Fusiones bancarias
La fusión de dos entidades bancarias como son Bankia y Caixabank está dando que hablar y preocupa a las organizaciones de consumidores, porque todo lo que crece en el mercado siega la hierba de la competencia sana. Experiencia que se dice, y los monopolios hasta el presente nos han dejado malos recuerdos. La banca no se escapa, y ya sabemos que su interés estriba en hacer más rentables sus negocios que no pasan, ni de lejos, por los de la clientela y los trabajadores.
Como personas usuarias, hay que señalar que no se verá alterado todo lo que figure en los contratos que se firmaron antes de la fusión, por ejemplo, los créditos hipotecarios y de consumo concedidos que no pueden modificarse de forma unilateral. Por tanto, las condiciones, las cuotas y el plazo de amortización permanecerán invariables y lo mismo ocurrirá con los depósitos a plazo y los seguros, que son contratos de duración definida. Aunque, una vez expirado el plazo, las condiciones sí se podrían alterar.
También podrían cambiar las condiciones de las cuentas corrientes, que son productos contratados sin un plazo de tiempo definido, como también ocurre con las tarjetas de crédito. Por tanto si, llegado el caso, la nueva entidad lo hiciera, estaría obligada a avisar al usuario con dos meses de antelación.
Con el dinero de todos. Hasta aquí todo lo formal y jurídicamente contemplado que, como vemos, se tiene que respetar con las personas usuarias: léase domiciliaciones, pago de recibos y de pensiones, etc., porque no se verá alterada la gestión. Pero surgirán inconvenientes, pues veremos reducirse en breve el número de sucursales u oiremos propuestas que empiezan a convertirse en habituales del estilo de «pida cita» o «hágalo por internet», y ya se sabe que con un robot “no hay lugar” para explicaciones.
Todo esto sin olvidar la pérdida de miles de millones que el Estado español le prestó a Bankia en su día y que no se devolverán ni en monedas. Trato de favor, que se dice, aunque ese dineral fuera común y colectivo dentro del marco de un Estado democrático, social y de Derecho. «¡Santa rita Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita!».