Teresa MOLERES
SORBURUA

Bellas y venenosas

Sin pretender hacer una lista exhaustiva de todas las flores venenosas que existen, las siguientes son conocidas, cultivadas y/o vendidas como ornamentales. Con ellas hay que tomar precauciones, manipularlas con guantes, no mordisquear sus hojas y evitar su cultivo en jardines infantiles. Por su peligrosidad, el acónito (Aconitum) encabeza la lista. Unos cuantos gramos de esta belleza con flores de azul intenso pueden matar a una persona, incluso al tocarla puede transmitir su veneno a través de la piel. En medicina se utiliza para aliviar dolores de cabeza y en el jardín, para acentuar los macizos mixtos.

La espuela de caballero (Delphinium) es muy tóxica. Similar al acónito por la alta concentración de alcaloides que contiene, puede matar al ganado que la ingiere en los pastos de primavera. Sus flores son violetas o blancas en tallos altos. La aguileña (Aquilegia), de flores de color pastel muy llamativas, se utiliza en los bordes de los jardines ornamentales. Antiguamente sus semillas se usaban como mata-piojos y también como afrodisiaco. Recordar que cinco gramos de esta planta pueden producir un paro cardíaco.

La dedalera (Digitalis) es habitual en nuestros bosques. De flores rosadas, desde siempre se ha utilizado para combatir la arritmia de corazón. Su envenenamiento produce trastornos en la visión y entonces todo se ve de color naranja. Hay quien sostiene que los naranjas de Van Gogh se debían a medicinas con digitalina. Se cultiva en los jardines históricos.

La peonía o paeonia es tóxica y una de las flores más espectaculares que existen; entre abril y junio son enormes rosas sin espinas. Desde hace 2.000 años los emperadores de China y Japón las cultivaban por su belleza. Una mata puede florecer durante décadas. Los amarillos narcisos (narcissus) son de las primeras flores que aparecen tras el invierno. Suelen plantarse en grupos para acentuar su color. Toda la planta es tóxica, sobre todo los bulbos, y su savia es muy irritante. A la adelfa (Neriun oleander) se la describe como mortal toda ella. Flores en racimos abundantes y rosadas, que se arquean por su peso. Es peligrosa para los animales domésticos; veinte gramos de hojas frescas acaban con una vaca o un caballo pero, afortunadamente, ellos lo saben y no la ingieren. Su uso está muy extendido en jardines y parques.