EDITORIALA
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Una zanahoria nueva para los mismos palos

El Consejo de Ministros decidió ayer poner al frente de la Delegación del Gobierno español en la CAV al hasta ahora líder del PP en Araba, Javier de Andrés, que sustituirá al delegado de los mil y un recursos, Carlos Urquijo. El recambio sigue la estela del realizado en Catalunya, donde Enric Millo, con un taranná supuestamente más dialogante, sustituyó en noviembre a la intransigente María de los Llanos de Luna. Entre las delegaciones más polémicas, la única que se mantiene intacta es la de Nafarroa, donde Carmen Alba aguanta pese a su evidente hostilidad con las instituciones forales. Veremos hasta cuando.

La sustitución de un delegado cuya obsesión por entronizarse como virrey deja infausto recuerdo de su mandato viene explicada por la pérdida de la mayoría absoluta del PP en Madrid, y se enmarca en la dinámica de cambio de cromos emprendida por Moncloa y Lakua, aparentemente decididos a apoyarse en sus debilidades mutuas. Y a aprovecharse de ellas. Pero sería iluso, a estas alturas, esperar algún cambio de calado por parte de un PP cuya pretendida apertura al diálogo se debe exclusivamente a su necesidad de apoyos en el Congreso.

Al margen de los exabruptos, los recursos a mansalva y las alucinaciones de Urquijo, a los que por un tiempo quizás pueda felizmente decirse adiós, la posición de Madrid en la CAV se fija en Moncloa, y su delegado en Gasteiz no deja de ser una figura simbólica cuya notoriedad depende más del afán de protagonismo de la persona que ocupa el cargo. En este sentido, de Madrid no llega nada nuevo. Pese al supuesto cambio de tono, la sentencia contra las 35 horas de los funcionarios autonómicos de la CAV o el recurso contra la OPE de la Ertzaintza muestran que el fondo no cambia. Los palos son los mismos, por mucho que la zanahoria parezca más jugosa. Dejarse seducir por semejantes cantos de sirena solo puede obedecer al deseo de que otros queden encandilados por los cantos propios.