«Es más difícil que antaño, pero es posible volver a ver un Athletic campeón»
Genio y figura. A los 73 años, Javier Clemente mantiene intacta la vitalidad y no tiene ninguna intención de retirarse. Es uno de los mejores entrenadores de fútbol vascos y ha sido una estrella mediática en los ochenta y noventa.
El rubio de Barakaldo no ha perdido su oratoria, y repasar su carrera en una sola entrevista se hace imposible. Su currículum es extenso, con casi mil partidos oficiales en los banquillos y cientos de anécdotas por cada sitio que ha pasado. Desde selecciones como la vasca y la española a Camerún, Serbia o Libia. En Primera División, Javier Clemente (Barakaldo, 1950) ha dirigido también a numerosos equipos. Líder carismático y principal artífice del Athletic campeón de la gabarra, su primer cese supuso un terremoto que abrió una herida en la entidad y tuvo sus réplicas durante años.
¿Qué hace en la actualidad? Ver fútbol, reuniones de trabajo y jugar al golf. De momento no estoy retirado; si me sale un equipo, me voy a entrenar. Es lo que a mí me gusta. Sigo disfrutando entrenando y, cuando no entreno, no es lo que más me gusta. Pero no me queda otro remedio porque no depende de mí.
¿No ha pensado nunca en dedicarse a la formación en cantera? A mí la cantera me parece un trabajo importante, especial, y me gusta. Sin embargo, no pagan, por lo que no tengo ningún interés. Mejor dicho, no lo he tenido mientras he sido profesional y estaba en activo. No he tenido interés en entrenar a chavales, no porque no me gusten, es un entrenamiento especial y donde más hay que saber pero, como no pagan, lo he desechado.
Decía que sigue viendo fútbol, en su día se fue a aprender de Bobby Robson. Bueno, sobre todo sigo viendo los partidos de la Liga. En cuanto a lo de Bobby Robson, fue cuando estaba en el Bilbao Athletic, formándome como entrenador. Llevaba cinco o seis años entrenando y fui a conocer los sistemas del equipo que había sido campeón europeo en aquella época -el Ipswich Town ganó la Copa de la UEFA en 1981-. Era un equipo desconocido, de pueblo, con similitudes con Bilbao y fue campeón europeo con un equipo de una población reducida, no del tamaño de Roma, Madrid o Barcelona. Me fui un mes para ver qué tenía ese equipo.
¿Ahora le atrae algún entrenador o estilo de juego? Me sigue gustando el estilo de fútbol que hemos practicado en Bilbao de toda la vida. Los métodos y sistemas que puedas emplear dependen de los jugadores que tienes. Luego, a la hora de afrontar un partido, tu equipo tiene que saber muchas formas de juego para hacer frente al contrario y acertar a aplicar, según el rival. Hay que diseñar un plan teniendo en cuenta al equipo al que te vas a enfrentar. Sin embargo, ahora existen otros planteamientos con los que no estoy a favor ni en contra, pero que yo no emplearía.
¿Qué quiere decir? Cada equipo tiene una forma de jugar. En el caso del Athletic, tiene su forma. A mí me gusta un poco de todo. Si me preguntan si jugaría como el Barcelona, diría que no, porque no tengo esos jugadores. Si los tuviera, seguro que utilizaría algunas de las cosas que hacen. Tengo mis criterios y puntos de vista, y considero que a cada equipo hay que jugarle de una forma distinta para poderle ganar.
¿Está satisfecho con su trayectoria en los banquillos? No puedo hacer una valoración de mi carrera. Sé dónde he estado, dónde lo he tenido más fácil y muy difícil, porque he ido a equipos que estaban desahuciados. A mí eso no me importa, no tengo ningún inconveniente en ir a un equipo que está en el último puesto, pero sé que es muy difícil salir de la última posición. Yo no soy más listo que nadie para decir que puedo convertir en campeón a un equipo que está en la cola. Al Athletic fui estando en la última posición y salimos bien, también cuando estuve en la Real Sociedad salimos y no bajamos. En el Espanyol y el Betis también lo he conseguido y me alegro. En otros equipos no pudo ser. En el Tenerife estuve tres meses, llegué siendo últimos, pero descendimos. En el Sporting estuvimos a punto de salvarnos. En Valladolid estuve mes y medio, estaban los últimos y descendimos al no poder ganar al Barcelona en la última jornada. He descendido con algunos equipos. A pesar de que sacamos muchos puntos, no fueron los suficientes. No he podido salvar a todos.
