EDITORIALA
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Un mundo patas arriba tras una semana de Trump

Tras una semana con Donald Trump como presidente de EEUU, no resulta nada fácil escoger un tema para comentar. El catálogo da para echarse a correr: el muro en México, el apoyo al proyecto sionista en Israel, el decreto antiabortista, la reactivación de proyectos dañinos para el medio ambiente como los oleoductos de Keystone y Dakota, el desmantelamiento del minimalista sistema de sanidad pública de Obama o la intención de volver a autorizar la tortura son solo algunos de los anuncios más alarmantes.

A ellos se suman decisiones que, si bien no son intrínsecamente negativas –ya que, de hecho, pueden abrir nuevos escenarios–, han encendido las alarmas en todas las cancillerías. Aquí constan, por ejemplo, la suspensión del Tratado de Libre Comercio Transpacífico (TPP), o la guerra comercial abierta con México, que podría forzar al país latinoamericano a empezar a mirar al sur. Sea como sea, Trump ha sido capaz de poner el mundo patas arriba en una semana. Literalmente.

Aunque no pueden desdeñarse marchas antiabortistas como la de ayer (Trump no está solo), la nota positiva de la semana la puso la marcha de mujeres en Washington, síntoma de una resistencia que se empieza a articular y de la cual también es una señal el descomunal aumento de ventas de “1984” de George Orwell. Los abonados al «cuanto peor, mejor» serán capaces de ver su profecía autocumplida en esta promesa de épica lucha contra Trump, aunque lo cierto es que el alivio por la reactivación de la resistencia apenas consigue disimular la frustración que debiera generar el mero ascenso de Trump al poder. No es, en cualquier caso, tiempo para el derrotismo, sino para articular movimientos que hagan frente al ascenso de la extrema derecha (en EEUU y en Europa) y que, a poder ser, superen el esquema de la pura y llana resistencia. Ayer, conmemoración del Holocausto, fue un día propicio para recordar las palabras de Primo Levi: «Si ahora no, ¿cuándo?»