Generación
Así como los contextos sociales cambian constantemente, todo aquello que nos constituye como seres relacionales, también. La comunicación, la creación y la manera de entender el mundo es una constante negociación marcada por una herencia fuertemente anclada y una evolución que tiene que ver con el progreso. Es por esto que desde estas líneas siempre aseguramos que la cultura debe pertenecer a su era. Asumir un papel responsable en la construcción de una sociedad y estar al servicio de los nuevos tiempos. La cultura en general y el arte contemporáneo en particular son una herramienta para la conexión con aquello a lo que pertenecemos. Un punto de partida desde el que comenzar a encontrar múltiples caminos que atravesar, como nuevos desafíos que seríamos incapaces de alcanzar desde nuestra experiencia propia.
En química, un catalizador es una sustancia que acelera una reacción y provoca que se desencadenen relaciones. Esta metáfora nos sirve para aplicarla al trabajo artístico. Enfrentarnos a él desde esta concepción nos ayudará a ser parte de una conversación en la que nuestra voz, como público, asume un rol protagonista. Si el arte se debe a su época, también los y las artistas que lo crean. En las exposiciones que reseñamos a continuación, la cuestión generacional adquiere un peso determinante tanto en su concepción como en los diálogos internos que las estructuran.
Los Picoletos es el nombre del dúo de artistas conformado por Dante Litvak (1990) y Fabro Tranchida (1987). Su proyecto fue becado en BilbaoArte el pasado 2019 y hace casi un mes, el 7 de febrero, iniciaron el ciclo expositivo de este 2020 que se nutre de una selección de proyectos desarrollados en el año anterior. “Incubadoras” es el título de su propuesta expositiva y podrá visitarse hasta el próximo viernes 6 de marzo en la Sala Urazurrutia del centro bilbaino.
Su trabajo versa en torno a la identidad cultural juvenil y a las maneras en las que esta se construye. El movimiento skater, así como el punk y la cultura queer, proponen una serie de cruces con la cuestión grupal y el sentido de pertenencia como telón de fondo. Ya en la sala, el lenguaje de la instalación marca el ritmo de visionado. Objetos reconocibles y miradas directas conviven con otra serie de elementos para una puesta en escena que debe ser disfrutada en su globalidad. Ellos, como artistas, asumen una militancia generacional. No parecen hablar “sobre” sino hablar “desde”, proponiendo una primera persona que nos brinda un valioso y sincero acercamiento a cada una de las piezas.
El Centro de Exposiciones Fundación Vital acoge también hasta el 6 de marzo una exposición colectiva del alumnado del máster de pintura de la UPV. Bajo “Éstas, están”, dieciocho creadores y creadoras proponen su trabajo pictórico. Más allá de las características habituales que este formato expositivo conlleva, plagado de técnicas y formatos, es una inmejorable ocasión para acercarnos a dos cuestiones muy importantes. Por un lado, medir el pulso de la pintura en nuestro contexto. Una disciplina que, a pesar de los cambios culturales, sigue manteniendo un estatus intachable y una fuerza propia que la mantiene como una de las grandes disciplinas. Por otro, la relevancia de la academia para sustentar las herramientas creativas dentro de esquemas marcados por los ritmos de entregas de tesis, tribunales y planes de estudio. La universidad, en esta ocasión, actúa como firme sobre el que asentar tanto conocimientos como modos de hacer y una muestra es, sin duda, una herramienta acertada para tal fin.