Itziar Ziga
Activista feminista
JO PUNTUA

Grisélidis Réal

Hay gente que es mejor que otra, sin duda. El buenismo solo favorece a cretinos y cobardes. Se llamaba Grisélidis Réal y desde niña fue señalada como un súcubo del infierno, la antítesis de esa supuesta bondad femenina que premia nuestra sumisión sin darnos privilegio verdadero alguno. Ella fue radicalmente mejor que el resto desde esa temeridad que impulsa a las malditas a poner el mundo del revés. Emprendió en aquella Europa amortajada tras la Segunda Guerra Mundial la rebelión de las putas contra la dominación patriarcal y su miserable sexofobia. Qué espléndida tuvo que ser una puta para que descanse eternamente en el Cementerio de los Reyes de Ginebra.

«Treinta años de prostitución marcan, estragan el cuerpo y el alma y os dan, también, un inmenso amor a la vida, respeto humano por el sufrimiento del otro, por su soledad, por su desesperación al ser privado de mujer y de ternura. Por sus propios fracasos, que se unen a los nuestros. Y si el más allá existe, deseo danzar al son de músicas gitanas, beber alcoholes maravillosos, y reencontrarme con mis hombres. Aquellos que he amado, aquellos que he odiado, ayudado, aliviado, esperado, atendido, rechazado, reconfortado y temido por encima de todos los prejuicios, los tabúes, las hipocresías de esta moral enferma e inhumana que no me ha matado, de la que simplemente me he evadido hacia una mayor libertad, arriesgando mi vida».

Casi nadie quiere reconocer que las malas mujeres en rebelión han ensanchado la libertad para todas, para todos. La conjura de las trabajadoras sexuales es excluida de la memoria feminista y el tema se evita para que las abolicionistas no vuelvan a sulfurarse. Coño, ¡la artimaña niñata más patriarcal entre mujeres adultas y activistas! Si tuviera que quedarme con una de todas las luchas que lo mejor de la humanidad ha librado por causas hermosas, nobles y justas, elegiría la de las putas contra el patriarcado. Y nuestra obcecación histórica por recuperar la independencia frente a los imperios español y francés, por supuesto.