«Encarcelar a once diputados (prokurdos) es todo un escándalo»
Testigo de la involución registrada en la última década, subraya que «todo el mundo puede ser considerado terrorista si así lo desea el Gobierno» y asevera que «no se puede usar de manera indiscriminada el principio de culpabilidad por asociación».
Emma Sinclair-Webb es la directora en Turquía de Human Rights Watch (HRW), organización a la que se unió en 2007 tras dejar Amnistía Internacional. En esta década en Anatolia ha documentado el proceso democrático dirigido en su primera época por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y, desde hace un año, el desplome radical de las reformas y la deriva autoritaria del presidente, Recep Tayip Erdogan.
¿Cómo se puede eliminar la influencia de Fethullah Gülen sin ser injustos?
Mi rol no es comentar cómo terminar o comenzar con un movimiento político-religioso. Puedo decir que, sin tener evidencias criminales, están siendo usadas severas y arbitrarias medidas contra profesores, funcionarios y burócratas que pueden tener lazos con Gülen. Los números hablan por sí mismos: hay más de 100.000 funcionarios que han sido apartados sin ningún proceso –legal– y cerca de 40.000 están encarcelados a la espera de juicio. Dejando de lado a los soldados y policías involucrados en el golpe de Estado, contra quienes el Gobierno tiene toda la razón para tomar medidas, no se puede usar de manera indiscriminada el principio de culpabilidad por asociación sin pruebas criminales. Son personas que han acudido a las escuelas preparatorias [de Gülen], usan [la aplicación] ByLock o tienen cuenta en [el gülenista] Bank Asya. Esto no significa en principio haber cometido un crimen, y si las personas están encarceladas sin evidencias no estamos ante un Estado de derecho.
La ley Antiterrorista considera «terrorista» a un simpatizante. Entonces el Gobierno sí sigue la ley.
El uso de la palabra terrorismo es excesivo en Turquía. Todo el mundo puede ser considerado terrorista si así lo desea el Gobierno. No es necesario estar involucrado en actos mortales. Es un gran problema y siempre lo ha sido. Ahora se usa para los gülenistas, pero antes se utilizaba como aún se hace para kurdos y grupos de izquierda. Hay universitarios kurdos que llevan años encarcelados sin pruebas. Básicamente, el sistema criminal turco está siempre buscando enemigos internos, y los gülenistas son el último objetivo.
Periódicos gülenistas como «Zaman» apoyaron casos injustos como Ergenekon. ¿Erdogan puede tener razón en algunas de sus medidas?
No se pueden cerrar periódicos sin probar que hayan incitado a la violencia. Defendemos el derecho a existir de los periódicos cercanos al PKK y también el de los diarios que puedan ser proGülen. Muchas opiniones ofensivas tienen que tener espacio en una democracia sin necesidad de que sus autores sean marcados como criminales.
Turquía es la mayor cárcel de periodistas del mundo con al menos 128 detenidos. ¿Espera una mejora en 2017?
Nuestro trabajo consiste en tener esperanza. Cualquier cambio sólo puede llegar si son liberados. Es una prioridad, incluso si sus juicios continúan. Además aquí hablamos también de los trabajadores relacionados que no son periodistas.
¿Cómo puede confiar en la Justicia?
Es la gran traba. En el proceso para desmantelar la influencia gülenista, el Gobierno ha apartado a 1/5 de la judicatura y dañado la Justicia. Incluso si antes estaba politizada, lo que ahora está haciendo el Gobierno es elegir a dedo a jueces y fiscales que son proErdogan. Entonces, en este entorno, qué fiscal puede apartarse de esta línea y tomar una decisión independiente.
Los ataques contra kurdos y opositores quedan de nuevo impunes.
La impunidad es un veneno para Turquía. Básicamente, el Estado se protege de los ciudadanos. Cualquier oficial implicado en abusos ve sus crímenes limpios y esto refuerza la cultura de la impunidad. Será muy complicado avanzar en los derechos humanos si los ciudadanos no pueden pedir cuentas al Estado y los periodistas escudriñar el poder.
¿Es el mayor error de Erdogan rechazar la vuelta al proceso de diálogo?
El proceso de paz es esencial en términos de protección de los derechos humanos para los kurdos. Sólo puedo decir esto.
¿En un Estado de derecho se encarcela a políticos por negarse a declarar?
Ver en la cárcel a doce –once tras la entrevista– diputados elegidos de manera democrática es un escándalo. Los kurdos no han protestado en las calles; demuestra la intimidación y el miedo que sufren. El proceso en el que fue levantada la inmunidad de los diputados del HDP fue, en su totalidad, discriminatorio. Incluso si miembros de otros partidos perdieron su inmunidad, [el Gobierno] no tenía intención de ir tras ellos. Todo el proceso es una violación de los derechos de participación, representación y asociación política. Y también es una violación el encarcelamiento de alcaldes. Y cada día, de forma sistemática, hay más detenidos.
El Estado de emergencia se podría prorrogar –se confirmó tras la entrevista– tres meses más. Erdogan apela al ejemplo francés. ¿No tiene más razones para imponerlo?
Siempre lo comparan, y es un argumento. Pero en Francia, incluso cuando criticamos la arbitrariedad de los arrestos, el Parlamento aún tiene la habilidad de escudriñar leyes y no se rige por decretos ni censura a los medios o encarcela a los opositores. Su implementación no se puede comparar y la Justicia es mucho más independiente.
