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Petilla, una tierra de Navarra fuera del mapa

En el mapa de Navarra figuran desde el Medievo dos pequeñas porciones de su territorio, como si fueran islotes inmersos en tierras aragonesas y que los propios navarros apenas conocen. Como sus vecinos aragoneses Sos, Isuerre y Uncastillo, este enclave navarro olvidado conocido como Petilla de Aragón –diría de Navarra–, fue un bastión defensivo en la frontera de la Valdonsella ante la invasión musulmana. Desde el pequeño y encajonado valle del Vado o de la Rinconera, donde se encuentra Petilla, una entalladura abierta por el río constituye la única puerta de acceso a las tierras llanas de Zangoza. Estas montañas conforman los últimos cordales de las estribaciones del Pirineo Occidental. En esta ocasión el itinerario sigue las señales de SL NA 202 por los altos de las cumbres del Castillón, La Esmochada y Cervera, cimas que apenas superan los mil metros de altitud.

La existencia documentada de Petilla se remonta al año 938, cuando el rey García Sánchez I y el Obispo de Iruñea Galindo, transfirieron los diezmos eclesiásticos del lugar a la Abadía de Leire. Por su posición geográfica pasó de manos de los reinos de Aragón y Navarra. Entre sus encaramadas casas destaca la iglesia gótica (s. XIII), que conserva retablos entre siglos XIII al XVI. Petilla debe su especial atractivo, además del paisaje de densos bosques, soledad extrema y privilegiadas vistas, ser cuna de Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, cuya casa familiar se ha convertido en museo.

El itinerario arranca de la plaza de Navarra donde se encuentra la iglesia y el ayuntamiento, pasando por un pasadizo que nos llevará al exterior del pueblo, subiendo por un carretil que pronto dejaremos las últimas casas. Ante el desvío del cementerio, merece la pena subir unos metros al mirador del camposanto que ofrece la mejor visión del entorno. En la peña del Castillón, que veremos más arriba, quedan las ruinas del castillo que defendió este estratégico enclave durante la edad media. De regreso a la pista, continuar por ella pasando un portillo y luego una nave de ganadera, con la vista puesta en una antena de comunicaciones. Una vez en la revuelta de la montaña daremos vista a las montañas de la merindad de Zangoza, donde se alzan las sierras de Leire, Peña y Alaitz. Contorneada la rocosa cumbre de Castillón, daremos vista a una espectacular panorámica sobre el cordal de los Pirineos, desde las cumbres de Belagoa hasta las sierras de Telera en el valle de Tena.

El suave trazado de la pista que contornea los flancos norteños de las cumbres de Castillón, La Esmochada y Peña Cervera constituye un agradable paseo, entre pinares de repoblación, robles y pino silvestre. Desde la pista arrancan desvíos a varios corrales situados en la vertiente norteña, mientras las vistas cambian al dar una revuelta importante la pista, veremos en la Val d’Onsella el pueblo de Lobera y la espectacular sierra de Santo Domingo a su espalda. Pronto estaremos en el collado del Fayar (954 m.), donde hay un portillo y una pista que lleva al corral de Puyol. De este lugar dejaremos a la izquierda la pista que lleva por Salituero a Sibiriana. Seguiremos por otra pista de menor entidad situada a su derecha, jalonada por el sendero SL NA 202, hasta desembocar en el fondo del valle, después de pasar junto un manantial con abrevadero.

Una vez en la pista que une Petilla con Luesia por Sibiriana y su espectacular castillo, veremos las señales del GR 1 y en la lejanía, Petilla encaramado en la montaña. A los cinco minutos abandonaremos la pista por un amplio camino herboso situado a la derecha, que nos llevará tras cruzar un portillo eléctrico hasta la regata que discurre por el fondo del valle. Tras pasar bajo las ruinas del corral del Zurdo, hemos de prestar atención para tomar el desvío de un camino situado a la derecha (portillo). A los pocos metros un antiguo muro nos servirá de referencia para seguir por un amplio camino, ganando altura por los boscosos flancos de la montaña. Con la vista puesta en la ermita de la Virgen de la Caridad, que veremos emerger sobre el bosque, veremos algunos tramos de empedrados del viejo camino. Tras cruzar un portillo saldremos a una rinconada donde hay un antiguo lavadero, un depósito de agua y casetas con huertas. Bonita vista desde la ermita hacia el conjunto urbano de Petilla y las barrancadas del cordal de La Selva. Solo nos restará bajar unos metros a la carretera para culminar la excursión por estas olvidadas tierras de Navarra.