Mariona Borrull
CINE

«Passages»

Adèle Exarchopoulos y Franz Rogowski protagonizan «Passages» y en la película son dos de los vértices de un triángulo sexoafectivo.
Adèle Exarchopoulos y Franz Rogowski protagonizan «Passages» y en la película son dos de los vértices de un triángulo sexoafectivo.

Es la fiesta de fin de rodaje de la nueva película de Tomas (Franz Rogowski), un cineasta joven, arrogante y meticuloso hasta la crueldad. Esa noche Tomas se acuesta con Agathe (Adèle Exarchopoulos), en un chispazo físico, sencillo e instantáneo. Cuando él le cuente a su esposo Martin (Ben Whishaw) sobre la tremenda experiencia que vivió la noche anterior, decidirán abrir la relación… Hasta que Martin tenga su primera aventura, claro; entonces Tomas pondrá todo su empeño en volver a centrar la atención de su marido. ¿Adónde pueden llevarnos los coletazos emocionales de una criatura voluble e irreflexiva como Tomas? Pasen y vean.

Estrenada en Sundance y Berlinale con excelentes críticas, “Passages” ve la toxicidad que amenaza nuestras relaciones sexoafectivas y arroja luz sobre cuánto hay que cuidarlas para que nos permitan mantener a raya a nuestro Tomas interior, un metteur en scène a quien le encanta el drama. Aunque de narcisistas como él, afortunadamente, hay pocos: Franz Rogowski construye en “Passages” a un personaje queridamente cómico y villanesco, inspirado explícitamente en los malos carismáticos de James Cagney en “Al rojo vivo” (Raoul Walsh, 1949) o “El enemigo público” (William A. Wellman, 1931). Rogowski cautiva por su incontinencia emocional, a pesar del caos que desata en la vida de Martin y Agathe, los dos grandes rostros de la “normalidad” en el cine contemporáneo: Ben Whishaw por su extraordinaria carrera a base de hombres introvertidos (“Esto te va a doler”) y Adèle Exarchopoulos (“La vida de Adèle”) como más digna heredera de la cercanía terrenal de una Jeanne Moureau.

Con ternura y mala baba, la octava película de Ira Sachs despedaza el complicado espacio entre dichos y hechos en las relaciones de pareja, un tema que viene prodigando en hits festivaleros como “Frankie” (Sección Oficial de Cannes y Toronto), “Verano en Brooklyn” (Gran Premio en el Festival de Deauville) o “Keep the Lights On” (Premio Teddy en la Berlinale). De hecho, Sachs ya había dedicado el principio de su carrera, en “El Delta” (1996) y en “Forty Shades of Blue” (2005), a los recovecos específicos de un triángulo sexoafectivo… Para “Passages”, el cineasta dice haberse inspirado en “El inocente” (1976), la última película de Luchino Visconti, y en “Loulou” (Maurice Pialat, 1980), cuya guionista, Arlette Langmann, ha escrito los diálogos de la de Sachs.

Avala el film Saïd Ben Saïd (“Elle”, “Bacurau”), un productor con garra y sin muchos reparos. Sexi, histriónica y algo repelente, “Passages” será mañana un hito del cine europeo, como las de Pialat lo son hoy. Tras el hartazgo de cine prefabricado, volveremos a encontrarnos entre la novedad, la pertenencia y el miedo al cambio. Nada mejor que una película para hablar de todo aquello que esconde el amor “romántico”.