Lo viejo y lo nuevo
Los cambios de ciclo son siempre un momento para la reflexión. Mientras una etapa termina, otra se inicia. La nostalgia por aquello que ocurrió demasiado rápido se mezcla con la ilusión de todo lo que queda por hacer. El final del 2020 es, sin duda, una de las fechas con más carga simbólica de los últimos tiempos. El trauma social del que aún no somos del todo conscientes ha definido nuevos rumbos y, con toda seguridad, ha cambiado en muchos casos la definición de la palabra futuro. La sensación de vulnerabilidad a la que nos hemos enfrentado nos recuerda la fragilidad de aquellas cosas que dábamos por seguras. En estos tiempos la cultura ha asumido una vez más un papel de gran relevancia. Como seres relacionales necesitamos de espacios en los que compartir todo lo que se relaciona con lo sensible.
El arte, entre otras muchas funciones, es capaz de crear lugares comunes en los que nuestros cuerpos y mentes se ven reflejados. Un espacio para el encuentro entre lo poético y lo vivido. Si el cierre del 2020 nos ha hecho capaces de ser conscientes de cuánto necesitábamos ciertas cosas que ahora no podemos tener, también nos ha hecho ver con claridad cuán importante es la potencia de la cultura. Paradójicamente, son los y las profesionales de este campo uno de los colectivos que más ha sufrido y va a sufrir las consecuencias de la crisis sanitaria y los coletazos que esto aún va a traer en la gestión futura. Es por eso que es más necesario que nunca ser conscientes de cómo hemos necesitado de ella durante los peores momentos de esta etapa y reclamemos como público la supervivencia de creadores y creadoras. Sin todo esto, será imposible imaginar un nuevo futuro en el que la vida sea lo que pongamos en el centro.
El Museo Bellas Artes de Bilbo inauguró el pasado noviembre y hasta el 28 de febrero la muestra “Otl Aicher. Metro Bilbao. Arquitectura y paisaje”. A través de la figura de Otl Aicher (Alemania, 1922-1991), el centro bilbaino realiza la primera exposición en su dilatada historia dedicada exclusivamente al diseño. En varias ocasiones hemos hablado de como disciplinas como el diseño o la ilustración, consideradas como “artes menores”, se fueron integrando en los lenguajes del arte contemporáneo hasta ocupar en ocasiones espacios que se solapan.
Si bien el diseño sigue teniendo un objetivo de utilidad o facilitación, cosa que el arte no, comparten procesos, disciplinas y enfoques. El marco para esta exposición es el 25º aniversario del Metro de Bilbo y este recorrido retrospectivo nos ayuda a conocer la figura de uno de los diseñadores más relevantes del siglo XX, teniendo como hito destacado la colaboración con el arquitecto Norman Foster. Más de 200 obras nos permiten derivar entre diferentes etapas de su vida profesional. Desde dibujos inéditos para la creación de la imagen del metro a los reconocibles pictogramas realizados para los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972.
El barrio de la Txantrea en Iruñea es el escenario para el festival de literatura infantil “Brif, Braf, Bruf”, que se acerca a la figura del autor italiano Gianni Rodari. Entre las diferentes actividades que componen el evento, la exposición “Cuadernos viajeros” se conforma como uno de los puntos destacados de su programa. Variopintas es un colectivo de mujeres que ha llevado adelante un proyecto colectivo con un desenlace expositivo. La biblioteca pública de la Txantrea acoge hasta el 29 de enero el resultado de un proceso llevado a cabo por las autoras Concha Pasamar, Idoia Iribertegui, Itziar Goñi, Mila García, Rebecca Gil, Leire Olkotz, Berta Suescun y Gabriela Barrio. La sala se compone de una exposición de las ocho piezas colaborativas que han desarrollado para la ocasión.