Inician el desmantelamiento del campamento de migrantes de Calais
El ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, aseguró que el desalojo del campamento de migrantes y refugiados erigido en torno a la ciudad de Calais, conocido como «La Jungla», se desarrollaba en «calma». Cientos de personas hicieron ayer sus maletas entre el alivio y la desesperanza, tras pasar varios meses en condiciones precarias.
«Aún no sabemos a dónde vamos, pero será mejor que la ‘Jungla’, que está hecha para animales y no para seres humanos», declaró Wahid, afgano de 23 años. Fue uno de los primeros en abordar uno de los autobuses movilizados para repartir a los más de 6.000 migrantes y refugiados (que viven desde hace meses en dicho asentamiento informal) en 451 centros diseminados en todo el Estado.
Abas Husein Ali, sudanés de 25 años, no podía esconder su alegría al abandonar este campamento insalubre ubicado frente a las costas inglesas: «Me siento muy feliz, estoy harto de la ‘Jungla’. Quería ir a Reino Unido. Ya he renunciado a la idea».
Para Hamudi, sirio de 22 años oriundo de la ciudad de Alepo, devastada por la guerra, su sueño «quedó roto. Mi sueño era llegar a Reino Unido, donde pienso que los refugiados son mejor tratados, pero todo eso se acabó», contó, decepcionado.
Una aparente normalidad prevalecía en el campamento compuesto de chabolas y tiendas de campaña en las horas previas a su desmantelamiento, con música de todo el mundo sonando por los altavoces.
Regresar a Siria
Algunos refugiados, como Hamudi, seguían aferrados a la esperanza de comenzar una nueva vida en la otra orilla del Canal de la Mancha. Durante la noche del domingo, él y un grupo de amigos sirios huyeron del lugar y se instalaron a unos kilómetros del asentamiento, desde donde seguirán tratando de cruzar a Gran Bretaña.
Mahmud al Saleh, un sirio de 22 años, se quedó atrás, sin saber si subir o no a uno de los autobuses. Mientras bebía un té con el que intentaba calentarse, contó nervioso que temía meterse en problemas si no respetaba la orden de evacuación, pero le preocupaba quedarse en el Estado francés, donde cree que no encontrará trabajo: «Tengo que enviar dinero a mi familia en Siria. Allí no tienen nada y están rodeados por los rebeldes, las tropas del régimen, combatientes kurdos y del Estado Islámico. Creo que si no logro ir a Reino Unido, lo mejor será regresar a Siria».
Karhazi, afgano con familia en Gran Bretaña, se mostró desafiante: «Tendrán que obligarnos. Queremos ir a Reino Unido». En cambio, Faisal al Ajab, un decorador de interiores de Sudán, era más optimista: «Debemos mantener nuestra dignidad frente a lo que nos depara la vida. Las autoridades nos dicen que es el principio de algo mejor. Esperemos que sea cierto».
Etiopía-Libia-Calais
Farhan, un niño etíope de apenas 12 años que sobrevivió al peligroso viaje de Libia a Italia por el Mediterráneo antes de llegar a Calais, dijo que desea poder volver a su casa: «Pero mi país no es seguro. Estoy destrozado desde que dejé a mi familia el año pasado. Ni siquiera he podido hablar con ellos». Etiopía está sumida en un movimiento de contestación antigubernamental sin precedentes desde hace 25 años que comenzó en noviembre de 2015 y que ha sufrido una violenta represión con cientos de muertos.
Farhan, al igual que otros menores etíopes, viajó solo, asegura Solan, un voluntario de la misma nacionalidad que ayuda a estos niños. Gran Bretaña acogió a 194 menores de la «Jungla» de Calais la semana pasada y está previsto que reciba a más.
Cientos de sudaneses y eritreos, principalmente hombres, se presentaron temprano por la mañana con maletas y bolsos delante del hangar utilizado como base de las operaciones. Allí comenzaron a abordar los autobuses que los llevarán a los 451 centros de acogida repartidos en todo el territorio francés. Un primer autobús, con 50 sudaneses a bordo, partió menos de una hora después del inicio oficial del operativo hacia la región de Borgoña (centro).
El Gobierno francés anunció a finales de setiembre el desmantelamiento de este campamento que, con la inseguridad y la exasperación que genera entre la población local, se ha convertido en un absceso que envenena el debate en el Estado en torno a la inmigración a seis meses de las elecciones presidenciales. Simboliza también la impotencia de Europa frente a la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial.
Las autoridades comenzaron a repartir el domingo folletos impresos en varias lenguas para explicar el operativo, presentado como «humanitario», y convencer a los más reticentes. «Quedan personas por convencer», dijo Didier Leschi, director de la Oficina de Inmigración.
Arropa denden hornitzaileek errefuxiatuak dituzte lanean
Europako arropa denda ezagunenetako batzuen hornitzaileek Siriako errefuxiatuak dituzte lanean Turkiako lantegietan, BBC kateak egiaztatu duenez. Tartean daude Zara eta Mango espainiarrak eta Marks & Spencer eta Asos britainiarrak. Ikerketaren arabera, hornitzaileek adingabeak dituzte lanean. Iheslari horiei 12 orduko lanaldiak eginarazten dizkiete, beharrezko segurtasun neurriak izan gabe.
Bestalde, Greziako Lesbos uhartean dauden Pakistan eta Bangladeshko 70en bat asilo eskatzaileek protesta egin zuten atzo eskaria tramitatzen ez dietelako, Europar Batasunaren bulego bati eraso eginez.GARA
El Ayuntamiento de Barcelona tratará de cerrar de nuevo el CIE
Siguiendo la estela de los detenidos en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche (Madrid) la semana pasada, una sesentena de internados en el CIE de Barcelona iniciaron la madrugada del domingo a lunes una huelga de hambre para denunciar su situación y exigir su liberación. Durante el día, fueron unos cuarenta, de nacionalidad argelina, los que siguieron la protesta, mientras en el exterior, activistas de Tanquem els CIEs y diputados de Junts pel Sí, Catalunya Sí que Es Pot (CSQP) y CUP se concentraban en apoyo a los internos.
Ocho parlamentarios exigieron una entrevista con el director del centro, dependiente del Ministerio del Interior y custodiado por la Policía española, pero se negó a recibir a los representantes de la mayoría parlamentaria catalana. No es la primera vez que ocurre un choque entre la Cámara catalana y el Ministerio encabezado por Jorge Fernández Díaz: hace poco meses el Parlament aprobó con una amplia mayoría cerrar el CIE situado en el polígono de la Zona Franca, algo a lo que Interior hizo caso omiso. También ignoró el intento de cierre encabezado por el Ayuntamiento de Barcelona la pasada primavera, cuando el centro cerró para realizar algunas reformas. El Consistorio encabezado por Ada Colau ordenó entonces el precinto del CIE, arguyendo que el inmueble no contaba con la licencia de actividad correspondiente. Interior no hizo caso y hoy en día hay 182 personas detenidas en la Zona Franca, según denunciaron ayer miembros de la plataforma a favor del cierre del centro.
Desde el Ayuntamiento, el cuarto teniente de alcalde, Jaume Asens, anunció ayer que volverán a decretar el cierre del CIE. «Hablamos de un centro donde hay gente privada de libertad y donde se han producido dos muertes, deben inspeccionarse sus condiciones de seguridad», aseguró Asens, que mostró su «apoyo explícito» a la protesta de los internos, criticó los «servicios mínimos y precarios» de los que disponen los detenidos y denunció la «desobediencia» en la que está incurriendo el Ministerio de Interior al no hacer caso alguno a los requerimientos del Consistorio.GARA