Jaque mate
El Dortmund de Tuchel gana la partida de ajedrez al Bayern de Ancelotti, mientras el 3-5-2 de Conte hace líder al Chelsea.
El Ingolstadt sumó esta jornada su primera victoria en la Bundesliga tras once fechas. Conocida por ser sede de las firmas Audi y Media Markt, o por haber sido la cuna que dio vida al monstruo de Frankestein, a mediados de diciembre de 2015, año de su ascenso a la máxima división alemana, el todopoderoso Bayern de Pep Guardiola visitaba el Audi Sportpark en un partido que se presumía de mero trámite para los pupilos del catalán. Pero llegados al descanso, se dirigió a su segundo de a bordo y le alertó: «Estamos encallados. Así no sacaremos el partido adelante». El rival, en lugar de esperar muy replegado, había ejercido una presión alta sobre la salida del balón bávara. La primera decisión estaba tomada: el capitán Phillip Lahm adelantaría posición como extremo, un aleteo de mariposa táctico que implicaría cambios en el resto del equipo. ¡Hasta ocho! Es el día del famoso papelito con esas modificaciones de posiciones que Lahm trasladó a cada afectado ya sobre el verde, el Bayern se reorganizó en un 4-2-4 y acabó ganando con gol incluido de Lahm, con la zurda, su pierna menos buena. ¿Qué ponía en la nota?, interrogaron luego los periodistas al capitán. «Pep me decía que marcase el gol con la pierna izquierda», respondió bromista el hombre que mejor ha interpretado durante esos tres años el fútbol planteado por Guardiola.
Durante su absorvente estancia de tres años en Munich, el técnico de Santpedor empleó nada menos que 23 esquemas de juego, muy cerca de los 29 que Marcelo Bielsa catalogó como cifra máxima que puede disponer sobre el césped un equipo. En ese tiempo moldeó un plantel camaleónico capaz de modificar su módulo de juego sobre la marcha en un partido las veces que fueran necesarias, en función del marcador o de los movimientos del contrario. Capaz de golear con un 2-3-5 a quien enfrente le planteaba un ultradefensivo 5-4-1, que sorprender con un 3-5-2 mermado por las bajas a un envalentonado Borussia Dortmund de Jurgen Klopp a los pies del ‘muro amarillo’ del mismísimo Signal Iduna Park.
Guardiola decidió que, cual misionero, había cumplido su cometido –el de enseñar, tanto como aprender– en Alemania y quería explorar nuevos mundos en Inglaterra, en tanto Klopp, después de que a su Borussia el resto de equipos le ‘calara’ y decidieran cederle el balón para así anestesiar su veloz juego a la contra, emigró también con su heavy metal a la Premier, a un club que le viene como anillo al dedo. Y en Alemania, el bueno de Carlo Ancelotti tomó el dificilísimo legado dejado por Pep y el promedor segundón Thomas Tuchel el reto de renovar la primacia para los borussers.
Dortmund y Bayern se veían las caras esta jornada, el klassiker del fútbol alemán estos últimos años, que deparó más allá del marcador favorable a los renanos y la primera derrota de la temporada de los bávaros, una partida de ajedrez que un amigo personal de Gary Kasparov como Guardiola habría disfrutado en persona.
Tuchel, en esa polivalencia de sistemas que Pep sembró en el balompié teutón, históricamente dado al ataque sin trincheras ni prisioneros, dibujó esa defensa de tres centrales –el exculé Marc Bartra ganó sus 17 duelos– y dos carrileros tan de moda hoy, el joven diamante Weigel de pivote, dos medios como Schürrle y Götze y en punta dupla de arietes. Enfrente, Carleto, con su 4-3-3 habitual con Neuer; Lahm, Boateng, Hummels, David Alaba; Xabi Alonso, Kimmich, Thiago Alcántara; Ribéry, Müller y Lewandowski, se vio sorprendido por la propuesta del Dortmund, que maniató a los suyos, encajó el único gol del partido obra de Aubameyang y no fue hasta el segundo tiempo cuando, en vano, recompuso las piezas del puzzle.
Ancelotti movió banquillo, y a cada peón que cambiaba, Tuchel hacía lo propio, fuera con un alfil, fuera con un caballo. El primero varió a un 4-2-3-1, luego sin Alonso a un 4-1-4-1, en tanto el segundo maniobraba dando entrada a perfiles más defensivos hasta ahogar al Bayern. Al final, el marcador no se movió, de nada le sirvió al Bayern su 62% de posesión, Ancelotti se desenvolvió en un jaque mate incluso antes del pitido inicial, algo impensable para un Guardiola cuya cabeza bulle los días previos metiéndose incluso en la mente del entrenador rival.
La mala suerte del United
Una victoria que posibilita al Dortmund no descolgarse de la cabeza –tercero, empatado a puntos con otros cuatro equipos– y provoca de paso que el Bayern ceda el liderato al cada vez menos sorprendente a la par que odiado Red Bull Leipzig, que volvió a ganar, 2-3 al Leverkusen, y marcha en cabeza dos puntos por encima de los vigentes campeones. Y en ese banquillo al frente de Die roten Bullen, quien fuera el técnico que ascendió en su día al Ingolstatd, el austríaco Ralph Hasenhüttl.
Cambio de líder también en la jornada en la Premier, donde el Liverpool de Klopp mereció ganar en el feudo del Southampton pero se fue con un punto, lo que aprovechó el Chelsea de Antonio Conte para ganar 0-1, gol de Diego Costa, y asaltar la cabeza de la tabla. Su novedoso 3-5-2 ha sido todo un acierto, tanto que desde que lo puso en práctica hace cinco partidos no solo los cuenta por victorias sino que no ha encajado ni un solo gol.
Un punto por encima de los Reds y lo mismo sobre un City que ganó fuera merced al doblete del jugador mejor pagado del equipo y que no había disputado ni un solo minuto: el costamarfileño Yayá Touré, cuyo representante criticó duramente a Guardiola por marginar a su defendido y Pep apartó al jugador hasta que su agente pidiera perdón; lo hizo, Yayá jugó y marcó. Todos contentos. Como salió de Old Trafford Arsene Wenger, al ver cómo el francés Olivier Giroud saltaba del banquillo para igualar la contienda ante el United con el tiempo reglamentario ya sobrepasado. Fueron mejores los locales, sin Ibrahimovic, pero guiados por un excelso Ander Herrera, un Juan Mata ya idolatrado, y sin embargo se quedaron con la miel en los labios. «Somos el equipo con menos suerte de la Premier», se lamentó José Mourinho, quien cruzó un gélido saludo con Wenger después de que en la previa hubiera dicho que el alsaciano «tiene el respeto de los periodistas, algo que yo no tengo. Mi último título fue hace 18 meses, no hace 18 años».
Aunque para sobrada la del joven gaditano Suso, que en la previa del Derby della Madonnina prometió que «si marco un doblete, vuelvo a casa andando...». Y cumplió, primer español que anota en un Milan-Inter desde Luis Suárez en 1962. Su 2-0 inicial acabó en 2-2 final. Ya lo dijo el delantero Lukas Podolski, «el fútbol es como el ajedrez, pero sin dados». Jaque mate...