El valle de Chamonix-Mont Blanc está listo para celebrar el 150 aniversario de la «edad de oro del alpinismo». En el año 1865 un grupo de económicamente afortunados británicos (ya en 1857 se había fundado el primer club de montaña del mundo, el Alpine Club en London), junto a guías locales, ascienden por primera vez a no menos de 81 montañas, entre ellas el Cervino.

Desaparece la coartada del «interés científico» como impulso y surge lo que podríamos llamar el alpinismo moderno. Empieza el recorrido de una actividad que lleva tras de sí una importante historia y expresión artística: literatura, pintura, etc.

La corriente romántica que impregna gran parte de la cultura europea de la época, arrastra a innumerables viajeros y artistas hacia los Alpes, desde Rousseau y su culto a la naturaleza, hasta Chateaubriand (desmitificador de la supuesta emoción estética de las montañas), pasando por el intelectual viajero Leslie Sthephen, padre de la escritora Virginia Woolf, que acuñó la expresión de los Alpes como «terreno de juego de Europa», tan utilizada por el alpinismo deportivo y de dificultad durante tanto tiempo.

Ahora, en la revista L´Alpe se relanza la idea del alpinismo como “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad” a ser considerada por la UNESCO. Quizás sea este tipo de patrimonio más duradero que el material: Sana´a, Mosul, Palmyra, Kathmandú, etc.