Iker Fidalgo
Crítico de arte
PANORAMIKA

Entre lo grande y lo pequeño

El arte siempre está buscando su lugar. Se mueve entre los vericuetos de su propio tiempo y poco a poco va alcanzando y asentándose en nuevos espacios. La creación artística hace tiempo que se desligó de las élites culturales y comenzó a expandirse y a aludir a todo aquello a lo que pudiera interpelar. Se encuentra en lo cotidiano, en el día a día y en la necesidad de narrar la vida a la que pertenecemos. El arte es capaz de centrar su mirada tanto en las grandes preguntas de la humanidad como en los gestos y detalles más pequeños, aquellos que nos convierten en lo que somos. Se desenvuelve entre disciplinas, formatos e intercambios. Se convierte en proceso y es a la vez principio y final. Toma cuerpo y presencia en lo expositivo o en lo espacial y se disuelve convertido en píxeles, luz o sonido. Atraviesa los cuerpos y nuestra percepción, proponiendo nuevas ópticas y maneras de sentir. El arte es una necesidad de explicarnos aquello que conocemos y lo que está por venir y es por eso que es tan necesario y, sobre todo, imprescindible.

A finales de octubre del pasado año, el Gabinete Abstracto de la Sala Rekalde de Bilbo inauguró un nuevo capítulo del ciclo expositivo dedicado al programa Barriek. Los nombres premiados por esta convocatoria de la Diputación Foral de Bizkaia conforman las diferentes fases de esta programación que habita el escaparate acristalado de esta sala ubicada en el centro de la capital vizcaína. “Pikete tuning” es el título de la muestra que podremos visitar hasta el 15 de enero. Una instalación escultórica realizada por M. Benito Piriz (Durango, 1992). Unas grandes piezas realizadas con un material de aspecto espumoso ocupan el espacio expositivo. Colgadas, sobre el suelo o apoyadas sobre lo que parece ser la pieza de un coche. Elementos de gran volumen que con colores amarillos y rosas pálidos nos llevan a códigos de una construcción con un anhelo industrial. El proyecto de Benito Piriz se basa en dos lenguajes. El llamado tuning de guerrilla que abarca transformaciones efímeras y precarias en la estética de los vehículos y las formas de los tatuajes de tribales que se hacen en la parte baja de la espalda. De la conjunción de estos dos elementos surge una producción que, si bien toma la escala de gran tamaño como referencia, acaba por referirse a la relación de los cuerpos. Esto supone una continuidad de cuestiones que ya vimos en su proyecto anterior titulado “Mochilas”. La moda y lo textil como aquello que se abraza y se asocia a cada cual. La creación de un espacio de diálogo entre los complementos o la moda y el cuerpo que la soporta y la habita como construcción de identidad.

Hasta el 26 de febrero se extiende la exposición que el Museo Guggenheim de Bilbo inauguró en setiembre como parte de los actos de celebración del 25º aniversario del museo en la ciudad. “Secciones/intersecciones” se basa en aquellas obras de la colección que han marcado este cuarto de siglo y se plantea como un tríptico que se expone en las tres plantas del edificio bajo los títulos: “Marcando la historia”, “Desplegando narrativas” y “La vida material”. Cada uno de ellos alberga diferentes piezas entre las que reconoceremos alguno de los momentos más icónicos de estos 25 años de convivencia con la institución. Como es de suponer en un proyecto de estas características, cuenta con un amplio elenco de nombres que se presentan ante el público. Rothko, Lee Crasner, Cristina Iglesias, Basquiat, Joseph Beuys o Mona Hatoum son solo algunas de las firmas que encontramos entre las diferentes plantas, para llegar a la instalación que la artista japonesa Yayoi Kusama (Matsumoto, Nagano, 1929) ha preparado en la sala 103 del museo bajo el título “Sala de espejos del infinito-Deseo de felicidad para los seres humanos desde más allá del universo (2020)”.