El sistema educativo turco es contrario a las minorías y refuerza la visión jacobina de Atatürk. ¿Es la educación el principal problema para las minorías?
Esto va más allá de mi área. Con respecto a la educación religiosa, que es obligatoria, el Tribunal europeo dice que el programa educacional está enfocado en su totalidad al sunismo, sin tener en cuenta a alevíes y otros grupos. Tiene que ser revisado para que sea inclusivo. Se ha pedido a Turquía que lo cambie, pero más bien lo ha reforzado con lecciones sobre la vida del profeta.
El mundo académico está en crisis por la purga llevada a cabo. Los profesores quieren huir o tienen miedo a expresarse.
Observamos una intolerancia total hacia la libertad académica, como sucede en general con la libertad de expresión, además del deseo del Gobierno de tomar el control de las universidades para poner a su gente en la dirección y así imponer la línea de pensamiento del Gobierno. La función de la universidad no es convertirse en un brazo del Gobierno, al igual que la judicatura no puede ser un brazo del Ejecutivo. Por desgracia, el Gobierno no lo percibe así. Como resultado, existe una gran fuga de cerebros, que dañará a largo plazo el desarrollo y la credibilidad de Turquía.
Pero fue Erdogan quien trajo cierta libertad académica a causas sensibles como la armenia.
Es la triste ironía. A principios de este siglo se hicieron muchos esfuerzos para dejar a un lado el antiguo sistema y sus tabúes. Se discutió la situación de las minorías. Fue un momento aperturista y se tomaron medidas, pero nunca se corrigió del todo.
El pragmatismo de la UE no da resultados con Erdogan. ¿Sería una buena idea establecer sanciones económicas?
Como ha ocurrido con Egipto, Europa perdería casi cualquier influencia sobre Turquía si se rompiera el proceso de adhesión. No sería bueno.
¿Incluso a largo plazo?
El deseo de Rusia por incrementar su poder en la región podría conducir a Turquía en esa dirección, que no es buena. Es muy político y no nos hemos posicionado sobre el proceso de adhesión, pero reconocemos los pasos dados hace una década. La UE ha cometido muchos errores. Miembros como Austria, Alemania o Francia sugirieron en 2005 que Turquía no tendría que estar en el juego. Esto socavó el proceso de reformas. No podemos dejarlo fuera de la imagen. Ambas partes han cometido errores y ahora nada parece ir bien.
Antes de firmarse el acuerdo sobre los refugiados, HRW documentó la violación de derechos humanos en Kurdistán Norte. ¿Fue la UE injusta con el pueblo anatolio al aceptar las demandas de Erdogan?
Poner bajo el cuidado de Turquía a 2,7 millones de refugiados y no estar dispuesto a compartir responsabilidades fue un gran error moral de la UE y le ha dejado casi muda para hablar sobre los derechos humanos en Turquía. Y esto lo nota Turquía.
¿Cómo ve la situación de los refugiados?
Turquía no tiene un sistema de asilo funcional y los sirios no pueden convertirse en refugiados con plenos derechos; son huéspedes. Hay conversaciones sobre si van a obtener la nacionalidad, lo cual sería positivo. Una cosa admirable en los líderes políticos turcos es que no hayan creado una retórica contraria al refugiado. No han caído en el discurso populista de la ultraderecha que se observa en Europa. No encuentro muchas cosas positivas que decir sobre Turquía y puede que esta causa sea la más positiva.
Anatolia es grande, al igual que la región de Kahramanmaras. El Gobierno abrirá allí un campo de refugiados en mitad de aldeas alevíes. ¿Es un ataque contra las minorías?
Es una pregunta muy difícil. Oponerse a los refugiados en un área concreta puede convertirse en un discurso racista hacia los árabes suníes que sufren enormes traumas. Los derechos de esta gente tienen que protegerse. Para lograr la armonía, la decisión sobre el lugar que ocuparán debe tomarse consultando a los líderes locales. No está siendo así y en el sureste especulan con que el Gobierno quiere un cambio demográfico.
¿Es Turquía una verdadera democracia?
No se puede hablar de una verdadera democracia cuando los líderes del segundo partido opositor están encarcelados y no se cuenta con las minorías o partidos opositores.
La «Nueva Turquía» de Erdogan se parece a la antigua que quiso reformar. ¿Es el único culpable de la actual situación?
Hablamos del refuerzo de un sistema en el que los derechos ciudadanos nunca han sido una prioridad para ningún Gobierno. Pero en la actualidad tenemos una concentración de poder en manos de una persona. Con el cambio hacia un sistema presidencialista todos los controles serán removidos y la situación podría empeorar aún más. El sistema presidencialista puede funcionar, pero en otro contexto, con balances y mecanismos de control.
Atentado mortal con coche bomba en Esmirna dos días después del ataque en Estambul
Un policía y funcionario judicial fallecieron ayer al hacer explosión un coche bomba ante un tribunal de Esmirna, según indicó la agencia oficial Anatolia antes de agregar que el ataque derivó en enfrentamientos con la Policía, que abatió a «dos terroristas» mientras que otra persona logró huir. «Las primeras pistas sugieren que el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) está detrás del ataque», declaró Erol Ayyildiz, gobernador de Esmirna. El alcalde de Bayrakli, Hasan Karabag, dijo a la cadena NTV que al menos 10 personas habían resultado heridas, una de gravedad.GARA