LA LEGISLACIÓN ACTUAL

EEUU, un país de inmigrantes (II)

EEUU tiene a día de hoy 45 millones de residentes nacidos en el extranjero, más que ningún otro país. De ellos, alrededor de 11 millones no tienen papeles.

104.000 extranjeros llegan a EEUU en cualquier día normal, incluidos los 3.100 inmigrantes que consiguen a diario un visado (más de un millón al año, cifra similar a la oleada de refugiados de los Balcanes en 2015). A ellos hay que añadir los 2.000 extranjeros no autorizados que se calcula se establecen al día, la mitad de ellos cruzando la frontera mexicana. La otra mitad proceden de los 100.000 visitantes temporales («turistas», estudiantes, visitantes por negocios) que deciden quedarse sin permiso.

Visados, cuotas y restricciones

La política de inmigración en vigor favorece la concesión de visados a familiares directos de ciudadanos con nacionalidad estadounidense (no hay límites y en los últimos tiempos se han concedido medio millón al año) y a personas que, por sus conocimientos y/o preparación, son codiciadas por las empresas. Hay 140.000 visados anuales basados en el empleo con validez de un año para estas y sus familias. El límite de concesión de visados temporales, que afecta también a familiares de inmigrantes legales pero no nacionalizados, es de 20.000 por país y año.

Una de cal...

Obama impulsó una reforma para impedir la deportación de cinco millones de sin papeles que llegaron siendo menores (los dreamers, o soñadores, de ahí el proyecto de ley Dream), con dos decretos. El DACA (Acción Aplazada para las Llegadas de Niños) y la DAPA (Acción Diferida para los Padres de Estadounidenses y de Residentes Legales) fueron tumbadas a mediados de 2006 por el Supremo. La llegada al poder de Trump con sus poderes ejecutivos, con su intención de cubrir la vacante en el alto tribunal con un juez conservador (Neil Gorsuch), augura el total desamparo para este colectivo.

...y otra de arena

En paralelo, y fiel a la táctica tan obamaniana de la compensación, el Senado aprobó una reforma integral de la inmigración que incluyó más vallas y agentes en la frontera. Y no solo eso. En sus dos mandatos, Obama hizo uso de las draconianas leyes de deportación aprobadas en 1996 bajo el mandato de Bill Clinton y que ampliaron enormemente las categorías de delitos que forzaban la expulsión y creaban una eficaz maquinaria para la detención de sin papeles. Paradojas, Obama batía el récord de deportaciones, casi tres millones en ocho años, superando a todos sus predecesores en el cargo.

¿Donde parará su vuelta de tuerca?

La Administración Trump ha respondido al bloqueo de los tribunales a su decreto migratorio practicando redadas masivas entre inmigrantes sin papeles, y no solo entre los acusados de delitos. La bancada republicana promete que, de momento y hasta que se cierre el muro, Trump no irá más allá que sus predecesores, y se concentrará en los cerca de dos millones de inmigrantes con condenas criminales o con antecedentes criminales que permiten su deportación. Lo cierto es que en campaña apostó por expulsiones masivas y por acabar con el acceso de la ciudadanía por nacimiento (300.000 anchor babies al año).

Un país poco generoso a la hora de acoger a refugiados

El tercer grupo más importante de personas que entran a EEUU, tras los familiares de inmigrantes nacionalizados y los empleados cualificados, es el de los refugiados. El país acoge anualmente a una media de 70.000 refugiados, una cifra proporcionalmente escasa. Obama acogió en 2015 a unos 10.000 refugiados sirios, una gota en el océano del drama que comparten países de la zona como Turquía y Líbano, e incluso Alemania (acogió a más de un millón). Su sucesor, Trump, ya ha advertido de que no quiere ni uno.

Abrir las fronteras o sellarlas, el eterno pulso histórico en EEUU

Desde el nacimiento del país, EEUU se ha debatido entre la apertura total de sus fronteras, vigente en sus primeros tiempos, y las restricciones, en marcha desde los años 20 del siglo pasado. A día de hoy, los republicanos se debaten entre la apuesta por el sellado total o el actual status quo. Los demócratas, en parte porque son conscientes de que tendrían la mayor parte de su voto, defienden regularizar a los millones de sin papeles en el país, pero sin dejar entrar a todo el mundo. El excandidato Bernie Sanders está de acuerdo en ello y propuso cortar los visados a trabajadores-huéspedes porque «hacen bajar los salarios».

Veto a los iraquíes tras una infiltración yihadista

Portavoces de extrema derecha como el británico Neil Farage (UKIP) y voces del sector antiimperialista han coincidido en recordar que Obama prohibió en 2011 durante seis meses la entrada de refugiados iraquíes tras comprobar que EEUU dio refugio a al menos dos iraquíes que fueron luego detenidos en Irak por participar en atentados y que almacenaron explosivos, interceptados en suelo estadounidense. El Departamento de Estado dejó de tramitar solicitudes, incluso de intérpretes iraquíes, para revisar los procedimientos.

