Raimundo Fitero
DE REOJO

Indecente

La teoría de los programas encadenados que arrastran audiencias de uno a otro está obsoleta. La diversidad de ofertas, la eficacia notarial de los mandos a distancia y la infidelidad y libertinaje de los consumidores de productos audiovisuales la ha dejado para la añoranza y para la justificación de programadores vagos. Probablemente sirva para esa mayoría silenciosa de telespectadores durmientes que solamente se despiertan al apagar alguien el electrodoméstico o al iniciarse los anuncios, a los que les da igual lo que pongan con tal de que puedan darse una vueltita más por el sofá. Para el resto, en cuanto algo acaba, pongamos un concurso o un noticiario, buscamos rápidamente otra manera de perder el tiempo.

Vi, casi, una entrega entera de “Cuéntame” y la verdad es que si antes me parecía infumable, tóxica, ahora me parece indecente por mantener de protagonistas a dos actores estafadores, delincuentes fiscales que siguen cobrando del erario público porque TVE es una cadena sin anuncios, es decir pagada directamente de los presupuestos del Estado. Por si faltaba algo para que se haga indigesta resulta que se ha convertido en una serie híbrida, que quiere reflejar un tiempo, pero a la vez quiere manipularlo, y lo que logra es que parezca una de esas series costumbristas de la sobremesa. Están en los ochenta, y no se puede decir en esa caverna retrógrada que gobernaba alguien que no eran ellos, exactamente, aunque acabaron pareciéndose mucho. Esta serie es mala de solemnidad. En cambio le siguió un espacio sobre los cantautores que fue, dentro de lo obvio, un relajo, al menos se ciñeron casi sin exclusión a lo que había sido, levantando tsunamis de nostalgia y de recuerdos marcados en el músculo de la memoria de manera imborrable. Mil veces más decemnte que el cuento de los Alcántara.