EDITORIALA
EDITORIALA

La balanza latinoamericana, pendiente de Ecuador

Ecuador afronta mañana unas cruciales elecciones que mantienen en vilo a buena parte de Latinoamérica, en especial a las fuerzas progresistas que vienen sufriendo la caída de gobiernos que, con sus aciertos y errores, han protagonizado años de esperanza y desarrollo sin apenas parangón en la historia del continente. Brasil y Argentina son los paradigmas. En la primera vuelta, el candidato oficialista Lenín Moreno, sucesor de Rafael Correa, ganó con holgura los comicios, pero no consiguió evitar la segunda vuelta que mañana le medirá en las urnas con el candidato de la derecha, el banquero Guillermo Lasso. La industria demoscópica, últimamente en cuarentena, anuncia una disputada pugna.

Una victoria de Lasso decantaría la balanza latinoamericana hacia la regresión conservadora, cuyos resultados ya se dejan notar en Argentina y Brasil, en forma de tarifazos y aumento de la pobreza. El cambio de gobierno sería además devastador para el proceso de integración latinoamericana, dejaría a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) sin uno de sus impulsores más comprometidos y convertiría a países como Uruguay en aislados pulmones mientras toda la presión se vuelca contra una Venezuela en crisis. Tampoco la política exterior sería la misma, empezando por una política de asilo que tiene a Julian Assange como principal exponente en la embajada de Londres. Su futuro es una incógnita ahora mismo.

Una victoria de Moreno no solucionaría todos los problemas de Ecuador, pero permitiría profundizar en la senda emprendida hace una década por Correa, al tiempo que, a escala regional, pondría fin a la caída sin freno de gobiernos progresistas. Y quién sabe si –con la paradójica ayuda de un Trump tendente al aislacionismo, al menos en lo que respecta al continente–, pueda convertirse en la piedra de toque para poner fin a la regresión conservadora en Latinoamérica, donde en 2018 se celebrarán elecciones cruciales como las de México o Brasil.