Anjel Ordóñez
Periodista
JO PUNTUA

Acumulación

La semana pasada, Inditex presentó sus resultados anuales. Las cifras del que comenzó como negocio familiar y hoy es el comercializador de ropa más grande del mundo desvelan unas dimensiones que impresionan. Y sigue creciendo. El pasado año, sus tiendas registraron ventas por valor de 23.000 millones de euros. Su plantilla suma ya 162.000 almas repartidas por 93 mercados de los cinco continentes, en cerca de 7.300 tiendas. Si se juntase la superficie de venta de Inditex, duplicaría la extensión de Mónaco.

Posee una plantilla que supera, por ejemplo, al número de funcionarios de Eslovenia y duplica al de Bulgaria. En 2016, rompió la barrera de los 3.000 millones de euros (3.157) de beneficio, un 10% más que el ejercicio anterior.

Como consecuencia del buen ritmo de crecimiento, y dentro de su plan de incentivación, cada empleado de Inditex cobrará este año 600 euros extra por su generosa contribución al éxito de la compañía. El incentivo será algo mayor para Amancio Ortega, que se embolsará 1.250 millones. Puestos a hacer números, el ya octogenario gana 2.380 euros cada minuto que pasa. Como el Tío Gilito, cuenta casi 3,5 millones antes de meterse en la cama.

Vistas estas y otras cifras, en el prontuario del éxito capitalista, al paradigma del sueño americano no le quedará otra que rendirse ante la siesta gallega (con todos los respetos).

Estoy seguro de que esta licencia humorística no les hará ninguna gracia a las niñas y adolescentes que trabajan de forma indirecta para Inditex en las plantas textiles situadas en países como la India y Bangladesh, en condiciones muy cercanas a la esclavitud. O a las mujeres que sacan adelante los más de 260 centros de producción de Marruecos, que cobran la friolera de 12 dirhams (un euro) por hora en jornadas inacabables. Dudo mucho que estas vayan a recibir en abril el publicitado incentivo de los 600 euros.

Lo decía mi abuelo: no es posible tener tanto dinero sin haber robado. Y también Marx: la única vía para semejante acumulación de capital es la explotación del hombre por el hombre. Porque la productividad no es sino el nuevo y vistoso ropaje que visten los abusos laborales. Nos mean encima y dicen que llueve.