Hoy, al igual que ayer, queremos decidir
La asamblea de municipios de Bizkaia estaba convocada para el día 16 de abril de 1931 en Gernika. El objetivo era restaurar las Juntas Generales históricas, depositarias de una soberanía conculcada en el siglo XIX por la monarquía constitucional española, y poner remate a la expresión popular que en aquellos momentos se extendía pueblo a pueblo. Así lo cuenta el alcalde de Getxo y lehendakari Jose Antonio Agirre, uno de los organizadores de aquella asamblea, en su libro «Entre la libertad y la revolución».
La asistencia popular fue masiva. La convocatoria fue pública; no había nada que ocultar. Pero no se pudo celebrar. El Gobierno de Madrid, alarmado por el objetivo del acto, movilizó a los militares: 9 camiones descendieron por la carretera de Gasteiz, y otros 6 desde la guarnición de Bilbao; la Guardia Civil ocupó todas las entradas, y, para que nada faltase, soldados de infantería con ametralladoras se colocaron en lugares estratégicos de la villa.
Cientos de vehículos tuvieron que parar en el camino ante la prohibición de entrar en Gernika, a la espera de lo que decidieran los organizadores. Y se decidió dar la vuelta: la asamblea de municipios había de celebrarse en paz, o no se celebraba.
A pesar de las barreras, el manifiesto que los municipios deseaban que se aprobase en Gernika obtuvo un alto respaldo: los apoderados municipales estamparon su firma en plena carretera para que tuviera mayor fuerza y constancia.
Se cumplen ahora 85 años, y la ciudadanía vasca sigue reivindicando una de las ideas de aquella declaración, «…en virtud del natural e inalienable derecho de los pueblos a regirse por su libre determinación», queremos decidir.
Y el deseo de decidir se está expresando de diferente manera: en algunos pueblos se van a celebrar consultas en 2016 y 2017 y en otros muchos se van a aprobar declaraciones favorables al derecho a decidir.
El día 5 de junio será el turno de Getxo: en la plaza Biotz Alai de Algorta responderemos a la llamada de la dinámica ciudadana Gure Esku Dago, para presentar y aprobar una declaración por la decisión, acordada por personas de distinta procedencia ideológica y cultural. Queremos que sea un acto multitudinario, porque solo la alta participación ciudadana hará, igual que sucedió en 1931 con los alcaldes, que la declaración tenga fuerza y constancia.
El contenido del manifiesto de los alcaldes fue acogido con verdadero entusiasmo: lo sucedido en tan escaso espacio de tiempo sirvió para que una fuerte sacudida despertara al país y los firmantes del manifiesto no descansaron ya ni un solo momento y se pusieron a trabajar para impulsar una campaña pro Estatuto vasco.
A pesar de que han transcurrido ya 85 años, vivimos la dinámica que se está abriendo en Euskal Herria con parecido entusiasmo y, en ese sentido, esperamos que la declaración de Getxo –junto a las que se aprueben en muchos otros municipios y las consultas que se celebren– también contribuya. Hemos asumido con fuerza y con constancia la reivindicación del derecho a decidir; estamos trabajando con la misma fuerza y constancia para conseguir un pacto entre principales agentes de nuestra sociedad en pro de ese derecho; hemos entrado, con fuerza y constancia, en la era de la decisión. Hoy, al igual que ayer, nuestro objetivo es decidir, sin trampas, y, al igual que ayer, lo vamos a hacer.