Soledad GALIANA
COMICIOS LEGISLATIVOS

Una elección que definirá el futuro del norte de Irlanda

Los norirlandeses vuelven a las urnas y todo apunta a que los resultados serán similares a los del pasado mayo, con el DUP y Sinn Féin como los más votados. El enfrentamiento entre ambos partidos, que forzará la negociación para la formación de Gobierno, se ve amenazada por la posibilidad de imponer el Ejecutivo desde Londres.

Doscientos veintiocho candidatos se presentarán ante el electorado norirlandés por segunda vez en menos de diez meses con el objetivo de conseguir uno de los noventas escaños de la Asamblea. Su destino depende de la decisión de los 700.000 votantes que se reparten en los ocho distritos electorales en los que se divide el norte de Irlanda. Lo que ya se sabe es que todos los partidos van a perder escaños, ya que con la finalidad de recortar el presupuesto institucional también se ha rebajado el número de representantes en la Asamblea, que tenía 118 en las últimas elecciones.

Según las encuestas, el DUP repetirá como partido más votado, seguido muy de cerca por Sinn Féin. Sin embargo, la conformación de la Cámara depende de los resultados en los ocho distritos electorales, en cada uno de los cuales se elige a cinco diputados, y que no refleja proporcionalmente el número total de votos. En mayo de 2016, el DUP consiguió un total de 38 escaños y un 29,2% de los votos, mientras que Sinn Féin obtuvo tan solo 28 escaños, con un 24%. Junto a ellos compiten los unionistas TUV y UUP, el nacionalista SDLP, el Partido de la Alianza, los Verdes, y PBP, que esperan beneficiarse de la caída en las encuestas de opinión de la líder del DUP.

Las elecciones fueron provocadas por el colapso de las instituciones ocasionado por la dimisión del coprimer ministro, el republicano Martin McGuinness, en respuesta a la negativa de la primera ministra unionista, Arlene Foster, a abandonar temporalmente su cargo para permitir una investigación de su gestión en la implementación de un programa de energía renovable. La actitud de Foster fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Sinn Féin, cuyos intentos de debatir sobre el reconocimiento del matrimonio gay, la oficialidad del gaélico o la legalización del aborto fueron rechazados por los unionistas.

La dimisión de McGuinness y sus problemas de salud, que han llevado al histórico líder republicano a retirarse de la política, serán una prueba de fuego para Sinn Féin y, particularmente, para la nueva cabeza de partido en el norte de Irlanda, Michelle O’Neill.

Si las encuestas aciertan, la formación de un nuevo Ejecutivo podría prolongarse, ya que Sinn Féin ya ha advertido de que no está preparado para entrar en el Gobierno con el DUP hasta que se consiga el compromiso unionista en la implementación de la cooficialidad del gaélico irlandés, el matrimonio homosexual y la posibilidad de la interrupción voluntaria del embarazo, así como la aplicación de las recomendaciones del tribunal que investiga la gestión de Foster del programa de calefacción renovable.

Sobre la mesa también estará el futuro del norte de Irlanda ante el Brexit, con Sinn Féin exigiendo al DUP, que se posicionó a favor de la salida de la UE, que respete el deseo de permanencia de los norirlandeses trabajando por la consecución de un estatuto especial para el norte de Irlanda o incluso aceptando la posibilidad de un referéndum sobre la unificación de Irlanda. Tanto unionistas como nacionalistas son conscientes del impacto que la reinstauración de la frontera que dividía el norte del sur de Irlanda tendría sobre el proceso de paz, y aunque esta situación puede ser la ideal para el DUP, dista de ser la deseada por los habitantes de la isla, como demostraron los resultados del referéndum del Brexit, en el que un 56% de los norirlandeses votó por seguir en la Unión.

Sin embargo, el plazo para la formación de Gobierno limitará la posibilidad de negociación. Los nuevos diputados norirlandeses deben reunirse en el plazo de una semana después de la elección, y el nuevo Ejecutivo debe formarse en un periodo de dos semanas. Si los partidos mayoritarios no logran un acuerdo, el delegado del Gobierno británico, James Brokenshire, se verá obligado a convocar nuevas elecciones o suspender las instituciones norirlandesas y reinstaurar el Ejecutivo desde Londres.