Maite UBIRIA BEAUMONT

Fillon confía en la absolución de las urnas tras la prórroga de la investigación

François Fillon responde a la Fiscalía con una sentencia: él ya solo confía en el veredicto de las urnas. Sin embargo, la prórroga de la investigación sacude a la derecha y en ese ambiente enrarecido, claro está, el discurso «antisistema, pero no tanto» del FN coge alas.

La Fiscalía de Delitos Financieros (PNF) mantendrá abierta la investigación que sigue desde el pasado 25 de enero con respecto a François Fillon. Es decir, no dará, por ahora, un paso hacia el procesamiento judicial del candidato conservador pero tampoco da carpetazo al dossier.

El PNF opta por una suerte de prórroga de la investigación. Así, se va a seguir escrutando el pasado del candidato, y se podrán pedir nuevas audiciones y careos entre testigos, además de indagaciones sobre el terreno, por ejemplo en Sarthe, con el fin de arrojar luz sobre el trabajo de asesora parlamentaria por el que Penelope Fillon fue retribuida generosamente, sin que a nadie le constara que desarrollaba tales funciones.

Los investigadores guardan dudas razonables sobre los testimonios y documentos aportados por el matrimonio y dos de sus hijos, pero se tientan la ropa antes de dejar el caso en manos de un tribunal.

Desde el punto de vista de la transparencia política parece razonable una toma de decisión antes del registro oficial de las candidaturas, ya que un anuncio de procesamiento con la liza electoral en marcha, además de dejar sin candidato a la derecha, provocaría un cataclismo.

Los nombres de los aspirantes se promulgarán el 18 de marzo. Sin embargo, esa fecha no es de obligado cumplimiento para el PNF, que no tiene plazos conocidos para completar su labor.

Lo que es seguro es que, muy a su pesar, Fillon va a seguir copando durante las próximas semanas las portadas de los medios por cuestiones ajenas a la contienda electoral.

Por mucho que ayer insistiera en quitar hierro al nuevo paso dado por la Fiscalía, a la que acusa de actuar al servicio de quienes buscan impedir la alternancia, lo cierto es que ya en las dos últimas semanas, su séquito electoral solo se ha desplazado a localidades gobernadas tradicionalmente por la derecha y ha privilegiado el encuentro con cargos del partidos, muchas veces en locales con aforo reducido. Pese a las precauciones, Fillon se ha visto increpado a pie de calle o en los propios mítines.

El aspirante responde a la tormenta con la estrategia del avestruz, y sus fieles tratan de insuflar confianza a las tropas asegurando que, pese a la ofensiva, Fillon no se hunde en los sondeos, o no en la medida que cabría esperar. A su juicio, el afán de alternancia será determinante y hará posible que, pese a todo, la derecha reconquiste El Elíseo.

En todo caso, el nerviosismo gana terreno en el sector conservador, y afecta al resto del tablero político. Con la excepción, si cabe, de Marine Le Pen, la única que puede permitirse el lujo de no alterar en exceso sus planes, segura como está de su estrella.

Le Pen se reserva

La candidata del Frente Nacional aparece en todos los sondeos como ganadora de la primera vuelta de los comicios presidenciales, aunque ninguna encuesta le sitúa en El Elíseo. Su estrategia pasa en estos momentos por no desgastarse en vano en los debates inminentes y en labrarse, por el contrario, una imagen de candidata solvente.

En su punto de mira están los casi cuatro millones de electores que tomaron parte en las primarias del centroderecha que se saldaron con la investidura de un candidato tradicionalista.

El temor de esos electores a que la alternancia conservadora que creían segura acabe en fiasco, puede ejercer de pasarela para que votantes de derecha se adentren en territorio frentista. Así lo espera, en todo caso, la líder del FN.

Si la investidura de Fillon parecía un antídoto eficaz para evitar tal trasvase, hoy el dique de contención es menos sólido. De ahí que propagar un mensaje asumible para esos sectores, suavizando las aristas más antisistema, se haya convertido en la prioridad de Le Pen.

Por eso, tras la nueva decisión del PNF, Le Pen confiaba ayer a su escudero, Florian Philippot, la tarea de ladrar contra ese animal político herido que es Fillon. Mientras, como cada día, ella centraba sus intervenciones en propuestas sobre la inmigración, el empleo, la seguridad y la reconquista de la marca Francia. Sin cambiar el paso, con una claridad de objetivos que causa simplemente pavor.

Las heridas del joven Théo hacen palidecer a la izquierda

La respuesta en los barrios populares de las ciudades francesas a la agresión policial sufrida por el joven Théo ha vuelto a poner de manifiesto las dificultades de la izquierda, en sus distintas acepciones, para hacerse oír por los sectores que soportan mayores cotas de injusticia social.

La voz del candidato presidencial del Partido Socialista, Benoît Hamon, apenas se ha hecho audible en el debate planteado tras la violación denunciada por el vecino de Aulnay-sous-Bois. La mordaza se la han puesto los suyos.

El primer ministro, Bernard Cazenave, se vanagloriaba de que con François Hollande ha salido una cifra récord de agentes de las academias de la Policía francesa. El argumento oficial volvía así a aflorar, poniendo sordina al racismo institucionalizado, a la falta de expectativas laborales, al deterioro urbanístico, al desprecio cultural y a la deserción de los servicios públicos que se vive en los barrios populares.

A falta de propuestas reales para transformar ese paisaje, solo queda competir por las cifras de uniformados. Y en ese no-debate, claro, Marine Le Pen hace palidecer a todos sus adversarios.

Nada que no ocurriera antes, pero con el agravante de que éste es un momento dulce para un Frente Nacional que aspira sin complejos a tomar la cúspide institucional, impulsado por una coyuntura internacional muy favorable.M.U.