¿Cómo surge la oportunidad de ir a entrenar a Libia? Me llamaron para hablar conmigo, fui a la reunión y les pregunté sobre qué es lo que querían, porque Libia nunca había ganado nada, ni tres partidos seguidos. Me contestaron que querían que la selección mejorara y les dije que ya tenían entrenador porque estaba convencido de poder hacerlo. Vinieron conmigo un ayudante, un entrenador de porteros y un preparador físico. A los cuatro meses, ganamos el Campeonato Africano de Naciones. Fue el primer título internacional. Mejoramos el nivel, pero no pudimos clasificarnos para el Mundial, ya que hay selecciones que son potencias como Sudáfrica, Senegal...
¿Enfoca de distinta manera entrenar a un club o una selección? Yo entiendo el fútbol desde el mismo punto de vista a la hora de entrenar. La diferencia es que en una selección tengo para elegir muchos más jugadores que me llamen la atención por sus condiciones técnicas y físicas. De ahí hago una selección y voy eligiendo los que tienen unas condiciones que me gustan a mí. Así, voy haciendo una plantilla en base al tipo de partido que pienso plantear. Por ejemplo, si creo que vamos a salir a la contra, llamo a jugadores de ese estilo. En un club me tengo que arreglar con la plantilla que hay, intento poder mejorar con lo que tenemos. No voy a los equipos fichando jugadores.
Visto desde fuera, no parece nada sencillo entrenar a selecciones como Camerún o Serbia. En Camerún estaba de capitán Samuel Eto'o y los jugadores se llevaban bien, sin que se generara ningún problema estando yo. Quitando un tío raro que a veces le apetecía venir o no, y terminé descolgándole de la selección. Tampoco tuve ningún problema en Serbia. Todos venían encantados. A mí me tocó dirigir a una Serbia que acababa de ser un país independiente y una generación nueva. Tuve que sacar jugadores de la sub 21. Eran todos críos, aunque dieron un buen nivel y jugábamos muy bien. Quedamos terceros de grupo, pero solo se clasificaban dos. Portugal y Polonia eran superiores y quedaron por encima.
Hasta se convirtió en un ídolo en Serbia. A veces la prensa cuenta muchas bolas. Tuve un accidente en Zarautz y me rompí cuatro costillas y la clavícula. No me dejaban viajar en avión porque una costilla me perforó el pulmón. Entonces fui en taxi a preparar el partido y tardé día y medio en llegar. No podía dejar el equipo en un partido importante como Portugal. Tenía que estar allí para prepararlo.
Ha mencionado a la prensa, menuda presión mediática le tocó vivir al frente de la selección española. Hay periodistas que se inventan cosas, otros que escriben lo que ellos creen y está bien -aunque pueda no estar de acuerdo lo respeto-, y hay otros que se dedican a insultar porque quieren manejar ellos el cotarro de la selección. Si yo soy el seleccionador, es mi decisión elegir, porque sé quiénes son los legales, los que se esfuerzan y dan lo que tienen. Yo llevo a esos. Sin embargo, hay periodistas que quieren que lleve a los de su equipo. Y, cuando estoy yo, mando yo.
En un documental en Movistar que salió a la luz en otoño se transmite un ambiente de enfrentamiento continuo. Hay algunos que siguen mintiendo. Han pasado 30 años y me han dado caña a manta desde aquella época. Fue muy llamativo un periodista de la Cadena Ser que dijo que le había pegado en una Eurocopa. Fue lamentable la actitud de la prensa en aquel torneo. Yo apechugué con lo que pude, con tíos creando problemas, y también me divertí, aunque parezca curioso. Dijo que le había pegado tras el partido contra Rumanía y toda la prensa se me puso en contra. Reconocí que tuve una mala reacción tras el partido, pero que no le había pegado. Han pasado los años y siguen diciendo lo mismo. A mí ahora me daría igual decir que le pegué, pero no le toqué. Sí que es cierto que le quité el micrófono para que no siguiera preguntando en la zona que estaba prohibida. Era del grupo de la Ser y se había metido en esa zona premeditadamente para incordiar.
