Manuel Valls, más cuestionado tras el nuevo descalabro del PS
La incontestable victoria de la derecha en las elecciones departamentales en el Estado francés ha supuesto un duro castigo para el PS de François Hollande, pero ha dejado especialmente tocado a su primer ministro, Manuel Valls, quien insistió en que no renunciará y mantendrá el rumbo de su Ejecutivo. Valls atribuyó la derrota a la fragmentación de la izquierda, por lo que el PS comenzó su acercamiento hacia los diputados «rebeldes» y a su exsocio ecologista.
El primer ministro francés, Manuel Valls, reconoció el domingo por la noche el tributo pagado en las elecciones departamentales por una izquierda «demasiado fragmentada» y afirmó haber escuchado «la ira» de los france- ses, la mitad de los cuales no acudió a votar. Sin embargo, descartó un cambio de rumbo en su Ejecutivo y una remodelación del Gobierno, cuya Jefatura no tiene intención de abandonar. Ya lo había dicho antes de los comicios François Hollande.
Además de por la derechización del Estado francesa, en la que coinciden los analistas por la victoria de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y el buen resultado del Frente Nacional, la derrota fue doblemente dura para Hollande y Valls, ya que sus bastiones electorales, Corrèze y Essonne, respectivamente, figuran entre los 28 departamentos conquistados por la oposición.
Pero la dimensión del descalabro del Partido Socialista (PS), que finalmente controlará un tercio de los departamentos (34) frente a los dos tercios obtenidos por la derecha (66), ha disparado todas las alarmas en El Elíseo, que ya busca alianzas para que el resultado no se repita en las regionales de diciembre. Ha ahondado, además, en las divisiones internas en el partido, ya que alguna corriente –además de los partidos situados a la izquierda del PS– ven con recelo al primer ministro, representante del ala más derechista de la formación, que lleva un año tratando de «desbloquear» Francia con reformas y fórmulas «de choque» y con una personalidad autoritaria que crispa a sus propios correligionarios.
La corriente crítica que integran decenas de diputados «rebeldes», liderado por la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, responsabiliza del fracaso a la política reformista del Ejecutivo, al que piden un cambio de rumbo para frenar la pérdida de apoyos que ha sido constante en las últimas cuatro citas electorales. «Continuar sin cambiar nada es subestimar la amplitud del golpe político», señaló esta corriente en un comunicado. Para Aubry se trata del «voto de protesta a raíz de la política nacional», mientras que Jérôme Guedj cree que «no estamos dando contra un muro». «Si no hay reacción, habrá sido un ensayo general de lo que nos va a pasar en 2017».
Estrategia de acercamiento
Hollande y Valls comenzaron ayer una estrategia de acercamiento a sus críticos, tanto en el seno del PS como al margen de la formación, al tiempo que, según algunas fuentes, trabajan en una eventual remodelación gubernamental que podría contemplan la incorporación al Ejecutivo de algún dirigente «rebelde» y un representante de Los Verdes. Sus críticos reclaman, no obstante, cambios en las políticas económicas del Gobierno para poder lograr la reunificación, algo a lo que Valls no parece dispuesto.
El primer ministro suspendió ayer la visita prevista a Alemania –donde debía participar en el consejo de ministros franco-alemán previsto hoy en Berlín y visitar el BCE– para participar en la sesión de preguntas al Gobierno en la Asamblea Nacional y mantener un encuentro con sus parlamentarios, pero el acercamiento será más difícil con el otro gran bloque de la izquierda, el Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, que ha declarado la guerra Hollande y a las políticas de austeridad.
Por de pronto, el PS convocó ayer a sus antiguos socios ecologistas, Los Verdes, a su sede parisina, donde mantuvieron una tensa pero «muy fructífera» reunión, según el secretario general del partido, Jean-Christophe Cambadélis. Sus palabras fueron matizadas por la líder de Los Verdes, Emmanuelle, Cosse, que recordó que hace falta hallar puntos de diálogo, «pero también son necesarias acciones», y reclamó un proyecto que responda «a las angustias de los franceses para encontrar un empleo o llegar a fin de mes».