Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

El empate

Esta semana Europa vuelve a suspirar aliviada porque el candidato de extrema derecha, Geert Wilders, solo ha quedado segundo, superado por el primer ministro liberal que en los últimos cuatro años ha seguido fervorosamente la agenda de la austeridad europea. En esta versión del cuento Pedro grita que viene el lobo mientras aún está paladeando el sabor de la oveja asada.

La izquierda en Europa parece condenada a encadenar derrotas que le tienen que saber a victoria, porque sus enemigos solo han empatado.

No sabemos por dónde empezará, cuál será el nombre propio ni si la situación caerá como fichas de dominó o como caso aislado. Pero sabemos que la ultraderecha ganará en alguno de los países europeos antes o después. Sabemos que resolverá el empate.

El discurso de Wilders, de Le Pen, de Hofer, de Farage, de Trump, cala. Y no debería sorprendernos demasiado viendo cómo calan aquí los valores racistas que se proyectan, por ejemplo, a través de la demonización contra la RGI. Los mecanismos son similares. Machacona campaña mediática, rumores tan disparados como disparatados y normalización social.

En este caldo de cultivo, que como en toda Europa se respira en Euskal Herria, la izquierda no encuentra ni respuesta efectiva ni siquiera alguna respuesta. Buena parte de la izquierda ni siquiera ha entendido que le toca ganarlo a ella o no habrá quien lo gane.

De nada valen los pataleos por el sentimiento de injusticia: cuando PNV y PSE pactan los presupuestos con un PP que vincula las ayudas sociales con el yihadismo está diciendo a las claras que no serán ellos quienes sancionen este comportamiento. De hecho, ni siquiera les toca, por puro momento histórico. En toda Europa, al establishment la ambiguedad calculada le es útil precisamente porque refuerza su papel central y de árbitro privilegiado.

Mientras la izquierda vaya a una batalla en la que solo se plantea empatar perderá, porque a nadie le entusiasma empatar. Para empatar ya está el árbitro.