosa, ¿más saludable?
Las dietas sin gluten y sin lactosa se han convertido en una moda seguida por miles de personas por otros motivos diferentes a sufrir la intolerancia a la lactosa o celiaquía.
Evidentemente, si una persona padece intolerancia a la lactosa, alergia a la proteína de la leche, celiaquía o cualquier grado de sensibilidad al gluten no celiaca, el primer criterio de tratamiento es eliminar ese nutriente/alimento de su dieta. En este caso, no creo que haya más que discutir.
Para restringir estos nutrientes de la dieta de estas personas, la primera opción es, por ejemplo, en el caso del gluten, tener en cuenta las fuentes originales: el trigo y sus variedades híbridas como el triticale, la cebada, el centeno, la espelta y posiblemente, la avena. Y, por supuesto, todos los alimentos que utilizan estos ingredientes (pan, pasta, productos de repostería, etcétera), así como aquellos otros productos, normalmente más o menos procesados, que puedan incorporarlo (salsas comerciales, embutidos, etc).
Por suerte, disponemos de otros muchos cereales con los que suplir la falta de aquellos con gluten, por lo que la ausencia o presencia del gluten en la dieta no debiera condicionar en absoluto su calidad. Sin embargo, la realidad o la “práctica” parece ser otra.
Así, una revisión sistemática de 2016 sobre la dieta con gluten primero y sin gluten después del diagnóstico de celiaquía, halló diferencias significativas advirtiendo que las dietas exentas de gluten resultaron ser más pobres en fibra alimentaria debido a que las elecciones sin gluten que se hacen habitualmente se concretan en alimentos ricos en almidones y/o harinas refinadas. También se encontró una menor incorporación de algunas vitaminas como la D, B12 y los folatos, así como de algunos minerales como el hierro, zinc, magnesio y calcio. Por lo que estas peores elecciones repercutieron en el perfil nutricional de la dieta. No obstante, los resultados de otros estudios son muy variables.
Y, ¿qué pasa con los productos sin gluten o los lácteos sin lactosa, son sanos? Pues, a pesar de que se ha realizado una mejora significativa de su composición (evitando aceite de palma, incluyendo más harinas integrales sin gluten o disminuyendo la cantidad de azúcares), la realidad es que siguen siendo productos procesados y no deben priorizarse frente a alimentos frescos.
Desde el punto de vista nutricional, no es peligroso seguir una dieta sin gluten o sin lactosa, porque son dos nutrientes que no son esenciales ni mucho menos. ¿Existe evidencia científica para eliminar alimentos o nutrientes en personas sin un diagnóstico clínico que así lo requiera? Sí, puede ser, en casos concretos y algunas patologías de tipo auto-inmune o digestivas, pero ojo, solo el 1% de la población es celiaca y se estima que la sensibilidad al gluten no celiaca la padecen entre el 3-7% de la población, vamos, que el 4-8% de la población no es la totalidad.
¿Qué profesional debe plantear, si procede, dicha restricción y en base a qué criterios? Un dietista-nutricionista, tras valorar varias pruebas clínicas y siempre en correlación con el médico digestivo; nunca otro profesional de la medicina, ni un osteópata. ¿Acaso dejaríamos que nos defendiera en un juicio un ingeniero?
¿Qué tipo de particularidades del paciente deben ser tenidas en cuenta? Si es un paciente tendente a tener “pensamiento mágico” o creer que cierto alimento es el foco de todos sus males o si es alguien que asegura que la lactosa o el gluten “le sienta mal” habría que saber bien si nos está sentando mal solo la leche, o todos los lácteos o quizá el patrón dietético que tenga esa persona.
Y, finalmente, si lo que busca, de forma inadecuada claro, es adelgazar. Estas personas que adelgazan al seguir una dieta sin gluten, sin lactosa… muchas veces lo hacen no por el gluten o la lactosa, sino porque simplemente están comiendo más sano.
De modo que no; en condiciones normales (de salud) no es más saludable restringir el gluten y la lactosa de nuestra dieta.