Hágase la luz... artificial
Esta imagen algo psicodélica no tiene que ver con la inteligencia artificial, ni con nada parecido, aunque sí con el mundo laboral, porque esta trabajadora comprueba las luces LED destinadas a la exportación en una fábrica de Ruichang, en la provincia central china de Jiangxi. Parece que fue ayer, y en realidad lo fue, ocurrió en 2010, cuando apelando al ahorro energético este tipo de luces cruzaron las puertas de nuestras casas, centros de trabajo y demás lugares a iluminar y aquí siguen. Llegaron para quedarse, también entonces desde China, y empezaron a formar parte de todos los rincones, incluido el alumbrado público. LED es el acrónimo de Light-Emitting Diode, que se traduce como diodo emisor de luz, y su funcionamiento está inspirado en un principio fotoeléctrico del mismísimo Albert Einstein. Un principio basado en la existencia de materiales que, al someterlos a una corriente eléctrica, pueden producir luz. Hoy en día, las LED se han convertido en la principal fuente de iluminación. Entre sus ventajas se suele destacar su bajo consumo, su larga vida útil y su material resistente. Son más económicas y duraderas que otras luces convencionales, lo que les ha otorgado el calificativo de sostenibles. Ahora que la iluminación navideña ha desaparecido, después de permanecer cinco semanas largas en pueblos y ciudades, volvemos a hablar de luces, aunque la mejor no admite discusión: es la natural.