«La peor persona del mundo»
A estas alturas, no descubrimos nada si nos referimos a “La peor persona del mundo” como una de las grandes sensaciones cinéfilas de la temporada. De hecho, el sector con el olfato más afinado dentro del gremio de periodistas, ya le concedió este honor hará más de medio año, cuando la cinta en cuestión fue presentada ni más ni menos que en el principal escaparate del festival fílmico más importante del mundo.
En la Sección Oficial a Competición de Cannes, es decir, en la carrera por la preciadísima Palma de Oro, algunos pudimos ver por primera vez este, el de momento último trabajo de Joachim Trier, y allí mismo empezó a prender la mecha. En la Croisette, en aquel momento, se produjo el flechazo. Desde entonces, el camino de esta «peor persona del mundo» ha sido una especie de marcha triunfal, que ha ido sumando adeptos a cada nuevo paso dado.
En aquel mismo Festival de Cannes, el jurado presidido por Spike Lee concedió a Renate Reinsve (su impresionante actriz protagonista) el Premio a la Mejor Interpretación Femenina. En los certámenes que vinieron a continuación llegaron reconocimientos tanto por parte de la crítica como por parte del público. Y más: los círculos periodísticos más prestigiosos de Estados Unidos (el de Nueva York, el de Los Ángeles, el de Chicago, la National Board of Review) la incluyeron en sus respectivas listas de mejores películas del año. Hasta el expresidente Barack Obama, reconocido cinéfilo con un gusto indudablemente afinado, le hizo un hueco entre sus favoritas de 2021.
Y claro, aquí estamos, con dicho título en el corte final de algunos de los premios más mediáticos a escala planetaria: los de la Academia de Cine Europeo, los BAFTA, los César... y por supuesto, los Óscar. Cuando “La peor persona del mundo” llegue finalmente a nuestras salas (el 11 de marzo), faltarán apenas dos semanas para saber si se alzará o no con las estatuillas al Mejor Guion Original y a la Mejor Película Internacional, en los galardones que da la Academia americana.
Aunque, a decir verdad, ni Joachim Trier (el director de la criatura) ni Eskil Vogt (su co-guionista, y colaborador habitual de dicho cineasta) ni Renate Reinsve (alma mater del proyecto delante de las cámaras) necesitan que ningún premio les dé la razón. Ahora mismo, “La peor persona del mundo” parece haber cumplido la principal misión con la que fue concebida: calar como retrato generacional... más allá de la juventud a la que filma. Casi nada.
Con esto, la dupla Trier-Vogt completan su particular trilogía dedicada a la capital de su Noruega natal. Primero, en 2006, vino “Reprise”; después, en 2011, llegó “Oslo, 31 de agosto”. Ahora, diez años después de esa segunda parada, el foco se pone por primera vez en un personaje femenino y, casualidad o no, el resultado es la película más redonda, no solo del tríptico, sino también de una de las filmografías más inquietas (y desde luego estimulantes) del cine escandinavo de las últimas décadas.
¿Cómo se ha coronado dicho cima? Como se ha dicho, juntando fuerzas con una actriz que, benditos giros del destino, estaba a punto de dejar la profesión para dedicarse a... la carpintería. Pero, como en las mejores historias (de ficción, se entiende), una llamada a última hora de Joachim Trier consiguió que Renate Reinsve, esa presencia apabullante, se replanteara esa elección vital.
De esto va, y que vivan las carambolas cósmicas, “La peor persona del mundo”: de lo perdidos que estamos cuando nos acercamos a los treinta años de edad. De cómo el ir picando de flor en flor (en lo vocacional, en lo pasional, en lo romántico), más que un rito de iniciación, es la única táctica de supervivencia posible. Así opera esta «comedia romántica para gente que odia las comedias románticas» (Joachim Trier dixit), como un eterno deambular: por las calles de Oslo, por las diversas salidas que ofrece la vida universitaria... y claro, por los inescrutables caminos del amor. Un paseo tan dulce, agrio y entrañable como el que nos espera a nosotros mismos fuera de la sala de cine.