Raimundo Fitero
DE REOJO

Dobles

Debe ser una estadística nada fiable, pero aseguran que cada uno de nosotros tenemos, como mínimo, un doble. Alguien en cualquier parte del Planeta que se puede confundir con nosotros de tal manera que si vemos una foto de ese otro nos confundimos y no sabemos si somos nosotros. A veces pasa con hermanos, con parientes cercanos, pero estoy hablando de un doble que puede estar viviendo en Tegucigalpa o en Sebastopol. Estamos ante un tema clásico, algo tratado en el teatro griego y romano. Los sosias, los iguales que confunden y que pueden alterar situaciones y estafar y cometer tropelías de toda índole.

Yo apostaría que la vida política está llena de dobles pero no de su aspecto físico, sino que son las huellas de sus actos las que te hacen recordar a otros. Y los dobles no mejoran a los que consideramos los auténticos o los primigenios o los que tienen los derechos de la autoría de complejidades manipuladoras. Es culpa de la televisión. Cuando no somos capaces de asumir nuestras responsabilidades le echamos la culpa a la televisión y nos quedamos tan panchos. Y si subimos el tono de la voz y ponemos un gesto grosero de apoyo el postureo se consagra y tenemos  el cretino convencimiento de que ya se ha iniciado la revolución. Reclamo rango de entretenimiento de primer orden a “Tu cara me suena”, donde descubrimos a participantes capaces de hacer ese doble desde la creación, logrando situaciones tan verosímiles que solamente se pueden considerar trabajos de alta calidad. Existe un trabajo de elaboración, de adecuación de timbre de voz, de gestualidad, que siendo una imitación, se les puede considerar algo excepcional. No pasa lo mismo con los políticos. Nadie puede superar a Fernández Díaz por convertir las cloacas del Estado en sacristías franquistas.