Raimundo Fitero
DE REOJO

Verosímil

Por primera vez en treinta años y por cuestiones que nada tiene que ver con el interés propio, ni con la inquietud periodística, me comí entera la gala de los Goya. Y cuando me pongo a escribir de o sobre ella se me cruza la palabra verosímil y me hundo más en el discurso interior. ¿En qué pensaba yo cuando los premiados desmenuzaban su retahíla de agradecimientos de manual? Pues en que en La 2 simultáneamente estaban dando un magnífico documental sobre el culo, visto desde la perspectiva del arte, la cultura, la antropología y el erotismo. ¿Por qué he titulado con la palabra verosímil? Me sigo preguntando en un ataque de filosofía de tocador sobre las razones por las que a unas edades la fijación está más localizada en las glándulas mamarias y de repente se abre un interés desmedido en los glúteos. ¿Qué hay de verosímil en una Gala, sea de lo que sea? Estamos ante un espectáculo de fórmula, una puesta en escena reglada, un sucedido de lugares comunes, un ritual conocido, una convención. Hay un componente variable: los ganadores, al parecer, no se saben hasta ese momento de su proclamación pública.

¿Es verosímil que los perdedores se muestren tan contentos y tan efusivos con el ganador? Es otra parte esencial del espectáculo televisivo, una sobreactuación, una consigna que se convierte en una manera de crear una noción de falsa amistad. Porque la clave es que existe un guion televisivo, unos recorridos no aleatorios, sino marcados de manera estricta. En este caso la sala donde se realizó le daba problemas al realizador. El conductor, Rovira estuvo fino. Tranquilo, como si fuera su casa. Tiene un humor que ha ido domesticando, acercándose a lo políticamente correcto. Me gustó el discurso de Ana Belén y Silvia Pérez Cruz una cantante que les recomiendo sigan. De lo demás, ya ni me acuerdo.