«Till»
La propia historia de la cineasta nigeriana Chinonye Chukwu daría para una película, y es posible que algún día, cuando ya se sienta más rodada en su oficio la haga. Podría contar el depresivo proceso de adaptación a Alaska por el que pasó recién llegada a un destino totalmente opuesto a la tierra natal africana que había dejado atrás. Lo que ahora importa es que son experiencias vitales que la han marcado, y que han despertado en ella una sensibilidad y un carácter fuerte a la hora de elegir los temas y el tono de sus películas. Un tesón que tuvo su primera recompensa en el Festival de Sundance, al ser la primera mujer afroamericana en ganar el Gran Premio del Jurado con su ópera-prima cinematográfica “Clemency” (2019). Está dedicada a la memoria de Troy Davis, uno de los casos más flagrantes de ejecución de pena de muerte a un hombre negro, sin una culpabilidad demostrada. Todo el proceso policial condenatorio estuvo manipulado, y se le juzgó y condenó en el año 2011 por un crimen que no había cometido. En la película su papel lo interpreta Aldis Hodge, mientras que Alfre Woodward es la directora de la cárcel de máxima seguridad en la que está el corredor de la muerte.
Chinonye Chukwu insiste en la misma línea de denuncia con su segundo largometraje “Till” (2022), aunque la gran triunfadora de la película es la actriz Danielle Deadwyller, que por ser una mujer negra de Alabama puede entender perfectamente el papel que le toca interpretar, y que de momento le vale la nominación al Óscar, dándose así a conocer tras varios trabajos televisivos. Es su primera aparición estelar en el cine, ya que antes formó parte como secundaria del impactante reparto afroamericano del western de Netflix “Más dura será la caída” (2021). En este tarantiniano western negro de Jeymes Samuel salen también Jonathan Majors, Idris Elba, Regina King, Zazie Beetz y Delroy Lindo.
Por lo tanto, su emocionante e inolvidable encarnación de Mamie Till es toda una grata sorpresa, que la convierte en la verdadera y gran protagonista de “Till” (2022). Ya se sabe que en este tipo de recreaciones históricas los rótulos informativos suelen ser muy importantes, y aquí nos advierten de que el texto final del 2022 de la Ley Antilinchamiento tardó siete décadas en llegar. Sobra cualquier comentario al respecto, pero se debe saber que es el resultado escandalosamente tardío de la lucha que esta mujer mantuvo en vida para que no volvieran a ocurrir casos como el de su hijo Emmett Till, aunque han seguido ocurriendo. Lo que Mamie Till consiguió en 1955 es que se hablase de aquel linchamiento, en una época en que la prensa del sur ni siquiera se hacía eco de tales prácticas, consideradas como algo privativo de los estados racistas que no salía a la luz.
La pobre Mamie hasta se sentía culpable de la muerte de su hijo Emmett, porque le había dado permiso para visitar a sus primos en el sur, cuando este menor de 14 años nunca había salido de Chicago. Pero una vez que se supo la noticia, no dudó en personarse allí y enfrentarse a una sociedad dispuesta a tapar al asunto, aun a sabiendas de que el juicio lo tenía perdido de antemano.
El inocente chico cometió el error, nada más llegar a la población rural de Money, en el estado de Mississippi, de hablarle con naturalidad a una dependienta blanca como lo solía hacer en Chicago. Al saberlo, el marido de la joven montó en colera y organizó la captura que acabó con el linchamiento del menor.
La entonces dependienta, que se llama Carolyn Bryant, y en la ficción está interpretada por Haley Bennett, vive todavía. Es una superviviente de aquellos hechos que nunca deberían haberse llegado a producir, y que al público actual de fuera de los Estados Unidos se le harán extraños, pero lo cierto es que tuvieron lugar a mediados del pasado siglo, justo tal como los recoge Chinonye Chukwu en su película, que hace procedente la conocida etiqueta de “dura pero necesaria”.