Joseba VIVANCO
Fútbol internacional

Tiempo de duelos

Mientras el Celtic se proclama campeón sin noticias del Rangers, el Ajax frena al Feyenoord y el Everton no puede con el Liverpool.

El Celtic de Glasgow es el primer campeón de pedigrí de la temporada en Europa, a falta de siete jornadas, una abismal diferencia de 23 puntos respecto al Aberdeen, de 35 sobre su archirival el Rangers, su sexta Scottish Premier League consecutiva, goleando 0-5 en Tynecastle, territorio protestante en Edimburgo. Una Liga más descafeinada que nunca, donde los Hoops festejaron el título al ritmo del veterano costamarfileño Kolo Touré, sí, ex del Arsenal, hermano del citizen Yayá, y su bailecito ‘Kolo Ya Ya Song’ ligerito de ropa en el vestuario. Los católicos no tienen rival, ni siquiera en Glasgow, «la Belfast sin balas». Solo han cedido tres empates, su última derrota fue antes de decidir sobre el Brexit y podrían terminar con 108 puntos en el casillero, destrozando los 100 que alcanzó el Barça de Tito Villanova. El fútbol europeo no había contemplado una desigualdad tan abismal desde que el Ferencvaros húngaro se llevó el campeonato de 1931/1932 con 22 victorias consecutivas.

Precisamente, a orillas húngaras del Danubio se dirimió esta jornada uno de los clásicos de Budapest, entre el Honved y el Ferencvaros, 2-1 final, dos históricos de la prehistoria futbolística continental, cuyos estadios recuerdan a sendas leyendas magyares como József Bozsik y Florian Albert, unidos ambos por la calle Ferenc Puskas. Una rivalidad que data de mediados del siglo pasado, con la irrupción del poderoso Honvédség, auspiciado por el Ejército comunista, y el consiguiente reto al dominio del Fradi, hasta entonces solo preocupado del Ujpets y MTK. Hoy, el fútbol húngaro es un lejano recuerdo de lo que fue, como lo es el rumano, que ha vivido la enésima rivalidad entre Steaua y Dinamo de Bucarest, el conocido como Clasicul Romaniei. Los antiguos Ministerios de Defensa e Interior reviviendo viejas rencillas, los favoritos de la familia Ceauçescu frente a los amparados por la Securitate, instrumentos de lucha política en su día, hoy enemistad deportiva. 2-1 para los locales, allí comanda la Liga el Viitorul, club propiedad de George Hagi, ex del Madrid y Barça, bautizado como el ‘Maradona de los Cárpatos’, y del que era entrenador hasta hace unos meses en que se autodestituyó.

El hijo de Kluivert suma y sigue

Hungría, Rumanía... Y qué decir del fútbol checo, otro que encandiló, que marcó época, que exportó futbolistas de seda. Slavia y Sparta, el club de los intelectuales frente al de los representantes de los trabajadores de la ciudad de las Cien Torres. Más de doscientos años de histórica rivalidad que se saldó este fin de semana con empate y, como en otras ligas próximas, ambos a la sombra de un recién llegado, ahora del líder cervecero Viktoria Plzen –en esa ciudad se inventó la Pale Lager–, mientras lidia con el descenso otro histórico de la capital, el Bohemians, presidido por el mítico Antonin Panenka, en cuyas filas creció, refugio hoy en sus gradas de rockeros, punkis y hoolingas, que abrazó dos canguros para su escudo en recuerdo a los ejemplares de marsupiales que le regalaron en una gira australiana en los lejanos años veinte.

Clásicos con dilatada historia pero en los que no se jugaba tanto como en el De Klassieker, la considerada quinta mayor rivalidad del fútbol mundial, que se vivió y vibró en el Amsterdam Arena, a donde acudía un Feyenoord dispuesto a asaltar el feudo ajacied por primera vez desde 2005. Ruud Gullit, uno de los grandes talentos que dio la escuela holandesa de los noventa, recuerda que cuando dejó el distrito 020 de Amsterdam para fichar como técnico por el 010 de Rotterdam, nunca pudo desprenderse de su origen, e incluso sus nuevos aficionados, aún aceptándole, le sugerían: «Si pudieses librarte de ese acento amsterdamés...».

