Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
JOSERRA SENPERENA
MÚSICO

«Es más importante la idea que la música»

¿Profesión?: Músico, claro, pero lo que nos apetecía poner era «instigador». Persona que incita, que provoca, en este caso emociones y estados de ánimo entre la inconsciencia y el carnal realismo. Joserra Senperena en «9 ganbera pieza» ahonda en la belleza desde una sesión de música clásica fílmica y abierta; aunque el pianista también representa y dignifica al pop y al rock.

Los rockeros desprecian o pasan de la música clásica por académica y plasta. Los estudiosos, los de la música clásica, ven el pop o el rock con ojos menores, con polución y aspecto bastardo, al menos es la conclusión bizantina que extraemos de la experiencia de más de treinta años cruzando envites desde todos los ángulos. En esta tesitura, quizá maniquea, se equivocan ambos bandos y el ejemplo equilibrista puede ser Joserra Senperena, músico donostiarra que aglutina ambas facetas desde el respeto y el profundo conocimiento de ambos lados.

En la actualidad, Senperena singulariza el sonido y las excelentes composiciones de Fito y Fitipaldis desde su Hammond (antes lo hizo con otros grandes como Duncan Dhu o puntales pop como La Buena Vida, además de Bide Ertzean, Rafa Berrio... o 21 Japonesas, por no alargar la lista con bandas estatales y relaciones internacionales) y sublima con su piano cuando apuesta por proyectos en solitario donde aplica el esfuerzo que extrae de los muchos años de estudio de piano y cultura clásica sin clichés. Nos cuenta Senperena: «Sí, siempre es más importante la idea que la técnica. Es algo que se plantea constantemente en el estudio, cuando hay que elegir dos tomas y una es más interesante que la otra, pero no tan bien tocada…». Y parece el camino correcto, el que no tiene complejos, al menos para él.

“9 ganbera pieza” es el nuevo disco del donostiarra nacido en Gros. Se publicó en abril y viene a representar la conciliación entre la música pop –por la abierta actitud de Senperena–, y la clásica. En realidad, debería suponer para el oyente la confluencia de las dos sensiblidades, la del pentagrama y la del acorde, sea indie, experimental, pop, folk o rock. Crear belleza es una singularidad de la naturaleza, pero también de sus habitantes y estas nueve piezas son cautivadoras desde la sensibilidad del primate sapiens.

Apunta Senperena mientras se desgarra “Ganbera pieza 2”, entre el piano y la cuerda: «Del clásico recordamos a los mejores de cada época, pero hubo otros muchos compositores menores que también existieron y que no han pasado el filtro del tiempo. Y lo mismo ocurre con el pop; se recordarán algunos nombres dentro de 100 años pero la gran mayoría de bandas se perderán. Son géneros diferentes que exigen una disposición diferente por parte de quien escucha. Hay también sensibilidad extrema en Simon & Garfunkel o mucho rock en Rajmáninov. Hay mucho prejuicio con los estilos. Están mucho más cerca unos de otros de lo que pueda parecer. Solo hay que abrir los oídos y dejarse llevar».

Dejarse llevar es permitir que la música sea más importante que los prejuicios, tanto si se es oyente como músico, crear vínculo donde se participa y trabajar la empatía: «Estoy satisfecho con cada una de las colaboraciones que he hecho, aunque con algunas más que con otras, eso ha dependido del grado de implicación que se creó. Me gusta participar y proponer, no solo en lo referente a los teclados, sino a la canción en global: proponer un cambio de estructura si me parece necesario, o un cambio referente a la instrumentación o a la cuestión técnica; hacer lo que está en mi mano para que la canción suene mejor. He dicho que no a propuestas profesionalmente importantes porque veía que no tenía nada que aportar o porque la propuesta no me sugería lo suficiente. Necesito que el proyecto me motive. He conocido músicos que de un año a otro pasaban de una gira a otra sin ningún tipo de exigencia, solo la de trabajar. No es mi caso, afortunadamente. Lo mejor que me ha pasado como músico de sesión ha sido poder colaborar durante años con 21 Japonesas, Duncan Dhu, La Buena Vida, Bide Ertzean o Fito, mantener una relación musical duradera con gente con la que, además, se ha creado un vínculo personal».

Senperena se acompaña en el disco de un sexteto donde rota la cuerda, los vientos y la percusión, además de su piano, casi siempre enfrentado a tramos líricos que, si es el caso, despedaza sentimientos al lado de la cuerda, como en “7. Ganbera pieza”. Con todo, Senperena no ha compuesto con el piano, quizá de ahí la sutilidad de ambientes y riqueza de los diferentes arreglos. De hecho, el pianista es un experto y talentoso arreglista. «Ya en el proceso de creación prescindí del piano para evitar que condicionara la composición, que la música fuera directamente al papel sin pasar por el teclado, de que mi condición de pianista no influyera o lo hiciera lo menos posible. Como consecuencia, este es el disco de cuantos he hecho en el que el piano es menos protagonista. Disfruto mucho oyendo a los demás sin la necesidad de tocar yo. Incluso me planteé la posibilidad de no tocar en el disco, de dejar a otro pianista que interpretara lo que había escrito para poder dedicarme a dirigir el ensemble con más atención, aunque finalmente pensé que mi interpretación debía estar ahí».

«La obra es una continuación del trabajo hecho en los últimos años, desde que empecé a escribir arreglos para La Buena Vida y me adentré en el paisaje de los instrumentos de la orquesta clásica, luego vinieron el cine, y el primer trabajo de cámara ‘10 trio piano, biolin eta akordeoirako’», matiza desde los seis minutos épicos, fílmicos y etéreos de la pieza numero “9”.