Beñat ZALDUA
Periodista
MAñANA, DÍA DE CONSULTAS EN EUSKAL HERRIA

DE ARENYS A BARCELONA, UNA OLA QUE TRANSFORMÓ CATALUNYA

El ciclo de consultas municipales sobre la independencia que arrancó el 13 de setiembre de 2009 puso encima de la mesa el debate sobre la independencia y fue la cantera de activistas sobre la que poco después se construyó el proceso soberanista catalán.

Existen dos relatos, para nada incompatibles, sobre la génesis del proceso soberanista catalán. El primero dice que todo arrancó con la elaboración del nuevo Estatut y su posterior veto por parte del Tribunal Constitucional, que desembocó en la primera gran manifestación soberanista, el 10 de julio de 2010, bajo el lema “Som una nació, nosaltres decidim”. La segunda versión discurre por un carril paralelo y viene de más lejos. Concretamente, de la manifestación convocada el 18 de febrero de 2006 por la Plataforma pel Dret a Decidir (PDD) bajo el lema “Som una nació i tenim el dret de decidir”. Basta comparar ambos lemas para dar por buena la compatibilidad.

Este segundo carril, basado en la movilización popular y nacido originalmente para defender el Estatut aprobado por el Tripartit (y por los catalanes en referéndum), siguió su curso sin esperar al TC y desembocó en un espectacular proceso de consultas populares municipales que puso los cimientos de la movilización ciudadana sin la cual resulta imposible entender el proceso independentista que ha cuajado en los últimos años.

La pelota echa a andar en Arenys

Pequeña e insignificante en aquel momento, la pelota de las consultas empezó a rodar el 13 de setiembre de 2009 en Arenys de Munt (Barcelona), donde 2.659 personas (un 41% de los ciudadanos mayores de 16 años llamados a votar) respondieron a una pregunta sobre el futuro de Catalunya: «¿Está de acuerdo en que Catalunya pase a ser un Estado de derecho, independiente, democrático y social, integrado en la Unión Europea?». Impulsada por el Moviment Arenyenc per a l’Autodeterminació y asumida por el Ayuntamiento de la localidad (con el apoyo de varios independientes y de los concejales de CiU, ERC y CUP), la consulta saltó a los titulares de la prensa catalana y estatal gracias a la poca vista de la judicatura española, que anuló la decisión del Pleno del Ayuntamiento de Arenys de dar apoyo a la consulta (la denuncia fue presentada ante la Delegación del Gobierno español por Ciudadanos, partido entonces en pañales).

La histérica reacción del Estado español, acompañada por la concentración fascista de la Falange, fue uno de los principales combustibles capaces de convertir en acontecimiento estatal una simple consulta no vinculante organizada por un pueblo de poco más de 8.000 personas. Gracias a la reacción llegaron, por ejemplo, apoyos desde fuera del independentismo (de ICV-EUiA y de militantes del PSC), anticipando la transversalidad que más tarde se convertiría en clave de la movilización social a favor de la independencia. En Arenys ganó el sí a la independencia por un amplio 96,2%, cifra que queda en el terreno de la anécdota. Lo importante fue echar a andar la pelota.

La bola rueda y crece

Apenas tres meses después del primer paso dado en Arenys vino la primera gran ola de consultas municipales. El 13 de diciembre, 167 municipios organizaron consultas sobre la independencia con un universo de más de 700.000 potenciales votantes. El 27,4% de ellos participó en unas votaciones que siguieron centradas en municipios pequeños, pero que empezaron a dar el salto a ciudades medianas de entre 30.000 y 50.00 habitantes como Vilanova i la Geltrú, Vilafranca del Penedès, Vic o Sant Cugat del Vallès.

Tras una segunda ola algo más discreta, con consultas en 80 municipios y un padrón de 290.000 posibles votantes (de los que participaron un 21,1%), la jornada más potente del ciclo de consultas llegó el fin de semana del 24 y 25 de abril de 2010, cuando las urnas fueron protagonistas en 211 municipios catalanes. 1,3 millones de personas tuvieron la opción de votar y aunque la participación fue a la baja (17,5%), el reparto territorial de las consultas consiguió dar carácter de acontecimiento nacional a las jornadas. Desde capitales de provincia como Lleida y Girona y ciudades de peso como Reus, a bastiones del catalanismo como Olot, pasando por lugares tan alejados (a priori) de veleidades independentistas como Pineda de Mar o Cambrils. Sin olvidar el cerco sobre Barcelona; es decir, el goteo de consultas en el Área Metropolitana y las comarcas colindantes del Baix Llobregat y el Vallès. El despliegue fue espectacular.

La aproximación a la capital se aceleró con una quinta ola el 20 de junio de 2010. 49 municipios votaron entonces, con la participación claramente a la baja (13,3%), muestra de que también en Catalunya costó más trabajar el discurso sobre el derecho a decidir en terreno urbano. Pero pese a ello, los impulsores de las consultas dieron una importancia vital a llegar a cuantos más lugares mejor. Muestra de ello es la consulta en Tarragona, el 17 de octubre de 2010, en la que solo un 5,7% de los ciudadanos mayores de 16 años fue a votar. La consulta, obviamente, no convenía desde el punto de vista de las cifras globales sobre participación, pero el proceso de consultas quedaba cojo sin una capital de provincia.

Barcelona, la guinda al pastel

La culminación del largo proceso llegó el 10 abril de 2011 con la consulta en Barcelona, donde la cita se preparó a conciencia y el terreno se preparó con paciencia y mimo. Y es que el monstruo de 1,5 millones de habitantes con dinámica propia difícilmente se interesa por el futuro del resto de Catalunya. Con el ahora concejal de ERC Alfred Bosch (entonces escritor e historiador) como cabeza visible, un 18,1% de los habitantes de la ciudad participaron en la cita. Un éxito que, en este caso, se entiende mejor en números concretos: 257.645 personas participaron.

Tras Barcelona se pudieron realizar los recuentos globales, que arrojaron cifras espectaculares. Cabe resaltar tres: 868.761 votantes (un 18,8% de los que lo pudieron hacer), 549 municipios con consulta (de un total de 947) y, por encima de todo, más de 60.000 voluntarios y voluntarias. ¿Qué hacer con estas cifras? Tras el aparente impasse de un año, el 30 de abril de 2012 llegó la respuesta en el Palau Sant Jordi, donde se constituyó la Assemblea Nacional Catalana (ANC). El 11 de setiembre de aquel año la capital acogió la hasta entonces mayor manifestación independentista de la historia catalana. El resto ya es materia conocida. Cuando hace una semana preguntaron en Oñati al profesor de la Universitat Pompeu Fabra Jaume López para qué sirvieron las consultas, no dudó: «Para demostrar que la sociedad se podía organizar no solo para reivindicar, sino también para ejercer derechos».