Leo Belaustegi Alberdi
Miembro de Ondarroa 12 mila
KOLABORAZIOA

Olentzero para la flota vasca

Todos los años por estas fechas la Unión Europea reparte el Total Admisible de Capturas, conocidos como TACs, bajo la presión de los lobbys de la industria pesquera (incluida la nuestra). Una vez más hemos observado que no se han respetado las recomendaciones del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), de hecho, las cuotas asignadas han sobrepasado en general más del 26% las recomendaciones científicas avaladas por ese organismo. He aquí algunos ejemplos de los cambios en las capturas admitidos para las especies más importantes. Las recomendaciones científicas aconsejaban en el caladero del Atlántico Norte, el mar Cantábrico, que el TAC para la merluza disminuyera en un 36% y ha quedado reducido en un 1,4%; el bacalao en algunas zonas se autoriza el 96% más que la recomendación científica; el merlan el 57% más; el abadejo del norte el 198% más; el lenguado el 10% más; para el txitxarro proponía reducción del 54% y ha quedado en el 23%, etc. Inadmisible.

Recientemente hemos leído en la prensa al presidente de la Federación de Cofradías de Gipuzkoa, Eugenio Elduayen, que declaró que «los arrantzales tratan de perpetuar la pesca, pero aprecian que la Unión Europea valora más los aspectos conservacionistas que las repercusiones socioeconómicas de las decisiones que adopta». Una gran mentira, puesta además en boca de los ecologistas, cuando son los científicos los que está levantando la voz de alarma.

Es obvio y manifiesto que las últimas décadas han sido años de grandes capturas en zonas del Golfo de Bizkaia y sobre todo en los caladeros del Cantábrico. Ello ha generado una grave pérdida de la biodiversidad y de biomasa de muchas de las especies tales como el besugo, palometa, etc. Es tan grave el impacto que estamos generando que la Unión Europea ha puesto en marcha una nueva política pesquera (PPC) que entró en vigor a primeros del 2015.

Los puntos más importantes de esta nueva política se concretan en aplicar un Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) que es la cantidad máxima que puede ser pescada sin que la biomasa disminuya para el año 2017 (a más tardar para el 2020) y la obligación de hacer una gestión sostenible de las pesquerías. Prohibiendo los descartes (en algunos caladeros el 50% de las capturas se tiran al mar con los peces ya muertos). Se busca, además, priorizar la gestión de los recursos por artes artesanales y sostenibles, mejorar en la información y en la comercialización de las capturas…, etc.

Pero todos estos planes y proyectos no gustan a la industria pesquera. Debido a la presión que están ejerciendo los lobbys de esta industria, a la UE se le está atragantando la nueva PPC. Fruto de ello son los TAC aprobados en los últimos años, y sobre todo, el aprobado para el año 2017 en el último Consejo de Ministros de la UE. Unos TAC que siguen sin tener en cuenta la situación de los stock y la biomasa de reproductores en los distintos caladeros. Una vez más, se va a permitir la sobrepesca en los caladeros del Atlántico Norte.

La industria pesquera actual huye de la regulación, es caótica, la gestión se basa en la captura de especies sin ninguna regulación y lo capturado está controlado por exportadores y conserveras que pagan en la lonja al precio que les da la gana, originando ganancias cada vez más ridículas a los arrantzales. ¿Cómo es posible que estemos exigiendo más cuota, más posibilidades de captura, cuando en nuestras lonjas cada vez el pescado capturado se paga más barato? ¿Por qué no ponemos precios mínimos a las especies y compensamos los beneficios por las capturas? ¿Es posible argumentar que las cuotas son pequeñas para garantizar la mejora económica y social de los arrantzales, cuando estamos tirando pescado al mar porque no se ha vendido? ¿Qué futuro estamos proponiendo ante esta situación, la de «sálvese quien pueda» y vaciar los caladeros a límites de agotamiento de un ecosistema sin posibilidades de regeneración?

Es hora de parar esta locura. Urge la constitución de una mesa sectorial para proponer alternativas hacia una gestión sostenible y responsable de los recursos marinos con vistas a recuperar los caladeros y esta industria, antaño generadora de riqueza económica, social y cultural. Vivimos una crisis ecológica global con grandes desafíos como la contaminación o el calentamiento de las aguas marinas. No acentuemos lo que de por sí ya es grave.