Kok-Boru, un deporte... ¿que une?
Con cerca de seis millones y medio de habitantes, en Kirguistán, ubicado en Asia Central, hay un deporte que compite cara a cara con el fútbol y ese es el kok-boru, juego nacional en el que el elemento equino es básico porque en la cultura kirguís los caballos tienen gran importancia. Tiene algo de polo y algo de rugby, pero es distinto y de él, pese a su fama de violento en disciplinas parecidas en otros países, se dice que propicia el trabajo en equipo, el respeto por los demás y el sentido de la responsabilidad.
Básicamente las reglas del juego consisten en que dos equipos de jinetes, de doce jugadores cada uno aunque solo cuatro actúan a la vez, pugnan por conseguir una carcasa de cabra –antes era una cabra muerta sin cabeza ni extremidades, aunque en la actualidad, como en los gansos de Lekeitio, se ha sustituido por una reproducción– para depositarla en la portería del rival y apuntarse así el mayor número de goles. Su práctica requiere fuerza, habilidad, trabajo en equipo, buena comunicación y, por supuesto, saber montar. Esa es la manera de ganar en esta competición que llena hipódromos haga calor o nieve.
En la denominada oficialmente República Kirguisa abundan las montañas y las mesetas, moradas de leopardos de las nieves y linces pero también de cabras y ovejas. En ese lugar, antaño transitado por la Ruta de la Seda, sus deportes están muy ligados a las tradiciones y a los valores transmitidos de generación en generación. Las competiciones y los eventos de carácter festivo ayudan en la labor, aunque sus practicantes y allegados y la propia Federación kirguisa contribuyen en la tarea de garantizar la transmisión y la práctica. Como en muchos deportes, existen jugadores de la liga profesional, semiprofesionales y aficionados, aunque en este ejercen de árbitros jugadores experimentados y la imparcialidad se asegura a través de los kalystar, que son los veteranos ejerciendo de jueces.
Están convencidos de que la afición a este deporte contribuye a fortalecer la cohesión entre las comunidades del país y ayuda a evitar distinciones sociales.
Patrimonio Cultural Inmaterial. En 2017, el kok-boru fue distinguido por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Fotografiado en 1870, sus reglas se establecieron oficialmente en 1949. Para garantizar su permanencia y saber más sobre él, se realizan trabajos de investigación y cursos de formación. Y los caballos... ¿no sufren?