Trump contraataca y promete otro plan

El inquilino de la Casa Blanca ha anunciado que presentará esta semana, coincidiendo con su convulso primer mes de mandato, un nuevo decreto de inmigración que «protegerá totalmente a nuestro país». El anterior decreto fue suspendido por un tribunal de Seattle (noroeste del país), decisión que avaló posteriormente un tribunal de apelaciones, que criticó falta de consistencia a la hora de señalar a los países vetados. Fuentes de la Casa Blanca lo achacaron a una pésima redacción legal del decreto y prometen, esta vez, afinar para impedir un nuevo bloqueo.

El actual muro lo inició George W. Bush en 2005

La construcción del primer y actual tramo del muro en la frontera con México (1.300 kilómetros) fue aprobada en 2005 bajo la presidencia del republicano George W. Bush con el voto a favor en el Congreso tanto de demócratas como de republicanos. Donald Trump prometió en campaña y ha ratificado una vez elegido que completará los 3.100 kilómetros de frontera con el muro e insiste en que, de una manera u otra, México pagará los alrededor de 21.000 millones de presupuesto. El anunciado final de la América blanca para 2050 y el despertar electoral latino en 2006 a favor de los demócratas pone los pelos de punta al Partido Republicano.

AEBen segurtasuna bermatzea ala betiko aliatuak babestea...

Estatubatuarren segurtasuna bermatzea omen du helburu Trumpek. Baina, bitxikeriak zer diren, azken hamarkada luzean AEBek pairatu dituzten eraso jihadisten egileetako bakar bat ere ez da zigortutako zazpi herrialdeetakoa. Aitzitik, jihadisten jaioterri diren hainbat herrialde ez zeuden zigortutakoen artean. Azken hau ona izanik, argi dago Trump eta bere taldea Saudi Arabia eta Egipto bezalako erregimenekin pozik daudela. Kideak eta diktadoreak. Ez dago ezer hoberik.

Islamofobia ez bada, ezjakintasun berekoia da

Adituen artean harridura sortu du AEBetara sartzeko Trumpek osatu duen herrialdeen zerrendak. Bertan, gerra gordinak edota krisi politiko larriak bizi dituzten hainbat herrialde sartzen dira, Siria, Somalia, Libia, Sudan eta Yemen tartean. Hala ere, eta Washingtonek krisi horietan dituen ardurak ahaztu gabe, deigarria da debekua irakiarrei luzatzea, egun ISISen aurkako erasoaldian Pentagonoak zuzen parte hartzen duela kontuan hartuta. Irangoa are harrigarriagoa da. ISIS Persia zaharrean?

Dabid LAZKANOITURBURU

Demasiadas demagogias

Pocos temas son tan susceptibles a la demagogia como el de las migraciones y los refugiados. El simple análisis de los datos históricos y de la realidad actual de este fenómeno en EEUU que analizamos en estas dos últimas semanas y su cotejo con la retórica de unos y otros son la prueba más palpable de ello.

La primera y más grave demagogia es la de los que, como Donald Trump y la extrema derecha europea, dan voz a amplios sectores de la población que, cuando no olvidan sus propios orígenes extranjeros –¿quién es americano en América?–, pasan por alto sus miserias –¿qué pueblo no ha tenido que emigrar?– o desprecian la indudable aportación económica, social e incluso cultural que suponen la mayoría de los inmigrados en sus países de acogida.

Hay, sin embargo, otra demagogia, no criminal como la anterior sino bienintencionada, pero no por ello menos irresponsable, esta vez en los dos sentidos de la palabra. Y es verbalizada por los que, sin atender precisamente a datos, realidades socioeconómicas o a tensiones sociológicas y/o políticas, defienden la apertura total y sin restricción ni control alguno de las fronteras.

Esta línea argumental responde con generalidades éticas al planteamiento de cuestiones como qué hacer ante inmigrantes con delitos graves, frente a yihadistas-refugiados que amenazan con –y en su caso perpetran– atentados, o con «avalanchas» de inmigrantes que se convierten en mano de obra a precio de saldo.

La política debe ser, por fuerza, ética, pero la ética nunca debería sustituir a la política. Y no debería hurtar el necesario debate en torno al derecho al refugio y a la emigración. Un debate serio, con datos sobre la mesa, como los apuntados en estos dos últimos mapamundis, y en los que equiparar la política migratoria de Obama y de Trump debería estar de sobra. Porque ese debate no es siquiera demagogia. Es simple estupidez.