Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto
ARQUITECTURA

Una muralla de libros

La nueva biblioteca de Heidenheim, obra del arquitecto Max Dudler, es una pieza abstracta en el horizonte de esta ciudad de Baden-Württemberg, en el sur de Alemania. La pieza se extiende desde el casco histórico hacia la parte este de la ciudad, uniendo ese centro monumental con un área caracterizada por una arquitectura de posguerra muy heterogénea. El proyecto aparece como una pieza que intenta unificar las diferentes capas históricas de Heidenheim.

El centro de Heidenheim se caracteriza por una arquitectura anónima, falta de identidad y carácter, debido a las reconstrucciones de postguerra, que es visualmente diferente del desarrollo del casco antiguo de la ciudad. La biblioteca se encuentra en la parcela de una antigua prisión, hasta el nacimiento de este proyecto inaccesible, y que siempre puso de manifiesto la división entre la pequeña escala del este de la ciudad y el casco antiguo.

La nueva biblioteca conecta por lo tanto dos áreas: como figura urbana, refleja las muchas capas de la historia de Heidenheim, y por otro lado intenta encajar la escala de la zona en la que se asienta, mediando con los altos aleros de los edificios próximos de las piezas históricas cercanas. La biblioteca se orienta paralela a la estructura urbana, siguiendo en cierto modo la división de lotes medievales, de forma que su geometría genera un eco de aquel parcelario. La adaptación de todas estas reglas resulta en una estructura escultórica, en una especie de silueta urbana. En relación con el vecindario de la iglesia de St. Paul y el antiguo ayuntamiento, el nuevo edificio puede ser visto como un objeto único o como parte integral de un contexto urbano. Es decir, como las excepciones que pertenecen al todo.

En este sentido, la forma de asentar el edificio y la formulación del nuevo proyecto hacen referencia directa a las tipologías de la ciudad interior, caracterizada por pasadizos, plazas y paseos. Con la nueva explanada urbana que se genera en la fachada este, el edificio conecta la estación central de autobuses en el norte con el ayuntamiento en el sur, creando así una nueva articulación urbana y un área peatonal excepcional. La distribución de la planta se proyecta al exterior en la plaza, reflejando también la silueta del edificio. Entre la estructura del barrio y el nuevo edificio, emerge un pasaje como contrapunto al paseo que discurre por el frente.

Las ventanas de gran formato se desmarcan deliberadamente de la arquitectura más ornamentada de sus alrededores históricos. Las incisiones de la fachada dirigen al visitante hacia el espacio urbano, permitiendo la entrada de luz natural. Desde el exterior, la escala real de las ventanas es difícil de determinar, creando un contraste muy atractivo frente a los grandes muros ciegos de ladrillo que caracterizan la materialidad del edificio.

La fachada está construida con un muro de fábrica de ladrillo claro, cuya referencia cromática es el Schloss Hellenstein, el castillo fortaleza de la ciudad, cuyas torres son un hito visible desde cualquier punto de la ciudad.

Para conseguir un efecto de vibración en la fachada, se utilizan también ladrillos con base de clínker, en lugar de los típicos cerámicos. El carácter vibrante del ladrillo contrasta con las juntas de mortero que aportan también tonos de la gama cromática de los propios ladrillos de clínker. La textura de la fachada tiene cierto relieve, pero no es tan apreciable desde la distancia debido al contraste de escala. En las esquinas del edificio y en la parte del interior se han utilizados paños de ladrillo perforado para conseguir un efecto traslúcido que intensifica su carácter monolítico y escultórico.

Mezcla de usos. El edificio alberga la biblioteca municipal, un café, un salón de eventos, una mediateca y el archivo municipal. La mezcla de usos lo transforma en un espacio público con una cierta identidad, que se expresa además a través de su arquitectura. Su entrada principal se abre al exterior invitando al visitante al vestíbulo que permite entender la escala total del edificio. Todas las funciones son reconocibles desde ese punto. Desde el vestíbulo de entrada, el camino lleva a la “plaza del mercado”, o a la biblioteca, así como al recinto para eventos, diseñado para aproximadamente 160 espectadores, y a la mediateca. Desde la plaza del mercado, una generosa escalera lleva a la zona “sin libros” de la biblioteca en la primera planta, un espacio de estudio; y al denominado “paseo” en la segunda planta, que conecta con la sala de lectura.

El café se encuentra en la zona sur del edificio, y también se accede desde el exterior, formando otra entrada y punto de atracción. La biblioteca actual es un espacio libre de pilares, que se extiende hasta la segunda planta y se conforma como un sitio distintivo, con una silueta muy llamativa. La secuencia de espacios altos y pequeños crean una cierta continuidad, un ritmo, a lo largo de los 110 m de longitud del edificio. Esta disposición de espacios, alternando las diferentes alturas, caracteriza el espacio de lectura, creando un paisaje. Dos terrazas de lectura en la planta superior invitan a los visitantes a descansar y relajarse en el espacio exterior cuando hace buen tiempo.

En definitiva, el edificio de la biblioteca se presenta en el lugar como un muralla, pero en cierto modo porosa, abierta a la ciudad, a su estructura e historia, así como al intercambio constante con el exterior que todo edificio público debe atesorar.