Soledad GALIANA
PERFIL

Adiós al político que dejó división, ruptura e incertidumbre

David Cameron era un joven político con ambiciones. Ha sido precisamente esa ambición la que le ha devorado. En su apuesta por ganarse el apoyo de los euroescépticos dentro de su partido, lanzó la promesa de un referéndum de salida de la UE. Desde su posición, primer ministro, defendió la permanencia en el mercado único europeo y, cuando un 51,9% de los británicos votaron en contra de sus argumentos, su dimisión ya estaba anunciada. Ahora deja el Gobierno con un legado marcado por la escisión de la UE, la más que posible escisión del Reino Unido con la salida de Escocia y la división social causada por el Brexit.

Con el fin del liderazgo de Cameron se cierra el supuesto ciclo de modernización del partido, que fue más un espejismo que una realidad debido, una vez más, a los compromisos de Cameron con la rama más rancia del conservadurismo, los que todavía sueñan con el imperio británico a la vez que rechazan las consecuencias migratorias de su pasado colonial, y que rechazan el derecho de ciudadanos europeos a residir en Gran Bretaña, mientras obvian el número de británicos establecidos en otros países de la UE: 200.000 y 500.000 en los estados francés y español, respectivamente.

Mientras Cameron cierra una puerta a la política, también se la abre al sector privado, porque él es de los que nacieron «con una cucharilla de plata en la boca», como se describe coloquialmente a quienes provienen de las clases privilegiadas. Su padre es un corredor de valores y, desde su infancia, David Cameron disfrutó de todas las ventajas asociadas a un nivel de vida de clase media alta, estudiando en las escuelas favoritas de las élites británicas (Eton y Oxford).

Tras tres años de trabajo en Asia, donde fue empleado gracias a las recomendaciones de su padre, Cameron vuelve a Inglaterra y comienza su trabajo con el Partido Conservador, trabajando como investigador y consejero con el ministro de Finanzas Norman Lamont, en el Gobierno de John Major (1988-93). Durante los cuatro años que Cameron trabaja en el sector privado, contrae matrimonio con Samantha Sheffield, de una familia de terratenientes y aristócratas. El matrimonio tiene cuatro hijos, el mayor de los cuales, Ivan, fallece debido a complicaciones de salud debidas a su discapacidad a la edad de seis años.

Su primer esfuerzo como candidato conservador en Stafford, en 1997, es un fracaso en un distrito electoral de mayoría laborista. En 2001 es elegido para el Parlamento británico en un distrito de mayoría conservadora, Witney. Su avance en el grupo parlamentario es veloz y, en 2004, ya es portavoz de la oposición bajo el liderazgo de Michael Howard.

La salida de Howard le brinda la posibilidad de liderar el partido. A pesar de no ser uno de los favoritos, su estudiada honestidad y el hecho de presentarse ante la audiencia sin notas o discurso en la mano le dan el apoyo de la mayoría de los delegados en la conferencia del partido de 2005. En su discurso Cameron promete que conseguirá que los ciudadanos «se sientan bien siendo conservadores». En su primer encuentro con el entonces primer ministro, Blair, en el Parlamento de Londres, Cameron declara que el laborista «fue el futuro», una frase que hoy se puede aplicar a sí mismo.