«Confianza porque no hay nada imposible», demandó ayer el central Iñigo Martínez a la afición donostiarra ante la cita copera ante el Barcelona, sobre todo porque el equipo realista sigue transmitiendo buenas sensaciones y el resultado de la ida está abierto. «Estamos en un buen momento, venimos de ganar y ellos nos tienen respeto después de muchos años peleándoles los partidos en nuestra casa. Saben que van a sufrir», sostuvo como uno de los argumentos a favor de los de Eusebio Sacristán. En contra de ese optimismo, el que la Real lleva ya casi tres décadas sin ganar en el Camp Nou. Será un «partido duro de roer, en el que habrá que estar atentos a todas las jugadas», enfatizó.

El txuriurdin apela a la actitud y ganas que tienen de llegar a la previa a la gran final y destaca que «por ganas no creo que ganen», por lo que augura un «partido intenso» durante los 90 minutos. El vestuario, insistió, «piensa en pasar la eliminatoria» y anima a sus compañeros a «pelear y disputar cada jugada» porque «en cualquier momento podemos hacer gol y empatar la eliminatoria».

Un partido en el que no estará Rubén Pardo, cedido ayer el Betis hasta junio, al que se incorporó por la tarde.