Joseba VIVANCO
ATLETISMO

Carrera a la inmortalidad

Usain Bolt suma su tercera medalla de oro en los 100 metros lisos y acrecienta su leyenda para sumar su triplete olímpico. Los JJOO necesitaban de una victoria del mejor velocista de la historia y el jamaicano no defraudó en el que puede ser su adiós... ¿o no?

Yo vi jugar a Leo Messi. Yo vi nadar a Michael Phelps. Yo vi correr a Usain Bolt... Yo... y ustedes. Pellizquémonos porque puede que sea más fácil enebrar un camello por el ojo de una aguja antes de que tres especímenes humanos como los mencionados vuelvan a alinearse en un mismo periodo de la historia. Y es que el nuevo hijo del viento, con todos los respetos al mítico Carl Lewis, lo volvió a hacer. «El atletismo necesita que yo gane en Río», había dicho antes de calzarse los clavos en el tartán carioca. Él, el más grande velocista de todos los tiempos, que no necesita de récords porque cosecha medallas y victorias, y, sobre todo, tener a más millones de personas frente al televisor, sea la hora que sea, que un incierto superclásico futbolero.

El hombre. La máquina. La brisa tornada vendaval. «Solo contra todos», titulaba a toda portada “L’Equipe” tras las series en que marcó un crono por detrás de su rival Justin Gatlin y dos o tres más osados. Es un atleta con tanto desgaste encima –desde los 15 años en la élite–, que su mejor momento ya ha quedado atrás: fue en 2009, en Berlín, cuando estableció los grandes récords mundiales de 100 y 200 (9.58 y 19.19). Sufre desde hace tiempo una escoliosis que le afecta seriamente los músculos isquiotibiales, los básicos en el velocista. El talón de Aquiles de un animal competitivo. Pero como el héroe mitológico griego, es inmortal.

En las semifinales puso los cimientos (9.86). Y ya en la ‘Hora H’, solo contra todos, volvió a mirar a ambos lados, síntoma de su superioridad. Corrió en Beijing en 9.69 y en Londres en 9.63. Desde hace cuatro años no baja de 9.77. De hecho, solo ha corrido menos de 9.70 tres años: 2008, 2009 y 2012. En Río tampoco lo hizo. No es un chaval, ya no es más rápido que su sombra como lo era antes, pero quiere el primero. Como en Río 2016. Detuvo el crono en 9.81, por delante, como Messi, de su Ronaldo de turno, Justin Gatlin, y del canadiense De Grasse. «Me sentí súper en semis pero la final era muy seguida –solo 78 minutos después– y las piernas ya no me iban, pero incluso así he ganado», sintetizaba el héroe jamaicano segundos después. En los siete años transcurridos desde Beijing’08 hasta Beijing 2015, su ventaja sobre el subcampeón había descendido desde las estratosféricas 20 centésimas de los JJOO hasta una única centésima del Mundial. Esta vez ha sido por ocho. Superado por el estadounidense a mitad de suspiro, los 56.000 espectadores del Olímpico presenciaron su progresión en la fase de aceleración, esa que decide quién gana y quién pierde. Y él gana.

Solo Carl Lewis se había colgado dos oros olímpicos en 100 metros: 1984 y 1988. Bolt suma un triple histórico que puede triplicar en el 200 y 4x100. «Alguien dijo que puedo llegar a ser inmortal», sostenía la leyenda. «Dos medallas más y puedo firmar. Inmortal», añadía. Y eso a punto de cumplir los 30 años. Lo aventuró Mark Twain, «es mejor ser un joven abejorro que una vieja ave del paraíso». Larga vida a todo un Usain Bolt, aunque el gran analista olímpico Martí Perarnau sugiere que más que héroes necesitamos ejemplos, porque los héroes son anónimos y los ejemplos son más visibles, fáciles de identificar, es verdad que más complicados de imitar, pero como alguien sentenció, el éxito es una escalera por la que no puedes subir con las manos en los bolsillos. Y esos son los JJOO. Sacrificio, estar allí y subirse a lo más alto de podio. A la sombra alargada de estos mitos inalcanzables, un navarro, Sergio Fernández, se metía por tiempos en la semis de 400 metros vallas, 49.31. Quinto en su serie, se la jugaba esta madrugada. Subcampeón europeo, se quedó a 3 centésimas de su marca. La sombra de Bolt es alargada, inmortal, pero un navarro busca en Río su sueño, bajar de los 49 segundos. Inmortales. Soñar. «Amo a los que sueñan imposibles», decía Goethe. Soñar...

 

Van Niekerk bate un récord de 400 a la altura de Usain Bolt

Hace un año el sudafricano Wayde van Niekerk, 24 años, ganó el Mundial con 43.48 y acabó en el hospital. Este lunes cabalgó en 43.03 y al rato estaba hablando por televisión y con Usain Bolt. El jamaicano se dirigía a la pista cuando vio por las pantallas la gesta estratosférica de Van Niekerk, llevándose las manos a la cabeza. Había pulverizado el récord mundial de los 400 lisos, 17 años después, un hito a la altura del mejor Bolt. Lo bueno es que ambos son amigos y el velocista le invitó en mayo a entrenarse unos días juntos en Jamaica porque Van Niekerk quería mejorar la velocidad. Entrenado por Anna Botha, una bisabuela de 74 años, el sudafricano fue campeón mundial en 2015. Llegaba a Río on fire. Había ofrecido una gran impresión al ganar en Roma y Mónaco, la última con 44.12 hace dos semanas. El estadounidense LaShawn Merritt, campeón olímpico en Beijing 2008 y el único en bajar de los 44 segundos este año, salió como una centella y llegó a los últimos metros ligeramente en cabeza hasta que por la calle ocho emergió imperial Van Niekerk para colgarse la gloria olímpica y un récord mundial. Los tres primeros en cruzar la meta, por debajo de 44 segundos. No estuvo mal la final carioca, no. «Toda mi vida soñé con esta medalla», decía eufórico el campeón. «Ha sido una locura de carrera, un gran momento para la historia», sintetizaba el bronce Merritt. «¡Oh, Dios mío! Del carrril 8 al récord del mundo», se frotaba los ojos el destronado Michael Johnson. Acababa de pulverizar su récord ¡recortando 15 centésimas, 17 años después! Y ojo, Van Niekerk ya ha bajado de los 10 segundos en los 100 y de los 20 en los 200. ¿Se viene otro inmortal?J.V.