Remedios naturales para el catarro
En plena crisis del coronavirus, todavía hay quien cuestiona el uso de medicamentos en pro de ciertos superalimentos para contrarrestar un resfriado común o esa enfermedad leve, molesta y cotidiana, que antes o después nos fastidia y sobre la que no hay quién ni qué lo cure si no que, en todo caso, se pueden aliviar los síntomas. Sin embargo, la creencia popular insiste en que la miel, el ajo y el limón pueden ser la solución.
La vitamina C, o ácido ascórbico (de ahí lo del limón o el zumito de naranja), es una de las sustancias que se dice previene el constipado y sobre ella se ha investigado mucho y escrito todavía más. No obstante, es inapropiado recurrir a tratamientos alternativos o atribuir beneficios a ciertos alimentos sin que hayan demostrado de forma fehaciente su efectividad.
Empecemos por el principio. ¿La miel es efectiva para tratar el resfriado? Ahora veremos pero, antes de entrar en “harina”, es importante pensar qué aporta o de qué está compuesta. Desde el punto de vista nutricional, no se debe olvidar que la miel es un alimento con un alto valor calórico (tanto como el azúcar) y una baja densidad de nutrientes, pues, a pesar de lo que creamos, la cantidad de vitaminas y minerales en la miel es irrisoria. Para poder afirmar que un alimento es “fuente” de una vitamina o mineral, 100 gr de dicho alimento tienen que cubrir como mínimo el 15% de las recomendaciones. Para cubrir este porcentaje de cualquier nutriente con miel deberíamos tomar mucho más que 100 gr.
Además, recordemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó en 2003 que tomar una gran cantidad de “azúcares libres” incrementa el riesgo de obesidad y amenaza la calidad nutricional de la alimentación, ya que aportan mucha energía pero muy pocos nutrientes. La OMS recomendó, por tanto, restringir su uso a no más del 5% de nuestra ingesta calórica.
Respecto a sus supuestas propiedades sobre el resfriado, un dictamen de 2010 de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no halló pruebas que sustentaran los múltiples beneficios que se atribuyen a la miel, como tampoco lo ha hecho la más reciente revisión científica sobre esta cuestión que se publicó en diciembre de 2014. En ella se indica que solo existen dos investigaciones dignas de consideración sobre la relación entre miel y tos pero no aportan pruebas sólidas a favor de su uso contra la tos.
En segundo lugar, en relación al ajo, su fama no se corresponde con las evidencias científicas disponibles. Una sólida investigación titulada “Ajo para el resfriado común” y publicada en noviembre de 2014 llegó a la conclusión de que no hay pruebas de que sustente efectos beneficiosos en la prevención o el tratamiento del catarro.
Finalmente, sobre si la vitamina C ayuda antes, durante o después del resfriado, la investigación sobre el tema es polémica. Para evitar confusión, he buscado información en la Biblioteca Cochrane, entidad que realiza revisiones sistemáticas actualizadas, relevantes y de alta calidad para informar sobre la toma de decisiones sobre salud. En ella concluyen que el fracaso de la administración de suplementos de vitamina C para reducir la incidencia de los resfriados en la población general indica que la administración habitual de estos suplementos no está justificada; no obstante, la vitamina C puede ser útil en personas expuestas a períodos breves de ejercicio físico intenso. Al respecto, dos últimas revisiones de 2018 publicadas ambas en la revista científica “Medwave”: En la titulada “¿Previene la vitamina C el resfriado común?”, en la cual se identificaron ocho revisiones sistemáticas, concluyeron que el consumo de esta vitamina no previene la incidencia del resfriado común. Y la otra, “¿Cuáles son los efectos de la vitamina C sobre la duración y severidad del resfriado común?”, en la que resolvieron que esta tiene un impacto mínimo o nulo en la duración del resfriado común o en la cantidad de días en el hogar o fuera del trabajo. Que cada cual decida, pero siempre con toda la información veraz y contrastada.