Imanol INTZIARTE
RUGBY

Toulon III, emperador de Europa

El conjunto de Bernard Laporte suma su tercer título consecutivo al derrotar a Clermont en la final de la Champions Cup.

TOULON 24

CLERMONT 18


Tres de tres para Toulon, que ha hecho del Viejo Continente un imperio en el que gobierna con mano de hierro. Los dirigidos por Bernard Laporte han firmado un triplete inédito hasta la fecha, igualan a Leinster en número de títulos y se quedan a uno de Stade Toulousain.

La otra cara de la moneda es Clermont, que ha vuelto a quedarse con la miel en los labios. Dos subcampeonatos y dos veces semifinalistas en los cuatro últimos años, los de Auvernia no han conseguido vengar la derrota sufrida hace dos años.

La final fue más entretenida de lo que preveía la mayoría. Se esperaba un choque cerrado, rocoso, decidido en las patadas a palos y sin apenas ensayos. Hubo cuatro y emoción en el marcador hasta el último minuto, así que, como se comentaba en las redes, lo cierto es que hemos visto partidos menos atractivos entre equipos del Top 14.

Lopez, titular por accidente

La primera sorpresa llegó en el calentamiento, cuando la lesión del australiano Brock James daba al zuberotarra Camille Lopez la oportunidad de ser titular en el XV de Clermont.

Los de amarillo apretaron de inicio y fruto de ello obligaron a la defensa de Toulon a pegar su culo a la línea de ensayo. Clermont no salió de vacío merced a dos golpes del apertura de Sohüta, a quien el galés Halfpenny dio réplica (3-6).

Una patada de Tillous-Borde bloqueda por el otro medio melé, Morgan Parra, sirvió a Fofana para pescar el balón suelto y marcarse una carrera de 45 metros hasta la línea de ensayo. Con el 3-11 se vio el oficio de Toulon, que lejos de ponerse nervioso siguió haciendo su juego para anotar otros dos golpes (9-11).

Y ya con el crono en rojo, rebasado el minuto 40, el Búfalo Bastareaud embestía para poner por delante a los suyos (16-11). El campeón se iba al vestuario en ventaja, que aumentaba en la reanudación con otra patada del zaguero galés (19-11).

El técnico de Clermont, Franck Azema, movía el banquillo y daba entrada a Radosavljevic en el puesto del 9. Los amarillos ganaban ritmo y enlazaban una veintena de fases de ataque que Habana despejaba con una mala patada. El balón caía en los brazos de Abendanon, uno de los hombres llamados a brillar, que lanzaba un sombrero sobre la cortina defensiva para capturar su autopase y poner a su equipo uno por debajo (19-18).

Pero estos partidos son para genios y la excelsa jugada del zaguero tuvo su respuesta por parte de Drew Mitchell. El australiano recibía un balón a la salida de una touche y dejaba tirados en la hierba a seis rivales en un eslalon de cuarenta metros. A falta de once minutos, 24-18. Clermont necesitaba un ensayo transformado para ganar.

Apretó, pero el poso que mostró Toulon le faltó a Camille Lopez, quien con el tiempo cumplido se jugó un pase con el pie que Habana capturó para salirse del campo y dar por finalizado el choque. Toulon, otra vez campeón, y ya van tres.

Gloucester casi deja a Gloucester sin Challenge Cup

Lo del titular no es una errata. Gloucester sumó el viernes su segunda Challenge Cup –la anterior en 2006– en una final que tenía controlada ante Edimburgo pero que casi pierde víctima de sus propios errores (19-13). Los «Cherry and White» se complicaron la vida en forma de innecesarias tarjetas, pero supieron aguantar en inferioridad.

En el esperado duelo de medio melés pateadores, el veterano Greig Laidlaw –titular con Escocia– fue superior a su joven sucesor en Edimburgo, Samuel Hidalgo-Clyne. Pero el hombre que rompió el partido fue el ala Jonny May, elegido Man of the Match. El internacional inglés firmó una espectacular carrera para poner un ensayo en las manos de su compañero y capitán Billy Twelvetrees (m.11), y posteriormente forzó la expulsión temporal de Bresler con otra gran galopada. Al descanso, Gloucester ganaba 13-6 y la sensación era de que no iba a pasar apuros.

En la reanudación, dos nuevos golpes de castigo anotados por Laidlaw ponían más tierra de por medio (19-6). Edimburgo, que buscaba el primer título continental para un equipo escocés, bastante hacía con defenderse.

Hasta que de repente Gloucester sacó el revólver, metió una bala en el tambor y le dio unas cuantas vueltas. Primero fue el tercera línea Ross Moriarty, quien en un ruck aprovechó la montonera para meter un rodillazo en la espalda de un rival (m.56). Amarilla y diez minutos fuera para enfriar los ánimos.

El remate corrió a cargo del segundo centro Bill Meakes, quien sin venir a cuento sacó su brazo a pasear para enganchar del cuello a un rival cuando corría sin balón. Roja directa (m.64). Edimburgo vio abiertas las puertas del cielo y su talonador, Ross Ford, aprovechó el regalo (19-13, m.66). Meakes lloraba en el banquillo mientras su compañeros defendían la renta. Edimburgo puso todo lo que tenía para sumar otro ensayo y voltear el marcador, pero no pudo ser. I.I.

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