Imanol Carrillo
Periodista
IKUSMIRA

Caraduras que ponen obstáculos a las sillitas

Doy fe de aquello que dicen que «no te das cuenta hasta que te pasa a ti». Imaginaros por un momento ir solos con la sillita de vuestro hijo o hija, o gemelos o mellizos para más extremo, con la intención de acceder a un establecimiento, como podría ser una farmacia. A esto le añadís que hace un día de perros, de frío, lluvia y viento. Y termináis por descubrir que, o bien la sillita no entra por la estrecha puerta del local o este está más alto del nivel del suelo y para acceder hay que subir varias escaleras. ¿Qué hacemos, dejamos fuera a los niños? ¿Esperamos a otro día, cuando estemos acompañados, para comprar los medicamentos?

Otro ejemplo: hay conductores de autobús que parece que han sacado el carnet en una tómbola. Miran por el espejo retrovisor, te ven que vas a bajar en la siguiente parada y estacionan el bus a ‘tropecientos’ metros de la acera o con el espacio suficiente como para no poder maniobrar. ¿Se creen que tenemos un motor incorporado en la silla?

Algunos conductores de vehículos aparcan encima de la acera, imposibilitando el pase de sillitas y peatones, obligándonos a avanzar por la carretera y sus riesgos; y otros aparcan en batería pegados a tu auto, que se distingue claramente por tener un parasol infantil y una silla de coche en el interior. Para más inri, hay caraduras que aparcan su coche en los sitios habilitados para las familias y para tu sorpresa ves que del interior solo se bajan personas adultas.

Ante la infinidad de obstáculos, no me quiero hacer una idea de lo que sufrirán las personas incapacitadas o mayores con sus sillas de ruedas...