¿Ha dicho que disfrutaba? Me lo pasaba bomba; decir que un periodista miente y es un imbécil para mí es una gozada. El que es normal, es educado y respetuoso, aunque opine diferente que yo, le respeto. Soy un tío que siempre he entendido que, siendo entrenador, a los medios hay que atenderles. No me he negado, alguna vez igual no he tenido tiempo. Sin embargo, me he encontrado con periodistas que por decir que no puedo atenderles me han dicho que me atenga a las consecuencias. Si me vienen así, no le doy la entrevista ni de broma.
La tensión también era palpable en los enfrentamientos con el Barcelona de Maradona en los ochenta. Nunca he ido a una rueda de prensa tensionado, otra cosa es que pareciera que estaba de mala leche. De Maradona no he hablado nunca. Lo que pasa es que cuando estaba en el Athletic, Goiko le hizo una entrada y le lesionó. Maradona podía decir que le han ido a matar, pero yo lo que hice fue defender a Goiko diciendo que a nosotros también nos hacían entradas. Menotti y Maradona se pusieron a hablar mal del fútbol del Athletic y yo pedí que nos respeten, además de recordar cómo jugaba la Argentina de su época. Hay mucha gente que se calla, según quién es el que habla, pero yo no. Si atacan a mi equipo y a mis jugadores, el que tiene que defenderles soy yo. Schuster, que es muy amigo mío y tengo buena relación, llegó a decir que jugar en Bilbao era como ir a la guerra de Corea. Los jugadores también dicen cosas y no pasa nada por contestarles que se han equivocado y defendernos.
¿Entiende ese duelo dialéctico en la previa como parte del juego? Sí, pero con una diferencia. Yo siempre he creído que mi equipo necesita a la afición. Entonces, intento hacer unas declaraciones para que nuestros seguidores estén movidos, alterados, pero siempre respetando al contrario. Nunca he dicho que viene un asesino o un sinvergüenza, un equipo que se cierra mucho, que son el antifútbol. Nunca hablo de los contrarios, me importan muy poco. Analizo cómo son y pienso un plan para ganarles con el equipo que yo tengo. Con una particularidad: cuando me han ganado o han perdido, siempre destaco que son muy buenos para revalorizar a tu equipo. Decir que el rival no juega a nada, no lo he hecho nunca ni lo haré. Cuando el contrario te gana con trampas dices que han jugado sucio, pero nada más.
Hablando de esa época, ¿cómo consiguió hacer al Athletic campeón de Liga y Copa? Ese equipo lo fui construyendo con jugadores que los tuve conmigo desde 1977, cuando entré en el club como entrenador. Subí a diez chavales jóvenes del filial e hicimos un equipo campeón con jugadores que ya estaban en el primer equipo como Dani, Urkiaga, Goiko o Sarabia, que había estado cedido, y no jugaba con Koldo Agirre. Nada más llegar ya dije que íbamos a luchar por ser campeones. Yo no les convencí, les decía que tenían que jugar siendo como eran, siguiendo un plan en cada partido y eligiendo a los jugadores. Éramos un grupo en el que se iban introduciendo cambios según los contrarios y el estado de forma en el que estuvieran. No jugaban siempre los mismos, nadie sabía si iba a jugar. Éramos una plantilla en la que todos eran titulares y suplentes. Yo no entiendo de rotaciones, sacaba en cada jornada el equipo que creía que era el mejor para ganar y punto.
¿Cree que es repetible? Sí, pero no con las actuales metodologías. Cada uno hace lo que cree que tiene que hacer, aunque considero que con los métodos actuales el Athletic no puede volver a ser campeón. Habría que cambiar cosas y no puedo entrar al detalle. No es fácil y cuesta tiempo. Entiendo que es más difícil que antaño, pero es posible.