Un duelo entre dos ciudades con grandes diferencias de idiosincrasia y cultura. El Feyenoord es el club de los obreros de los muelles del sur de Rotterdam y, por lo tanto, se precia de su tradición de conjunto laborioso y muy unido. Según Jules Deelder, el poeta de la ciudad: «El dinero del país se gana en Rotterdam, se reparte en La Haya y se tira por el retrete en Amsterdam». Puede que la analogía no sea precisamente grata para estos últimos, pero refleja muy a las claras lo que piensan los seguidores de un club cuyo lema es “Geen Woorden Maar Daden” (Hechos, no palabras).

Hechos es lo que esperaban los seguidores de “De club van het volk” (El club del pueblo), líderes de la Eredivisie y que no ven el día en que levanten por fin la que puede ser su primera ensaladera en este siglo XXI. Pero la balanza se decantó del lado local, 2-1 final, y Justin Kluivert, hijo de Patrick, el titular más joven en la historia del clásico desde Rafael van der Vart en el año 2000, fue MVP del partido. Una irrupción la suya que algunos ya equiparan a la del monegasco Kylian Mbappe. El Ajax, con esta victoria, recorta a tres puntos, a tan solo seis jornadas del final y todo por decidir.

Historia de dos ciudades, historia de una única. Liverpool-Everton, por mucho que el célebre Bill Shankly reservara para la posteridad aquello de que «esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y el equipo reserva del Liverpool». El duelo de los duelos, tras el cual el bueno de Bill podrá seguir haciendo realidad aquello de que «cuando no tengo nada que hacer miro debajo de la tabla para ver cómo va el Everton». Inapelable 3-1 para los hombres de Jurgen Klopp, que son terceros, séptimos son los Toffees de Ronald Koeman. El Everton del empresario iraní Farhad Mosiri no gana a los Reds desde 2010 y en Anfield desde 1999.

El Chelsea, virtual campeón

La Premier se caldeó con la inesperada derrota del Chelsea el fin de semana ante el Crystal Palace, aunque Arsenal y City solo empataran. Pero en la jornada intersemanal, las escasas posibilidades que albergaban los de Pep Guardiola se dilapidaron tras caer 2-1 en Stamford Brigde. Los Blues del italiano Antonio Conte lideran con siete de ventaja sobre el Tottenham, su único ya perseguidor, y tienen el título en sus manos liderados por ese pequeño diablo de nombre Eden Hazard, que lleva camino de ser nombrado mejor jugador del campeonato. En el aire está quién se llevará los dos puestos restantes de Champions League, si Liverpool, City, Arsenal o United, en un pañuelo. La irregularidad de los tres primeros es un clásico, y los de Mourinho han sumado dos empates seguidos y es que siendo el equipo que más remata a portería solo es el octavo con más goles a favor...

Y entre otras cosas, Zlatan Ibrahimovic ha dicho que él no ha venido a perder el tiempo; los ‘perros de la guerra’ del Leicester siguen encantados con su ‘Shakespeare in love’ y cuentan por victorias sus encuentros tras la llegada al banquillo foxe de su técnico con apellido de escritor; la Premier podría multar al Arsenal con 300 libras por jugar sin un capitán designado durante la segunda mitad ante el City; el Liverpool ha sido sancionado con dos temporadas sin fichar jugadores para su cantera tras intentar captar a un crío de 11 años del Stoke mediante incentivos económicos; la aerolínea Virgin Media abonará 10 libras por cada entrada de 30 a todo fan que en las próximas tres jornadas acuda a un campo rival; un delantero del Leicester ha sido arrestado por sospechas de haber agredido a su pareja... Todo muy tabloide ‘‘The Sun’’.

Nada comparado con los rollos de papel higiénico a un euro y con el rostro del Pipita Higuaín que se vendieron en la previa del Napoli-Juventus, donde el argentino volvía por primera vez a la que fuera su casa. Mejor los partenopeos pero empate, con su hinchada entonando a todo pulmón ‘‘Un giorno all’improvviso’’, la canción de amor convertida en marcha popular del San Paolo. Pero para popular, la seguidora del Dortmund que se sacó entrada en mitad de la afición del Schalke, en el clásico de la Cuenca del Ruhr. El catalán Marc Bartrá ha conseguido dar con ella a través de las redes sociales y regalarle su camiseta. Un servidor, en cambio, se pide la del Haya United, colista de la Liga de la Isla de Guam, 110 goles en contra en 15 partidos. Y si no, pues la del Celtic. Por pedir.