Ariane Kamio - Iraia Oiarzabal
Elkarrizketa
Lucas platero

«No creo que la ley sea perfecta, pero sí que introduce algunos principios mínimos que son valiosos hacia la autodeterminación de las personas trans»

Fotografía: J. Danae | Foku
Fotografía: J. Danae | Foku

La controversia surgida, sobre todo en redes sociales, tras hacerse pública la propuesta para una nueva Ley Trans impide a veces centrar el foco en el contenido de una normativa que busca priorizar la defensa de los derechos de las personas trans. Para alejarnos de polémicas y entender lo sustancial de la propuesta buscamos a Lucas Platero (Madrid, 1970), docente universitario y activista del movimiento LGTB con una larga trayectoria. Su experiencia en la academia y en las asambleas nos ayuda a centrar ese foco.

¿Cuáles son los cambios más sustanciales que trae la propuesta de ley?

Lo fundamental es que teníamos una situación de inequidad territorial. Por ejemplo, Galicia tiene una ley LGTB supuestamente discriminatoria con poco contenido frente a la legislación que tienen Andalucía, València, Madrid o Catalunya. Por otra parte, tenemos el desafío de la cuestión de la autodeterminación de las personas trans que esta ley sí está recogiendo, el hecho de que las personas no necesiten una tutela legal o una tutela médica a la hora de poder hacer una transición. Eso me parece fundamental, porque se está haciendo en Argentina, en Portugal y en muchos sitios de Europa. Realmente creo que supone un cambio de lógica bastante empoderante en la medida en la que esta sujeción a la categoría médica no suele traer nada bueno a la hora de cuestionar la voluntad o la capacidad de las personas para decidir por sí mismas. Me parece que establece una base importante y nos plantea también que tenemos que estar a tono con un contexto europeo. Esto tiene que ver con la inspiración que nos ha traído Argentina con el concepto de autodeterminación. Si os acordáis, con la ley de 2007 estábamos en el cambio registral de nombre, muy lejos de lo que la gente era capaz de soñar. No creo que la ley sea perfecta, pero sí que introduce algunos principios mínimos que son valiosos.

Una vez hecha pública la propuesta, se ha abierto un debate bastante polarizado. ¿Dónde podríamos situar la controversia?

Para mí la controversia surge más claramente en el año 2018 cuando algunas voces plantean que el feminismo lleva tiempo discutiendo la necesidad de ampliar el sujeto político del feminismo, que por otra parte es un debate central desde los años 70 hasta ahora y que además es difícil de resolver. Probablemente es más interesante la pregunta que la respuesta. Entonces se montó un revuelo en redes sociales como si hubiera dicho una barbaridad, cuando eso mismo se dijo en las jornadas feministas de Granada en el año 2009 como parte de algo que se estaba discutiendo sin ser especialmente centro de la polémica. Desde entonces creo que desafortunadamente algunos medios de comunicación han dado eco a personas que están planteando una serie de ideas erróneas sobre si el hecho de que las mujeres trans tengan derechos supone un borrado de las mujeres que no son trans y otra serie de ideas difamantes. Esto hace eco de los argumentos de las guerras del sexo que ya se produjeron en los años 60 y 70 en países anglosajones pero no en España. Todo esto es un poco importado porque las relaciones entre los movimientos feministas y los movimientos trans han sido mucho más fluidas y tranquilas a lo largo del tiempo de lo que lo han sido en otros países.

¿Dónde debería situarse entonces el movimiento feminista?

Donde está. Yo no tengo ninguna sensación de tener un conflicto con el movimiento feminista fuerte, sino con una parte del feminismo que no necesariamente está muy en contacto con debates que han sido plurales. Si tú estuviste en las jornadas feministas de 2009, viviste un proceso en el que había sorpresas, quizá no todo el mundo estaba muy de acuerdo pero hubo posibilidad de hablar. Estamos en 2021, ya ha pasado tiempo, si no has vivido esos procesos, ¿dónde estabas? ¿En qué tipo de torre de marfil?

Tenemos precedentes como la ley del aborto o la eutanasia. ¿Cómo ve a la sociedad para afrontar una ley que a priori busca favorecer al colectivo transexual?

Las comunidades autónomas ya tienen esas leyes, Valencia, Aragón, Madrid, Catalunya, Andalucía... Si todas esas comunidades están preparadas, yo no sé por qué el Estado español no lo puede estar. Incluso el País Vasco tiene leyes que apoyan los derechos de las personas trans. Creo que se está importando un conflicto que está escalando y que además tiene una visibilidad en las redes sociales desmedida. Mi sensación es que la mayor parte del feminismo está flipando con lo que está pasando. Y que hay una parte del feminismo, que está situado muchas veces en el PSOE y en algunos lugares de la universidad, que está generando una controversia y una conflictividad que en la vida de las personas no está. Mis compañeras feministas siguen siendo mis compañeras porque su feminismo siempre ha sido un feminismo por los derechos sexuales. El conflicto no está ahí.

 

Por lo que dice, existe un feminismo casi de postureo...

No sé si de postureo, igual no me toca a mí calificarlo. Yo creo que es un feminismo que está en otro sitio. Otro sitio que no es el de las jornadas feministas estatales, que no es el 8M, que no está en los debates que llevamos teniendo a lo largo del tiempo. Yo no sé si digo esto porque tengo 50 años y algunas asambleas he hecho ya. Nos hemos visto en muchas situaciones, nos hemos visto crecer y ese compañerismo sigue a lo largo del tiempo. Para mí es doloroso ver que hay alguien que dice que es feminista y todo su trabajo se dedica a que alguien no tenga derechos.