¿Podría concretar a qué se refiere? En estilo, en historia, en tradición, en elección, en trabajo desde abajo... son muchas cosas. Son cientos de cosas, pequeños detalles que hay que ir modificando. La base de todo es la historia y la trayectoria del Athletic y cómo es el fútbol. Esto no es como leer un libro, luego hay que trabajar. Hay que decidir los entrenamientos que se hacen. Hay que empezar por la elección de los jugadores que vienen a Lezama con 11-12 años. Ver el tipo de cultura futbolística que tienen, quiénes van pasando al siguiente equipo, a quiénes das la baja e incorporas. Qué van aprendiendo, los métodos que aplicas y el tipo de fútbol que hacen.
¿Quiere decir que es un proceso largo? Son días de entrenamiento que los chavales tienen que ir aprendiendo poco a poco. Tienen que aprender una convivencia, una forma de jugar. El Athletic lo ha dejado y, por eso, tenemos muchos altibajos. No es culpa de los entrenadores del primer equipo, es la responsabilidad de los que llevan el engranaje del Athletic. Son las directivas las que se encargan de hacer ese tipo de cosas. Cada uno en su casa hace lo que él quiere, cada directiva manda y en el Athletic una serie de directivos han elegido gente para trabajar en Lezama con un prisma de entrenador que les ha gustado. En los clubes mandan las directivas y son las que eligen las personas que han apostado por un tipo de fútbol. El Athletic ha optado por un estilo en los últimos 30 años que está bien, no tengo nada que objetar, pero no seremos campeones de esa forma.
En mayo se conmemora el cuarenta aniversario de la última Liga y Copa que ganó con el Athletic. Ese equipo se deshace con su destitución, ¿cómo lo recuerda? Da igual, tarde o temprano los malos resultados hubieran desembocado en que acabara siendo destituido. Lo que pasa que a mí me echaron por una cuestión que nunca debía haber roto el Athletic. La directiva conocía la indisciplina de Manolo Sarabia y la medida que iba a tomar. Para mí era el mejor jugador que tuve. Nunca he dudado de su calidad. Sin embargo, con cinco años menos, era suplente con Koldo Agirre. Yo le hice titular del Athletic. Cuando le empecé a quitar, estaba bajando físicamente, y él convirtió el no jugar con indisciplina porque se hizo amigo de Paco Crespo, periodista de “El Correo”.
Entonces montaron un tándem para meterse con su suplencia y nos creaba muchos problemas. Fundamentalmente, era un inconveniente para el que jugaba en su lugar. Como yo siempre trataba a todos los jugadores por igual, le dije delante de todos que explicara por qué tenía que jugar él. Que se tenía que callar y no hacer declaraciones en contra de nadie del equipo. Si crees que eres el mejor, me parece muy bien, sigue jugando así y, cada vez que sales en el segundo tiempo, metes un gol y ganamos, que es de lo que se trata. El objetivo es que el Athletic gane. Sin embargo, solo quieres ganar tú y eso no puede ser. Entonces me cesaron a mí. Los jugadores fueron todos al club y les mandaron a freír churros. La directiva se cagó con “El Correo”.
¿Se ha reconducido la situación con Sarabia? No tenemos relación, ni buena ni mala. Nada. Es un tío que se cargó un ambiente increíble y ha ido por la vida como él ha creído conveniente, pero no es lo que a mí me va bien.
Después de su marcha, el Athletic se descompuso. ¿Cree que podían haber seguido ganando títulos? Se fueron todos, aunque creo que hubiéramos podido seguir siendo campeones. Yo respeto mucho a las directivas; una cosa es que les respete y otra que esté de acuerdo. Las directivas eligen a su personal. A veces pienso que es una pena. Suelo pensar que jugando así no volveremos a ser campeones, pero lo acepto. La directiva es la que manda y para eso son los elegidos. Otra cosa es que esté de acuerdo. En 30 años de modificaciones en Lezama, de estudio y trabajo, no estoy de acuerdo. Pero así no seremos campeones. El Athletic, con las dificultades que tiene, hay que hacer otras cosas. Cada uno que haga lo que quiera. No hemos ganado nada, pero no por eso me muero.
