«2016 fue el año en que el mundo anglosajón despertó. 2017 será, estoy segura, el año del despertar de los pueblos de la Europa continental», anunció la candidata presidencial francesa del Front National, Marine Le Pen, en la apertura de la cumbre de partidos de extrema derecha miembros del grupo Europa de las Naciones y de las Libertades en el Parlamento de Estrasburgo.

La cita, presentada como una contracumbre europea, reunió en Coblenza (oeste de Alemania) a la anfitriona y copresidenta del partido de derecha xenófobo y euroescéptico AfD, Frauke Petry, al líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, al secretario general del austriaco FPÖ, Harald Vilimsky, y al líder del islamófobo PVV holandés, Geert Wilders.

Este último confirmó que la coincidencia de la convocatoria de ayer con el primer día de Donald Trump como inquilino de la Casa Blanca es todo menos casual. Mientras el nuevo presidente estadounidense juraba su cargo con un discurso patriótico y excluyente, Wilders anunciaba en twitter su participación en la cumbre de Coblenza usando como hastag «MakeOurCountriesGreatAgain» («Devolvamos la grandeza a nuestro país»).

«Patriotismo de futuro»

Le Pen instó a «pasar a la etapa siguiente, la de nuestra mayoría en cada elección» y pronosticó el «regreso de los Estados-nación» –como si realmente algún día se hubieran ido–.

«El patriotismo no es una política del pasado, sino del futuro», bramó entre aplausos, atronadores cuando criticó la solidaridad de la canciller alemana, Angela Merkel, con los refugiados. No obstante, la cumbre, prevista como un acercamientro entre Le Pen, que aspira a llegar al Elíseo en mayo, y Petry, cuyo partido espera privar a Merkel de un mayoría para gobernar en setiembre, ha despertado resquemor en los sectores más liberales del AfD, que no forma parte del grupo parlamentario convocante.

Protestas

Matices, cálculos y tacticismos que poco importan ante la emergencia que supone para Europa el desparpajo con el que la extrema derecha prepara su asalto al poder. Convocados por partidos de izquierda, cientos de manifestantes llegaban a Coblenza para salir a la calle con prendas de colores y confetis contra el fascismo..

Por la mañana, una alianza de más de un centenar de partidos, sindicatos, iglesias. ONG y colectivos sociales convocó una manifestación bajo el lema «Coblenza no pierde su diversidad».

A la cumbre de la extrema derecha, que reunió a un millar de personas, fueron invitados representantes de partidos ultras de Flandes, Gran Bretaña, la República Checa y Rumanía.