Lo «normal» y lo «anormal» de la digestión
Sobre la digestión en general y sobre alguna parte de este proceso, aunque pensemos que lo tenemos bastante claro, no es así. A menudo en consulta o fuera de ella, muchas personas dudan sobre si tienen una digestión “normal”. Lo cierto es que fijarse en este proceso es un buen indicio del estado general de la salud pero, a veces, por diversas razones, hay quien se preocupa de aspectos que son puramente fisiológicos.
Veamos de qué consta una digestión “normal” y en qué debemos fijarnos para saber si acudir a nuestro médico y/o nutricionista. Empezando por el principio, la masticación, a la que apenas damos importancia, la tiene y mucho, según la evidencia científica. En el estudio de revisión “Effects of chewing on appetite, food intake and gut hormones: A systematic review and meta-analysis” los expertos concluyen que masticar más modifica las respuestas hormonales intestinales relacionadas con la saciedad, por lo que puede ser importante para regular o controlar el apetito.
En segundo lugar, muchas personas suelen preocuparse por ciertos ruidos que emergen del estómago y que entienden como algo «que no debiera ocurrir». En realidad, esos gruñidos o ruidos del abdomen se llaman borborigmos y, normalmente, son solo gases que pasan por los intestinos durante el proceso normal de la digestión. Asimismo, los gases son, a menudo, fuente de preocupación. Me sorprende encontrarme a gente que dice evitar las legumbres porque le «sientan mal». Esto llama profundamente mi atención porque me doy cuenta de la cantidad de personas que malinterpretan signos fisiológicos (normales del funcionamiento corporal) como patológicos (signo de enfermedad o de mal funcionamiento del organismo).
Para empezar, existen dos “tipos” de gases; el gas generado en el estómago a consecuencia de la escasa masticación y consiguiente ingesta de aire al comer o beber y que se libera cuando eructamos y, por otro lado, los “otros” gases que se forman en el intestino grueso (colon) cuando las bacterias fermentan los hidratos de carbono (fibra y algunos almidones y azúcares) que no se digieren en nuestro intestino delgado. Las bacterias también consumen algo de ese gas, pero el gas restante se libera después al pasar por el ano a modo de flatulencias.
De modo que tener flatulencias cuando hemos comido alimentos con alto contenido en fibra como legumbres, verduras, frutas y cereales integrales es normal y, además, a pesar de que la fibra aumente la producción de gas, es esencial para mantener nuestro sistema digestivo en buen funcionamiento.
Por el contrario, si creemos tener demasiados gases (eructos y flatulencias) en un momento dado, quizá debamos comprobar si estamos consumiendo alimentos ultraprocesados, incluso aquellos de tipo light. Estos a menudo contienen edulcorantes artificiales que, cuando las bacterias del tubo gastrointestinal los metabolizan, los descomponen y los convierten en subproductos que irritan el colon y causan gases intestinales, diarrea e hinchazón.
Recordemos que antes de evitar las legumbres y verduras debemos evitar las bebidas con gas, comer rápido, beber con una pajita, masticar chicle y, en general, todo lo que nos haga tragar más aire. Por último, merece especial mención el estreñimiento, puesto que el grueso de la población no siempre tiene claro qué es y qué no es estar estreñido. Estreñimiento significa que una persona tiene tres o menos evacuaciones en una semana, ya que unos hábitos normales de defecación van desde una vez cada tres días hasta tres veces al día. Es decir, ambas situaciones son normales (fisiológicas).
Cuando hablamos de estreñimiento, la forma y aspecto de las heces también nos da alguna pista. En este caso, las heces pueden ser duras y secas y, algunas veces, la evacuación resulta dolorosa. Es normal que todos tengamos algún episodio de estreñimiento en la vida, sin embargo, tengamos en cuenta que tampoco es signo de “enfermedad” no tener movimientos intestinales a diario.
En conclusión, volvamos a los básicos, porque parece que nos hayamos desconectado de nuestro cuerpo, de las señales que nos envía, de las necesidades, de lo que es “normal” y lo que no. Y recordemos que masticar, escuchar ruidos estomacales y tirarse pedos y eructos puede ser incómodo, dado que hemos pasado de vivir en cuevas a casas de diseño e ir a yoga, pero todo eso es salud.