Según dice, habría un feminismo más ligado a las instituciones y más alejado de la calle que quizá haga peligrar el discurso general del feminismo en pro del derecho de las mujeres y sobre todo de las personas.

Bueno, yo creo que en las instituciones hay de todo. Hay instituciones que han sabido elegir a feministas de la calle. Yo voy a Barcelona o voy al País Vasco y veo otras cosas. En algunos sitios la gente se ha preocupado de elegir en los partidos a gente que tiene una trayectoria feminista y otros partidos han elegido a mujeres para llevar cuestiones de igualdad. Yo creo que es distinto.

En este contexto, ¿cómo ve a toda esa nueva generación que se ha unido al feminismo?

Cuando hablas con gente joven te das cuenta de que podemos estar aquí hablando y discutiendo, y sus foros son otros. Sus lugares de reunión y sus referentes son otros. Hay una fractura de edad importante. La gente joven necesita sus propios referentes. Yo lo que veo con la gente más joven es que muchas veces flipan con estas discusiones cuando tienen mucho más integrada la diversidad sexual y de género. Creo que es un cambio bueno.

En referencia a la ley, en un artículo que publicó en Ctxt el pasado año mencionaba la situación de precariedad que viven muchas personas trans. ¿La ley ampara también este aspecto?

Creo que la ley estatal viene a pensar no solamente sobre el reconocimiento, sino también sobre la redistribución. Si hay personas vulnerables que tienen dificultades para conseguir un trabajo, yo creo que igual que se piensa en la discriminación positiva con las mujeres o con las personas de más de 50 años desempleadas o con discapacidad, está bien que se piensen acciones positivas en esa redistribución de recursos para compensar la situación además que con el franquismo hemos tenido y que no se ha reparado. Es un tema que tenemos ahí pendiente.

¿Tiene ejemplos concretos de cómo podría materializarse esa redistribución y esa justicia social?

Hoy por hoy las leyes autonómicas están pensando en términos de redistribución alrededor del empleo. Pongo el ejemplo de Aragón. Habla de la reserva del 1% de puestos de la Administración pública. En Baleares hacen otra cosa totalmente distinta: se sientan con las personas trans en situación vulnerable y estudian un poco cuáles son sus necesidades. La estrategia es otra, apoyo y ayudas directas ante situaciones concretas. Canarias también ha abierto una línea muy interesante sobre la reparación del daño de la represión franquista. Es conocido que hay una represión específica a la disidencia sexual durante el franquismo que jamás se ha reparado. Otros países hablan, por ejemplo, de una especie de compensación económica similar al permiso de maternidad que tuviera que ver con la transición.

¿En todo este círculo en qué situación quedan los menores y adolescentes?

Estamos bastante preocupados por diferentes motivos. Por una parte porque tenemos la experiencia de criaturas que ya no están, desafortunadamente tenemos a Alan, a Ekai... que se han quitado la vida por la sensación de que su vida no era vivible en la situación actual. Tenemos que trabajar también en la formación del profesorado, el apoyo a las familias... En este sentido creo que la ley estatal tendría que tener cosas en esa dirección. Las comunidades autónomas ya tienen estos programas, ya existe. Tenemos leyes autonómicas para trabajar sobre la base de lo que ya sabemos en coeducación e introduciendo elementos de la educación sexual. Tenéis la experiencia de Skolae, desafortunadamente famosa por las resistencias que ha encontrado. Va un poco por ahí.

 

Yo sé quién soy

Texto: Itziar Ziga

 

En las últimas y sobredimensionadísimas polémicas feministas al calor de la inminente aprobación de la Ley Trans, ha habido un argumento especialmente bajuno de las que se oponen a los derechos de otra gente: que las mujeres estaremos más en peligro si las y los transexuales pueden cambiar su género en el registro sin la autorización del Estado. ¿? Las mujeres trans son violentadas por machos como el resto de las mujeres, solo que todavía más. Pasa igual con las mujeres funcionalmente diversas, con las putas, con las indigentes, con las migrantes en tránsito…
Ser paria además de mujer, redoblará el machismo contra ti: lo sabemos porque llevamos conchabadas entre todas desde que existe el patriarcado. Y, porque estamos juntas de mil maneras y en mil batallas, hace ya tiempo que hablamos de transfeminicidios. Parece mentira que tengamos que aclarar que las mujeres trans asesinadas son mujeres asesinadas.
Como bien sabemos, no nos han regalado nada: hemos tenido que convencer y pelear por todos y cada uno de los derechos conseguidos. ¡Y lo que nos queda! El derecho a la autodeterminación de género no suena tan excitante, inédito y audaz por ser una posmodernez, no: trans y otras quimeras han habido siempre y en todos los confines de la Tierra. Más o menos ocultas, más o menos apreciadas, más o menos vivas, más o menos posibles. Que nuestra forma de reproducción sea sexuada jamás significó que solo haya dos maneras de ser humanas: hombre o mujer. Ni el más facha suscribiría eso, para empezar porque se erige por diferente y por encima de otros hombres. Y: qué coño es un hombre, qué hostias es una mujer. Entonces, ¿por qué una criatura que fue registrada al nacer de forma errónea a como se siente entre las dos únicas opciones, hombre o mujer, tiene que pelear contra el mundo durante décadas por su propia identidad?, ¿por qué tiene que suplicarle al Estado que le reconozca ser quien es? Mi cuerpo es mío, mi identidad es cosa mía, yo sé quién soy.