Jon ORMAZABAL
Pelota

Una final del Parejas para un nuevo tiempo

Irribarria-Rezusta, muy favoritos para la cátedra, representan la pujanza de las nuevas generaciones de pelotaris que reclaman ya su protagonismo, ante Bengoetxea y Larunbe, sus únicos verdugos en el torneo.

La pelota, la mano profesional para ser más exactos, también se encuentra inmersa en pleno «cambio de ciclo» y a Oinatz Bengoetxea le tocará esta tarde en el Bizkaia ser el representante de esa generación de excelsos pelotaris que ha dominado las últimas décadas, ante la pujanza de la nueva prole que, definitivamente, se ha instalado en la élite manista. En un fin de semana tan intenso en cuanto a acontecimientos de primer nivel, la cancha de Miribilla acogerá la final más joven de la historia, con una media de 25,25 años, en la que solo el de Leitza supera la treintena, con otros tres participantes con menos de 24.

En ese sentido, Iker Irribarria es el paradigma de la precocidad y, con solo 20 años –cumplirá 21 en julio–, está a un solo partido de batir otro récord y convertirse en el pelotari que se cala la txapela de este campeonato. Como en el Manomanista del año pasado, arrebataría ese honor a Rubén Beloki, que posee la marca desde 1996, cuando se hizo, con los 21 años ya cumplidos, con el título de 1996 junto a Miguel Capellán.

Suceda lo que suceda, habrá, al menos, un nuevo nombre en el palmarés de la especialidad, algo que nunca está de más para la difusión de este nuestro deporte. En este sentido, el Parejas es también modelo de la expansión territorial que se está dando en la mano profesional, hasta hace poco coto casi exclusivo de los pelotaris de Nafarroa. Así, mañana Oinatz Bengoetxea será el único vigente campeón navarro, lo que está por ver es si solo en el Cuatro y Medio o también en el Parejas.

Caso de que el de Asegarce no consiga llegar a 22 junto a Larunbe, el cuarto vizcaino que juega la final en los cinco últimos años –Berasaluze estuvo en dos–, el delantero de Leitza también será la excepción que normalmente confirma la regla, porque supondría que todas las txapelas, de Primera y de Promoción, exceptuando la del Cuatro y Medio que pose Bengoetxea VI, estarían en manos de pelotaris guipuzcoanos.

Y no es una cuestión baladí, porque para dar con el último pelotari del herrialde que se caló la txapela de la distancia habría que retrotraerse a 2008, cuando Oier Mendizabal se proclamó campeón junto a Aimar Olaizola –vencieron 22-17 a Titín III-Laskurain–. Habría que echar otra década atrás, hasta 1998, para dar con la última pareja guipuzcoana que se proclamó campeona, la formada por Unanue-Errasti, que ganaron a otra dupla de la provincia, la formada por Etxaniz-Elkoro (22-21 en el Atano III donostiarra).

Duelo de estilos

Centrados en el juego, también se espera un duelo de estilos en la cancha. Así, Oinatz Bengoetxea representa al pelotari de instinto, habilidoso, «de calle», hecho en la monumental plaza de su Leitza natal, ante la nueva hornada de pelotaris, con otro montón de horas en el frontón, pero otro montón de gimnasio y preparación física.

Y es que la pelota tampoco escapa a la moda actual de todo deporte profesional, en el que el deportista pasa por ser, antes que nada un atleta, curtido al milímetro, que también domina a la perfección todos los aspectos táctico-técnicos de su especialidad.

Ahí está el caso de Beñat Rezusta, otro pelotari que está rompiendo moldes con su condición de zaguero zurdo. Muchas fueron las dudas cuando debutó hace cuatro años, que surgieron porque nunca un zaguero zurdo había tenido protagonismo en profesionales. Y con una mano, porque su rapidez de piernas y su colocación le permiten prescindir de su diestra, el de Bergara se ha convertido, de largo, en el mejor zaguero del campeonato y en el más regular del cuadro, por lo menos en el último año.

De «cocción algo más lenta» como le gusta definirse a él mismo, Mikel Larunbe también ha aprovechado su primera oportunidad entre los grandes para reclamar ese protagonismo que tendrá en los próximos meses en los partidos de empresa con un gran debut en una competición de la máxima exigencia. Con la lógica irregularidad de un debutante, al de Galdakao solo puede ponérsele el borrón del partido que jugó en el Kurtzea, ante su gente, donde la presión no le permitió desarrollar su juego.

Ahí radica una de las grandes incógnitas de la final, en la de si en su primera final, será el zaguero de Asegarce capaz de ofrecer una versión lo suficientemente sólida como para responder al acoso al que se verá sometido por los zurdos. Si el precedente de Galdakao puede llevar al pesimismo, convendría recordar también la respuesta que el vizcaino fue capaz de ofrecer inmediatamente después de esa dolorosa derrota, jugando un auténtico partidazo en el Beotibar de Tolosa para derrotar a, precisamente, sus rivales de esta tarde.

Ese es, el de que los de Asegarce hayan sido la única pareja que ha sido capaz de cambiar el paso a los de Aspe, el argumento al que se agarran aquellos que se niegan a ver una final como apuntan unos pronósticos, con momios de doble a sencillo, claramente decantados por la pareja guipuzcoana.

La polémica con el material apunta a que, al menos con las pelotas de Aspe, Oinatz Bengoetxea tendrá poco protagonismo en juego y su labor principal será la de llevar el partido a su terreno en un frontón que nunca le ha gustado. Pero hace dos años ya fue, sin discusión, el mejor pelotari del Parejas y de la final que ganó junto a Untoria. Y para llegar ahí, protagonizó en el Uranzu de Irun un partido que muchos pelotazales aún guardan en la memoria y los condicionantes tampoco les eran nada favorables.

Un año sin Juan

Y en una final en la que tanto se mira al presente y, sobre todo, al futuro, resulta inevitable echar una mirada al pasado, porque hoy se cumple exactamente un año –el año pasado la final del Parejas se disputó en sábado porque el Athletic jugaba el domingo por la tarde un partido de Liga– de que Juan Martínez de Irujo disputara, esperemos que por ahora, su último partido como profesional.

En pleno partido, con Rezusta como compañero, el de Ibero se fracturó un dedo de su mano y no tuvo más remedio que suspender una final que estaba resultando apasionante. Meses después se supo de sus problemas cardiacos y por ahora todas las partes guardan silencio en torno al estado del de Ibero. Y siendo cierto que nadie es imprescindible y que estos nuevos pelotaris nos han hecho gozar de magníficas tardes de pelota, un año sin Martínez de Irujo se hace muy largo. ¡Ánimo Juan!