Contra un sistema descorazonador, por unas condiones laborales dignas: la muerte de Verónica nos debe hacer reaccionar
Sábado, 31 de octubre a las seis de la tarde, concentración de solidaridad y cariño con un corazón roto por la nueva esclavitud. Verónica del Carmen, nicaragüense de 28 años con una hija de nueve años en Nicaragua, murió el pasado 13 de octubre en la casa donde cuidaba a una persona en situación de dependencia en Derio.
Se le rompió el corazón, no pudo soportar las jornadas laborales de 24 horas, los siete días de la semana, sin descansos y sin permiso ni para ir al médico. Todas las amigas y múltiples grupos solidarios estuvimos allí con un corazón común, lazo negro en un corazón muy rojo lleno de angustia y rabia. Con el corazón roto por la indignación de que siga existiendo esta vieja y nueva esclavitud. Ni derechos laborales, ni límites en los horarios de trabajo ni seguridad social, solo el miedo al despido y la explotación como constante.
En la concentración, en ese momento de repulsa ante estos hechos y de acompañamiento en el duelo a sus amistades y a sus familiares, nos llamó la atención la escasa presencia sindical. Y por ello nos preguntamos: ¿qué ofrecen a este colectivo los sindicatos firmantes? ¿Qué van a hacer para contribuir a que se acabe de una vez esta esclavitud?
Plantear 35 horas semanales es una reivindicación muy digna que deberíamos exigir para toda la población trabajadora. Pero, realmente, ¿para quién la estamos demandando? ¿Qué ofrecen nuestros sindicatos a las personas más explotadas, como las empleadas del hogar, las personas desempleadas, las migradas sin papeles?
Es hora de realizar una reflexión y una nueva práctica sobre lo que significa el reparto del trabajo que demandamos, el trabajo con toda su complejidad y amplitud. ¿Cuándo vamos a hacer una apuesta decidida por acabar con todas las horas extraordinarias, pagadas y no pagadas? ¿Por qué no intentamos acabar con todos los trabajos a destajo?. ¿Por qué no nos dejamos la piel para que todas las personas, especialmente las pertenecientes a los colectivos más ignorados como el de las empleadas de hogar, estén dadas de alta en la Seguridad Social, tengan convenio colectivo, derecho a la asistencia laboral gratuita y pública, y se acabe con esta esclavitud?
Que no haya más Verónicas a las que se les rompa el corazón por la explotación era el grito que el sábado compartimos todas las personas concentradas en la Plaza Circular de Bilbao y en la Plaza de la Virgen Blanca en Gasteiz. Pero debemos seguir reforzando esta lucha para que se cambien de raíz las condiciones laborales de las trabajadoras domésticas internas, o habrá más mujeres que no puedan soportar esta situación, ya que nos preguntamos: ¿cuántas Verónicas están trabajando en similares condiciones de explotación en nuestros pueblos y ciudades?. Si no cambiamos esta cruel realidad, sin duda, habrá muchas más Verónicas y no podremos decir que esto no nos concierne.
El nuevo sindicalismo debe incluir a estos colectivos en su quehacer diario. Por ello, los sindicatos firmantes de estos manifiestos deberían ser más conscientes de que hay que incluir estas demandas entre sus prioridades sindicales, planteando alternativas concretas para superar este sistema descorazonador.
Veronica gehiagorik ez!