Teresa Moleres
Sorburua

Poda de rosales

Una vez pasadas las heladas de finales de invierno, entre febrero y marzo, y siempre antes de que las yemas comiencen su desarrollo, es el mejor momento de podar los rosales para mantener su forma arbustiva y promover un crecimiento vigoroso y abundante de su floración. En cualquier otra época del año se pueden eliminar desde la base las ramas defectuosas, viejas y deterioradas, las que nacen hacia dentro o entrecruzadas para que no se produzcan roces entre ellas, así como los brotes mal orientados. Se trata de que el centro del rosal quede despejado para que el aire y el sol entren fácilmente e impedir la aparición de hongos.

En la poda fuerte hay que dejar tres yemas en cada rama, sobre todo en los rosales híbridos y de flores dobles. Una poda más débil va bien en los rosales arbustivos de flores en ramilletes. Eliminar también las ramitas débiles que no podrán sostener rosas. Para los cortes hay que utilizar siempre tijeras podadoras bien afiladas. Se hacen a 6-8 milímetros por encima de las yemas que salen hacia afuera con un corte en bies o diagonal hacia el exterior para que el agua de lluvia no se quede en la yema y resbale hacia afuera y así evitar que se infecte el corte. No nos olvidemos que la poda es para rejuvenecer los rosales viejos cuya producción de flores es escasa. Es aconsejable cada cuatro o cinco años y se poda a ras del suelo.

Si el rosal es nuevo, antes de colocarlo en tierra es conveniente realizar una poda de plantación. En los rosales de raíz desnuda, en otoño e invierno, cortar las puntas de las raíces y de la parte aérea. Conseguiremos que salgan nuevas raíces e impulsar el crecimiento de las yemas. Los rosales cultivados en contenedor se pueden plantar en cualquier época del año; el hoyo debe ser como mínimo de 40 por 40 centímetros.

Esperad a que la planta esté establecida antes de abonar, mejor con materia orgánica, mantillo o estiércol bien descompuesto. Recordad que los rosales son grandes consumidores de nutrientes. Tampoco podemos olvidar los tratamientos a base de insecticidas y fungicidas, esenciales en el cuidado de los rosales. Regad con regularidad, según su necesidad, para mantener el suelo húmedo, sobre todo en los rosales jóvenes. Una vez bien arraigados regar de forma moderada.