Unidad y conjunto
Los apartamentos en Nishinoyama son un proyecto del estudio de Kazuyo Sejima, una de las arquitectas más prestigiosas del mundo que, cuando comparte proyectos con Ryue Nishizawa, forman SANAA. Un estudio que en realidad son tres, ya que sus fundadores optaron por trabajar de forma conjunta, pero nunca abandonaron un cierto trabajo en solitario que les permite mantener una parcela de independencia, tal y como es el caso de este proyecto.
Esta forma podría parecer anecdótica, si no fuese porque, en el caso de muchas de sus obras, y concretamente en estos apartamentos situados en un barrio de la periferia de la ciudad de Kioto, esa estructura empresarial tripartita parece encontrar su eco formal.
El proyecto se levanta sobre un terreno suavemente ondulado con vistas lejanas de la ciudad y del Monte Hiei. Las normas de edificación prescriben que los edificios de nueva construcción en este área deben reflejar el carácter del tejido urbano local, lo que incluye las cubiertas inclinadas, una paleta de colores limitada y el uso de materiales tradicionales como la madera.
Estos diez apartamentos quedan caracterizados al exterior por la imagen de un único edificio formado por una especie de apilamiento de cubiertas. En total veintiún planos de techumbre que unidos forman una gran cubierta y que, más allá de su materialidad metálica, no muestran una gran diferencia con los pequeños conjuntos tradicionales de la casa rural japonesa.
Pero esa cubierta construida por adición también puede explicarse desde la suma de sus partes, ya que cada apartamento no deja de ser otra cosa que dos o tres de esas cubiertas individuales. Cada una de las viviendas se dispone ordenadamente hacia el exterior, pero al mismo tiempo crea hacia el interior un espacio que alberga las zonas comunes, un conjunto de pequeños callejones y jardines protegidos por los vuelos de las cubiertas.
Igual que el conjunto es una suma de viviendas, cada vivienda es la suma de dos o tres unidades, todas diversas e independientes. Algunas unidades consisten en una serie de habitaciones interconectadas que serpentean entre jardines, mientras que otras son tan solo las habitaciones ubicadas en torno a un jardín individual. Cada habitación es diferente en dimensión, y también en altura.
Las alturas van desde habitaciones con techos bajos y un ambiente en contacto con un pequeño espacio verde privado, hasta habitaciones con techos altos o en dúplex, llenos de una luz vertical que busca el cielo. Todas las habitaciones cuentan con múltiples entradas de luz y de ventilación, aportando a estas estancias una gran flexibilidad. En cierto modo, las viviendas no se cualifican desde el punto de vista del programa o función, sino que cada habitante puede adaptar las estancias de que dispone a sus necesidades.
Esta variabilidad de las estancias de la casa se traslada a los diferentes jardines, que se formalizan siguiendo una multitud de distintos patrones: jardines a lo largo de la calle que están abiertos al uso público; jardines encerrados rodeados de una sola unidad de vivienda, que puede ser descrita como casi al aire libre, gracias a esos espacios luminosos; jardines cerrados que amplían las estancias interiores hacia el exterior o se formalizan a través de caminos estrechos que dan accesos a las viviendas. Un conjunto de espacios verdes que crea una gran variedad de lugares y paisajes en todo el complejo.
La fuerza de lo común. Con habitaciones, jardines individuales y colectivos bajo un mismo techo, los residentes podrán disfrutar de un estilo de vida que no solo se basa en el espacio interior, sino en el contacto con el exterior, la naturaleza y el aire libre. Pero también es previsible esperar que se cree una idea de colectividad que permita el desarrollo de unas relaciones naturales y positivas entre los residentes. Una idea que idealmente excederá los límites de este edificio, de modo que esta atmósfera se extenderá más allá de los jardines de este complejo y conectará con su entorno próximo.
En el fondo, este proyecto altera radicalmente nuestra percepción de los límites de lo privado en el tejido de la ciudad. Como el propio Nishizawa comenta, la idea de lo privado y lo público es un concepto muy occidental. En su proyecto, invitan a ese espacio público a penetrar en el interior del solar, para lograr una forma mejor y más agradable de habitar la ciudad. Una fórmula en la que la fuerza de lo común prevalezca y sea motor de una vida en la que los vecinos se cuiden y ayuden, sin renunciar por ello a un pequeño reducto de privacidad, una idea que SANAA también ha llevado a su forma de entender el trabajo de la arquitectura.