Regresó al Athletic en los noventa. La primera vez fue con Lertxundi, un tío al que aprecio y es buena persona. Sin embargo, me amargó la vida porque no me dejaba ni moverme. Era como entrenar encorsetado. Era un equipo joven, quise hacer cosas diferentes, pero no pude con chavales de 18 años que venían de Lezama y eran todo problemas en cuanto a la forma de jugar. Había que enseñarles con más tranquilidad cómo era la competición, pero no me dieron tiempo.
También le echaron en 2006 después de salvar al equipo. La siguiente vez que volví. Cogí al Athletic el último, con lo que eso suponía para mí. Era una cosa que no entendía y lo primero que les dije a los jugadores es que no entendía cómo podían ir últimos. Ya les explique que no iba a ser fácil. Nuestro vestuario es el Athletic y, para jugar en el Athletic, hay que entender lo que es y hay que jugar sabiendo lo que supone. Fuimos bien y salimos. Ese año me llamaron en octubre o noviembre, pero en el mes de junio no aceptaron que dirigiera el Bilbao Athletic. Me ofrecí a entrenar al filial y me dijeron que no. Luego me vinieron a buscar. Uno de los directivos que llevaba el fútbol base era un sinvergüenza que luego consiguió echarme cuando tenía contrato. No lo entendí, no supieron ni explicarme por qué me habían echado. Fue tres días antes de empezar la pretemporada, después de estar viendo cómo entrenaban los nuevos porque no los conocía ni a los jóvenes. Eso fue una mamarrachada que en el Athletic también se han hecho. Somos un equipo señor, pero no todos los que están en el equipo, por lo menos en aquella época, son señores.
En los últimos años estuvo dirigiendo a la selección vasca. En el aspecto personal dirigir a la selección de Euskadi es un honor. Pero es inviable, no tiene razón de ser en las condiciones en las que se encuentra. No compite, no hay partidos oficiales, no hay jugadores que se vinculen con la selección. No quieren ir a jugar amistosos ya que no dejan de ser partidos de festejo. La primera vez que fui con la selección vasca a Panamá, de los nueve que pedí a la Real solo fueron dos, y en el Athletic cuatro. En la segunda ocasión, pedí trece de la Real y vinieron dos. Para los clubes también es un problema porque se pueden lesionar jugadores en mitad de la competición. En vez de organizar partidos, estoy más a favor de negociar para conseguir la oficialidad. Una vez que se obtuviera es cuando se tiene que hacer una selección para intentar ser campeona del mundo.
¿Considera factible alcanzar un acuerdo entre el Gobierno de Madrid y el Ejecutivo de Lakua? La Federación española siempre va a hacer lo posible para que la de Euskadi no pueda ser oficial. Hay jugadores que se los vas a quitar y luego irían Catalunya o Galicia. Le vas a quitar un potencial muy grande y siempre van a votar en contra. En la FIFA y la UEFA tendríamos muchas dificultades. A nivel político creo que el Gobierno Vasco sí puede conseguir que Madrid no esté en contra pero, a nivel futbolístico, si España te pone un veto, es muy difícil.
Ha mencionado intentar ser campeones del mundo, ¿a qué nivel cree que estaría la selección vasca? Arriba del todo, muchas selecciones se asustarían jugando contra Euskadi. Sería una selección muy potente por temperamento, por carácter. Un equipo de fútbol no lo concibo solo por la calidad de los jugadores, también hay que tener en cuenta el ambiente que hay en el equipo, la afición o el público que tiene detrás. El sentimiento con el equipo. Esa casta, comportamiento, disciplina, compañerismo... también son necesarios. Tendríamos 22-23 jugadores muy buenos.
¿Si le vuelven a llamar volvería? Iría; si quieren verbenas, no. Si son partidos oficiales, claro que voy. El partido de Navidad lo que tienen que hacer es no hacerlo. Si queremos ser serios, hay que organizar partidos oficiales y ser profesionales para todo.