Lecturas
Las propuestas comisariales plantean un punto de partida desde el que leer un contenido. En ocasiones existe una línea temática o discursiva que rige esta cuestión. A veces, se trata de la creación de un espacio compartido en el que los diálogos de las piezas provocan nuevos sentidos a su propia forma de estar y en otras, en cambio, se trata de modos híbridos en los que las narrativas aparecen más o menos dirigidas. Con todo, el público es el encargado de asumir una posición protagonista, pues aportan el cierre a toda esta enunciación. Las obras y la carga formal y conceptual que las componen necesitan de una mirada que las interpele. El arte contemporáneo se puede leer como una pregunta constante, una manera de acercarse a otras realidades o percepciones del mundo. Es por eso que cada cual adquiere una relevancia indiscutible. Todas las lecturas son válidas y todas son necesarias.
La producción artística se compone de diferentes capas y niveles de complejidad, pero lo importante no es la obra que tenemos delante sino todo aquello que esta puede suscitar. En esta ocasión reseñamos dos muestras en las que la apuesta comisarial adquiere un papel indispensable. Es ahora el momento en el que desde nuestra posición terminemos de cerrar el círculo completando el propio proceso expositivo.
El Museo San Telmo de Donostia inauguró el pasado 8 de febrero una muestra retrospectiva de Antton Elizegi (Lasarte-Oria, 1938). Elizegi ha donado al centro donostiarra más de 45.000 fotografías que pasan a ser custodiadas por la institución, quien se encargará de mantener y difundir su legado. Con motivo de este acuerdo y hasta el próximo 10 de mayo, podremos disfrutar de “Poética retrospectiva”, comisariada por María José Aranzasti. El archivo ha sido creado entre 1961 y 2013 y da buena cuenta de una trayectoria comprometida con la disciplina fotográfica. Los temas que estructuran la colección son completados por series, entendidas por el propio autor como necesarias para desarrollar cualquier campo de interés al que se pudiera acercar. Entre sus proyectos encontramos desde retratos hasta imágenes de arquitectura, capturas relacionadas con una mirada etnográfica y de manera muy protagonista: la naturaleza. Desde esta visita nos encontramos varias caras de la vida guipuzcoana y de su evolución a lo largo de estos 50 años. Sirve entonces como una manera de conocer desde la subjetividad más íntima del fotógrafo, cómo han ido sucediendo muchos de los cambios que han propiciado el presente que vivimos actualmente.
“Neofiguración vasca: Una mirada” es el título que la Galería Lumbreras eligió para la exposición que inauguró a principios de este mes y que podrá visitarse hasta el próximo 3 de abril. El informalismo se refiere a todas las tendencias abstractas que se dieron en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y que se desarrolla de manera paralela al famoso expresionismo abstracto estadounidense. Frente a esto, la galería bilbaina reúne a un elenco compuesto por siete nombres de artistas vascos que dirigieron su mirada al Pop Art y a la recuperación de la figuración como elemento central de su producción durante los años 70. El resultado es una serie de piezas pictóricas y escultóricas, en las que el color y la representación se vuelven mucho más accesibles y menos codificadas que la pintura más gestual o matérica. En algunos casos, encontramos elementos cercanos que nos recuerdan a la ilustración o al cómic y nos revelan la existencia de una serie de perfiles que asumieron una línea que pocas veces ha sido resaltada en nuestro territorio. Alfonso Gortazar, Merche Olabe o Victor Arrizabalaga son algunas de las firmas que forman parte de la exposición.